Pocas veces hemos elaborado un trabajo sobre un personaje que nos haya emocionado tanto como éste.

Quizás la frialdad de un texto no refleje la emotividad de las palabras, pero debemos confesar que tanto el entrevistado como entrevistadores, así como las personas presentes no pudieron evitar el emocionarse  durante varios pasajes del relato, sobre lo sacrificado de la vida del pescador, representada en esta ocasión por Simón Gallego.

Simón Gallego Valle, de 87 años de edad, nacido en 1921 en Lastres es nuestro merecido personaje. Nuestru paisanu del añu.

A lo largo de nuestra conversación fueron inevitables las referencias a la infancia, al bar de su abuela:  el Tecalé situado donde el actual Eutimio y que tenía merecida fama por el Aju al arrieru;  a la Guerra y a la dureza de la Post-Guerra, pero nada de esto, sin dejar de ser importante, es lo más destacado de nuestro personaje.

Ubicación del Bar Tecalé en Lastres

- Simón ¿A qué edad empezaste a batirte con la mar?

- Faltábenme dos meses pa cumplir los doce añinos, primu. Era un neñu tovía.

- Pero ¿qué podía hacer un niño de poco más de once años en un barco de pesca?

- Manín, mareame, mareame mucho. Mareame durante tres años, día a día. Cada vez que el rapaz de lancha llamaba por la mañana ya me mareaba en casa.

- ¿Qué o cuánto ganabas?

- Ganaba 1 cuartón, ya sabéis, una cuarta parte de un quiñón, a veces dábente la cena pa casa. En Lastres íbamos a la parte. El dinero que quedaba libre de gastos y beneficios se repartía en varios quiñones. Según las funciones o cargos, uno ganaba dos quiñones, otro un quiñón y  tres cuartones. Los pescadores sin cargos iban al quiñón, y yo ganaba la cuarta parte de un quiñon.  Si se vendía la pesca a perrina y se ganaba poco, la cuarta parte de poco era nada.

- Seguimos preguntándonos ¿qué podía hacer un niño a bordo de un pesquero si no tenía fuerza ni habilidad? … (En esos momentos los ojos de Simón se vuelven acuosos, reteniendo las lágrimas al recordar aquella época contesta)...

- Pasaba el día tirau, Manín, mareau, como si estuviese muertu o deseando morime. Iba a bordu de la lancha Elízabeth que era de los del Baby. Recuerdo con especial cariño a su patrón, Vicente el del Baby, que fue muy comprensivu y buenu pa mí. En esta lancha sufrí mi primer percance seriu en la mar...

..Fuimos a pescar frente a Niembro, en LLanes y nos cogió un temporal. La suerte que tuvimos fue que nos cogió en pleamar, si llega a ser de bajamar no lo contamos. El viento rugía, la mar abríase como una gran boca queriendo tragarnos. El día volviose noche y yo, en mi juventud, pensé por primera vez en perder la vida. Salvamos lo que  pudimos del aparejo y azotaos como pulpos fuimos auxiliaos por la gente del pueblu que nos llevó a dormir a la Cabaña del Ríu de la Molinera. En agradecimientu repartinos entre ellos les sardines que habíamos pescao.

- ¿Cuánto tiempo estuviste en la Elizabeth?

- Estuve 17 años. Llamáronme con mejores condiciones pal Juan de Orduña, ya que queríenme como Rapaz de Lancha. En esta lancha sufrí  mí segundu percance seriu, un terrible  naufragio frente a la costa cántabra en les Canales de Arnía….en Liencres.

Acantilados de Arnía

Fue una Nortada. Andábamos a bocarte. Hacia las 11 de la noche paramos muy afuera porque no podíamos trabajar debido a lo que corría el agua, y aquella lancha, cuando estaba de popa corría muchísimo.

Dormíamos, cuando nos sorprendió el restallar de les tables y el violentu solmenar de les oles. Tan pronto subíamos como bajábamos con gran estruendo de oles y de les maderes de la lancha.  Noche oscura, vientu fortísimu que te ponía los pelos como escarpies. Otra vez la sensación de que no salíamos con vida de aquel lugar en mitá de la inmensida. Rápidamente tratamos de saber qué pasaba,  pero la radio no funcionaba. El miedo nos paralizaba. El temporal nos había cogido de lleno y sin apenes danos cuenta fue arrastrando la lancha hacia la costa, en basma, al devalu..cómo se diz,  a la deriva.

Tratamos de arrancar el motor  pero esti no arrancó hasta estar ya en la costa. No teníamos a quién recurrir ya que la flota grande estaba por fuera. De un fuerte golpe de mar, les oles encajaron la lancha entre dos grandes roques, Peñamayor y Peñamenor y  pusonos  proa a la mar. En lo altu del Palu Mayor llevábamos una Virgen que quedó mirando también pa la mar. Esta Virgen llevábala a bordu una de les lanches gallegues que llamábamos Duernes porque teníen esta forma y que traíen piedres de carburo pa los candiles desde Galicia y que invernaben  en el Puntal de Villaviciosa. Esa lancha perdiose allí un día y la Virgen recuperola Isidoro, el Patrón del Juan de Orduña. 

Con la Virgen mirando al Norte la lancha tenía un giru de babor a estribor según azotaben los golpes de mar. Imagínate cómo podía ser aquello. De noche, sin vese nada, a bordu de una lancha que taba rompiéndose en pedazos entre les roques, con unes oles que nos azotaben en medio de un gran ruxir y un fuerte vendaval.

Peñas de Arnía

Vimos que cuando la lancha iba pa babor pegaba con unos bajos (rocas) en les que había cagaes de gaviotes, lo que nos hacía pensar que allí el agua no solía llegar. Cada vez  que la lancha azotaba pa babor iba saltando la gente. Tino, como todos, presu del pánicu saltó por estribor y si no llega a ser por Jerónimo que lu  enganchó, salvándolu de una muerte segura,  queda frallau por la lancha al derrotar pa babor. Alfredo -El Juez-, saltó a les roques descalzu y quedó clavau en les poces arrugaes y punzantes de les roques......

(Los ojos vuelven a llenársele de lágrimas al recordar, y continúa el relato con voz  emocionada, entrecortada)...

...y yo, primu, muertu mieu y sintiendo los lamentos del juez arranqué una pernera del pantalón y con ella envolví los pies descalzos y salté. Como no veíamos nada hicimos todos un piñu esperando el amanecer y temiendo que en cualquier momento un golpe de mar nos arrancase de allí. Unos rezaben, otros lamentábense...Yo además de eso, pensaba en la muyer y en fíos que ya tenía. Cada poco oíase la voz del patrón  preguntando si estábamos todos.

Con les primeres luces del alba y sin que el temporal amainase, comenzamos a trepar por los acantilaos arriba….


Acantilados de Arnía cercanos a viviendas

(Interrumpe su relato y sin levantar la voz pero de una forma desgarradora y con los ojos ya llenos de lágrimas por el dolor del recuerdo dice):

¡parecíamos prisioneros de guerra fugaos!..LLegamos arriba y vimos una casa con luz. Nos acercamos como ánimas en pena y llamamos a la puerta.  Isidoro el Patrón, gritó: ¡Somos náufragos, ayúdennos!¡LLamen a la Guardia Civil!.

Desde dentro de la casa se oyo decir: ¡y qué más da que seáis náufragos!

¡Vaya Vd. a confesar y comulgar que tan tocando a misa! gritó Antón contestando con desaire a la persona que tan poca solidaridad había mostrao con nosotros. Aquella casa, la de Les Pasiegues, nunca se nos va a olvidar. Yo creo que como había tantu Maqui y Emboscau por aquel entonces, igual teníen miedo, aunque el ver a dieciocho hombres totalmente harapientos, al amanecer, en medio de una caleya tenía que dayos qué pensar.

Seguimos nuestru peregrinar como les ánimes, guiándonos por les campanes de la Iglesia. Yo iba delante. LLegamos a una cabaña de la que salía un paisano con una zapica de leche recién catada. Cuando nos vió ofrecionos la leche. Isidoro dijoy que lo mejor que podía hacer por nosotros era llevarnos ante una autoridad que nos auxiliase.

A les siete de la mañana estábamos donde la Guardia Civil donde nos tomaron una pequeña declaración y rápidamente nos llevaron al Bar El Resbalón, en Soto de la Marina, próximu al Sanatorio de Liencres. El dueñu dionos de comer y abrió coñac pa reanimanos. ¡Dios lu tenga en la Gloria por lo que fizo por nosotros!.  Hubo compañeros que los llevaron a curase de les herides al hospital.

Poco a poco la noticia corrió pol pueblu y comenzó a llegar gente con ropa seca, mantes, tabaco, coñac….Tou Soto la Marina taba allí arropándonos. Entre esa gente que ayudó dándonos todo lo que podía recuerdo con emoción a una persona que acabó casándose en Llastres con Jose el de la Remedios,  Pili Royuela,  que hoy tuvísteis el detalle de tenela aquí  ayudándome a recordar.

Pili y Simón en Lastres recordando aquel naufragio

(Decir que ha sido toda una casualidad el que hayan coincidido hoy Pili y Simón.  Parece que ha sido obra del destino, como todo lo que hemos ido narrando.)

Una señora diome un abrigón pa que me arropase. Al verme una enfermera del Sanatorio, a la que ¡casualidades de la vida! conocía de cuando era pequeñu,  preguntó si había naufragao un cura. Al reconocenos ambos recordamos los tiempos pasaos lo cual ayudó a reconfórtame.

Ya más tranquilos nos llevaron a la Comandancia de Marina de Requejada, en la Ayudantía de Marina de Barreda, donde nos tomaron declaración amplia de lo acontecido.

A las seis y media de la tarde llegó un autocar colorau que nos trajo pa LLastres.

-¿Cómo fue el recibimiento en Lastres, pues imagino que la gente estaba preocupada?

 Yo había llamao por teléfono a la Cofradía de LLastres por orden del Patrón y dije que habíamos naufragao ,  y perdido la lancha, pero que estábamos sanos y salvos, pero debieron entendeme mal y la gente pensaba que se había perdío algún tripulante. Fueron hores de tensión pa los familiares que se amontonaben en San Antonio a la llegada del autocar.Al empezar a bajanos abalanzábense sobre nosotros para abrazanos  y comprobar que habíamos vuelto vivos. Yo no quise ni parame y fui pa casa derechu, que ye lo que me apetecía, tar con la muyer y con los fíos, a los que pensé no volver a ver más.

Muelle antiguo de Lastres

Era una época de estrecheces pero vivíase y comíase. Había lanches pa embarcase, fabriques de conserves,  Llastres daba gustu velu llenu de amarres y de lanches, de vapor, de gasolina, les primeres de diesel….

Perdidu el Juan de Orduña,  embarqué en La Reina del Pacífico. En esta lancha sufrí otru percance gravísimu...

Andábamos a bonitos en aquellos cascarones.  Pa ayudanos íbamos juntos  nosotros, El Yoyu y la Inmaculada. Recuerdo que tábamos a 14 hores al Norte de Coruña, averiaos, llevando golpes de mar, echando aceite por todes les juntes del motor. La lancha taba casi a la deriva. Echamos por la popa un ancla que se llenaba de agua pa evitar el arrastre.  En esta situación recibimos una llamada del Quintamaro, una lancha que tenía base en Foz, avisándonos de la inminencia de un gran temporal. Era una práctica habitual, el avisar ante cualquier peligru pues les lanches eren tan pequeñes y metíense tan lejos, en les mismes  tripes de la mar, que era lo único que se podía hacer.

En circunstancies normales hibiésemos hecho lo de otres veces ante un temporal, el ir pa tierra y buscar refigiu en cualquier puertu cercanu, pero en esta ocasión, más que temporal era una galerna y pillábamos a muches hores de tierra y con avería.

Mirábamos al horizonte con temor, viendo como se ennegrecía tou. Les oles empezaben a encrestase y a zarandeanos. Otra vez esa mar que yo tam bien conocía, mar negra, dispuesta a traganos al mínimu fallu. Nuevamente el miedo a perder la vida, el secor de garganta, los nervios a flor de piel, el sudor frío, el rezar interiormente.

El Yoyu

Yo iba de Patrón de Costa y ante lo tenso de la situación y el descontrol que nos produjo el riesgo que se nos avecinaba,  Luis el Canario, que era muy superticiosu y desconfiau propuso que gobernase yo la lancha por haber pasao ya por situaciones similares.  Durante muches hores fuimos arrastraos. El últimu día gobernela yo. Recuerdo que íbamos todos acurrucaos en ranchu , sientiendo restallase les cuadernes, los banzos, tou el tableríu. Subí pal puente pa poneme a gobernar la lancha y lo primero que ví ya me bajó la moral po los suelos: una gran ola tapaba toda la lancha y la azotaba con la fuerza de un golpe de mar que nunca había visto.

Una vez en el puente puse en práctica lo que había visto hacer en situaciones parecides. El motor no taba pa trotes y amenzaba con rompese. Empecé a emproala a favor del viento y de les corrientes.  Avante moderao, para y emproa, tratando de buscar cama pa la lancha pa que  así evitar que hubiese vació en les grandes oles que nos hiciesen perder el contacto con el agua y caer en secu con lo que la lancha romperíase por la mitá.

No había motor por entonces capaz de llevanos  a la altura de Francia en el tiempo que lo hicimos . Después de tres días a restallón, la mayor parte del tiempo a motor casi parau y salvando golpes de mar,  el temporal fue poco a poco amainando.  Nosotros fuimos bajando hacia la costa. Llegamos a divisar el faro de Ribadesella, luego el  Sueve y por fin …LLastres. Esto ocurrió en 1962 y fue conocido como la Segunda Galerna.

Viudas del Glorioso San Antonio hundido en la 1ª galerna

-¿Sufriste algún percance más?

-Pequeños sí, muchos, pero de resaltar algunu más….  Después de La  Reina del Pacífico embarqué como Patrón en el Monte Veo. Recuerdo que había una gran costera de bocarte por el Este, en agües del País Vasco. Ante los rumores contínuos de que taben mallando los bocartes en el Este, y por aquí no había pesca, reuní la Compaña y comente lo que se contaba por los chivatos y les radios.

Decidimos ir a la busca de la pesca en la fe de encontrala en la costa cántabra. Metimos  víveres a  bordu  y pusimos proa al Este. No encontramos pesca por el camín y empezamos a desconfiar de los rumores, porque estes notices en la mar callense   y los rumores muches veces sólo son eso.  Entramos en Bermeo y atracamos a una lanchona vasca. De aquella, mientres nos andábamos en cascarones, los vascos ya teníen unes lanchones de caese de espaldes en les que iben a pescar al Sur, a África, a cerca Canadá, lanches que habíen conseguido gracies a les muchíimes facilidades que tuvieron pa hacese con elles, curiosamente, gracies al mismísimu Franco.

Antigues lanches en Lastres

A bordu de la lancha taba el Patrón . Pedí permisu pa atrácame a la su lancha y diíomelu advirtiéndome que a las cuatro la mañana salía pa la mar.  Preguntey cómo taba la cosa de la pesca por allí y tras pensalo un poco mandome subir al puente con él. Una vez allí enseñome unes manchones registraes por un modernu sonar. ¿sabes que son estes manchones? preguntó...Son bocartes.

Preguntey a cúanto taba esa mar y díjome que a unes tres hores.  Antes de que él desamarrase ya tabamos nosotros en la mar, avante toda. La nuestra lancha iba despacio, no taba equipada pa correr. Ya habíen pasao más de tres hores y sólo había vacíu alrededor. Ni rastru de barcos ni de pesca. Tabamos desmoralizaos. Ya pensábamos que nos habíen tomao el pelo.  Cinco hores y seguíamos sin señal de nada.  Ya taba dispuestu a dar la vuelta cuando me dí cuenta que  tres hores de aquelles lanches vasques eren 6 del Monteveo.  Avante toda y así era. En medio de la oscuridá empezamos a divisar un pueblo llenu de luz. ¿Qué pueblu ye esi en medio la mar?. No era un pueblu. A medida que nos acercábamos fuimos viendo que se trataba de una multitú de lanches de todos los tamaños con sus luces encendíes, llargando,  arriando….

Simón emocionado, en plena narración

Aquello era el Paraíso de los Pescadores y nosotros tábamos allí en medio. Buscamos sitiu y llargamos el bote con la batería y la luz. Carlos iba en él. Esta ye una faena muy peligrosa pero aquel hombre taba feliz viendo materialmente saltar los bocartes al costau del bote a la luz.

Comenzamos a echar el aparejo. La sonda marcaba pesca por todos los costaos y a todes les profundidaes. Después de un tiempo dando la vuelta pa rodear la pesca recibimos comunicación por radio del Quintamaro de Foz, aquella lancha que nos avisara de la galerna de 1962. Salí de ahí, un gran temporal va echásenos encima. Ir pa tierra rápido.

Temporal en Lastres

Llamé a Carlos pa que volviese con el bote, que nos avisaron de un gran temporal. Nadie quería dejar aquel caramelu que teníamos en la boca. Poco a poco fueron haciéndose a la idea y el bote fue atracando a la lancha. La fuerza del oleaje que se había levantao en un momento no nos dejaba subilu a bordo. La cosa fue más fácil de lo que pensábamos: un gran golpe de mar que casi nos barre a todos de cubierta y el posterior bandazu sacó el bote de la mar y echolu en la mismísima cubierta.

Todes les lanches habíen metió el aparejo a bordo y habíen salió en estampìda pa puertu. Otra vez sólos, sólos frente a la inmensidá, frente a la mar negra que tan bien conocía y temía. Otra vez los miedos a perder la vida, la fe en la Virgen que siempre la olvidamos  hasta que la necesitamos…

Puse rumbo al puertu más cercanu que era Lekeitio, pero ntojábasenos en el fin del mundo. Otra vez el baile infernal de para emproa, engañando a la mar y bailando con les oles pa evitar que la lancha perdiese la cama y se rompiese por la mitá en un vacíu de mar. Perra suerte, aquello sembrao de bocarte hacía una hora y ahora escapábamos  de vaciu sin saber si llegaríamos a alguna parte. Cada poco teníamos que amoderar pa evitar el calentamientu del motor con lo que la lancha quedaba por unos instantes en el rumbu que marcase el destinu.

Tan malo lo ví que llamé por radio a una gran lancha que estaba cerca. Era la Madre Andrea.  Pedí por favor que nos acompañase hasta tierra debido a que con el temporal fallábamos una válvula. Era una mentira piadosa pa que nos esperase y pa asegurame de que sí la lancha naufragaba iba a tener cerca a una lancha que nos recogiese. Mientras tanto, les lanches que estaben más lejos que nosotros iben pasándonos por vabor y estribor a gran velocidá, casi sin notar el temporal.


Golpe de mar tras golpe de mar divisamos no Lekeitio sino Pasajes.  Ya en agües  de los arrastreros,  en zona más a resguardu y a favor del temporal comuniquey al Madre Andrea de que ya íbamos bien y que ya podía dejanos.  Dí les gracies deseando poder devolvey el favor algún día, porque les deudes de mar siempre les tenemos presentes los pescadores. En ello nos va la vida.

Una vez allí puse proa a Pasajes, puertu en el que nunca había entrao y muy dificultosu pa un pequeñu pesqueru ya que tenía muchu tráficu mercante.  A mi forma y manera conseguí meteme dentro y atraqué a babor de un gran mercante. Una vez amarrau recordé junto al restu de la tripulación, no el temporal del que nos habíamos librao, que ya quedaba en el recuerdu,  sino la pesca que teníamos ya en apareju  y que daba pa llenar les bodegues de dos barcos.

Pasau esi mal tragu ofrecí perres a la tripulación pa que fuesen a tierra a despejar un poco, pero no quiso desembarcar nadie. Yo no pude aguantar la presión y bajé pa tierra, metime en el primer sitiu que ví, una Cafetería que taba cerquina de la lancha. No sé cuantos cubalibres tomé, pero una fartura de ellos. Lo malo fue pa embarcar. Tuve que andar a gates por toda la cubierta del mercante hasta que llegué a la lancha. Al día siguiente taba nuevu, libre de tanta mala leche acumulada.

Por la mañana volvimos despacio por la costa vasca. Pronto vinos un montón de lanches pescando  al virola, lo que aquí conocemos como  negrores o xaravales. Aunque era muy peligroso decidimos llargar en popa y en pocu tiempo ya teníamos a bordu  5.000 Kgs. de bocarte de la tirada. Entramos en Lekeitio y vendimos a duru el Kg. Con lo que ganamos 25.000 ptes., que de aquella eren una fortuna.

Na más vender emproamos pa Asturies y al llegar a la altura del Cantu, cerca Ribadesella, marconos pesca, llargamos y metimos otros 5.000 Kgs. de bocarte que entramos a vender en la Rula riosellana. Como taba mal tiempo y había poca pesca, comprónoslo todo el del Gran Hotel del Sella, y pagonoslos a 7 ptes. el Kg.

Antigua subida del Muelle de Lastres

-Simón, ¿Qué se siente en medio del mar sobre cuatro tables y en plena tormenta?

Miedu, manín, muchu miedu. No ye pagao. Además date igual tener miedu que no, tienes que pasalo igual. Sientes rugir el vientu, restallen todes les tables de la lancha y llegues a saber qué tabla ye y pienses que aquello va rompese en mil astilles en cualquier momento. ¿Peligru en La Mina? Ahí por lo menos pues salir corriendo muches veces. En la mar como funda tas acabau.

-¡Tanto riesgo, tantos miedos ¡¿Merecen la pena?

-Sí, hay que comer, criar los fíos, estudialos, sacar la familia adelante. La vida pasa y dante satisfacciones, veslos bien colocaos,  que aprovecharon la oportunidá que yos diste y eso cúbrete todos los malos tragos. Pero el peor de todos ye cuando los pescadores nos jubilamos. Después de todo lo pasao yo jubíleme como patrón con 27.000 ptes. y ¿con cuánto se jubilen los mineros? ¡una vergüenza manín!.

Ahora quédate la satisfacción de ver mozos a los nietos, conocer al bisnietu de Madrid, a la bisnieta que tengo en Suecia y al más pequenín, el de León …y el Coro, manín, El Coro. Si siento morir ye por que dejo el Coro. Llevo en el Coro Manín desde que empezó en 1977. Sé todes les canciones de memoria.

¡Gracias Simón! Ha sido un placer. Te deseamos, especialmente salud para que sigas cantando muchos años más. Para felicitarte estas fiestas te regalamos este video que os grabamos con ocasión de la entrega del Urogallo Especial a vuestro director del Coro Manín, Faustino García   ¡que lo disfrutes!

 

Coro Manín de Lastres