No eran caminos polvorientos, ni los bueyes tiraban de la carreta sinpecado, tampoco se distinguía en el murmullo el seseo andaluz. Es igual. F.J. Balaguer Salgado

Tuve que frotarme los ojos para vencer mi asombro. Era cierto, ante mi desfilaba emocionante, colorista , divertido y también solemne un grupo de gente ataviada con trajes flamencos, volantes hasta los tobillos, estampados,  pelo recogido en moños, sombreros cordobeses, mantones y medalla rociera. Flanqueaban una carreta ajaezada con guirnaldas, flores y farolillos que no hundía sus ruedas en el fango del camino porque éste era de asfalto por esta vez. Dios sabe hasta donde llegara la imaginación de este grupo. 

Y es que no estábamos en la marisma almonteña. Simplemente recorríamos el camino de Huerres en sentido contrario , en dirección al recinto ferial y no al  de la Blanca Paloma. Pero talmente parecía. Seguí  la comitiva a una distancia prudencial `para mi videocámara y conseguí  hacer este modesto reportaje de una noche de fiesta en La Isla. La fiesta de La Velilla confundida con la Salve rociera. J. Balaguer

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