Si algo se necesita para degustar las jornadas de la matanza es moderación, paciencia y tomárselo con calma.

Plato tras plato, vas probando poco a poco cada esencia del gochu; con la satisfacción de que probablemente, no podrás repetir. Aún así, una prueba en cada momento te garantiza una buena digestión, un paladar satisfecho y disfrutar en buena compañía.

Si te has decidido por una escapada, tu casa rural te espera para un merecido descanso; quizás primero un paseo o una charla bajo un hórreo.

Que el tiempo frío de febrero no te amargue tu bien ganada jornada de matanza.