Bibliografía y notas para la historia de un concejo. Gran trabajo de nuestro colaborador Omar Pardo que os ofreceremos en varias entregas

I.-. INTRODUCCIÓN.
 
II.-ASPECTOS CLIMÁTICOS Y SU   IMPORTANCIA.

  III.- LA CUEVA DE SAN JUAN DE DUD.

  IV.-  LA RASA LITORAL DE LUCES.

  V.-    LA EDAD DE HIERRO.

   VI.-  ORIGEN DE LOS POBLADOS FORTIFICADOS.

  VII.-  LA CULTURA CASTREÑA.

  VIII.- CASTROS LOCALES.

  IX.-    EL CASTRO DE CARAVIA.

X.-    RECINTOS FORTIFICADOS Y ASENTAMIENTOS          
         ACTUALES.

XI.-   EL CONTROL MILITAR Y ADMINISTRATIVO.

XII.- SOBRE EL ORIGEN DEL NOMBRE DE NUESTRO
          SOLAR.

XIII.- LAS LABORES MINERAS.

XIV.-   LAS LABORES AGRÍCOLAS

XV.-    EL ARA VOTIVA DE LA ISLA Y OTRAS
           CUESTIONES.

XVI.-  LA IGLESIA PRERROMÁNICA DE GOBIENDES.

XVII.- LA FUNDACIÓN DE LA PUEBLA.

XVIII.- LA VISITA DEL EMPERADOR.

I.- INTRODUCCIÓN.

Hasta principios del siglo IX, no se tienen noticias históricas de Colunga (año 803), en el que un magnate  (Fakilo), dona al monasterio de Santa María de Libardón (Sancta María in Liverdonem) la quinta parte de sus bienes “in villas prenominatas Fanum, Colunca, Camauca in Priemeo siue el in Liunattam”. Es el pergamino más antiguo de nuestra Edad Media, que se conserva en la Catedral de Oviedo.
 Aproximadamente un siglo más tarde (año 921), Ordoño II, confirmó los privilegios y donaciones que sus antepasados hicieron a la iglesia de Oviedo, añadiendo otras nuevas entre las que se encontraba “in Colunga, villam que dicitur Orres” y varias parroquias de las actuales.

 Colunga, estuvo representada en la asamblea convocada por el obispo Pelayo en 1.115 y el actual término municipal de Caravia, estaba integrado en el territorio de  Colunga, como lo prueba el documento fechado en 1.176 por el que Fernando II otorga a la Iglesia ovetense el Monasterium de Caravia, “quod in regno meo est apud Asturtias in valle de Colunga”.

 La  fundación de la puebla, tuvo lugar en el siglo XIII antes del año 1.294, en tiempo de Alfonso X o Sancho IV.

 Tradicionalmente, es en este punto donde empieza nuestra historia, pero en esta ocasión vamos a romper el molde y situarnos  cronológicamente bastante antes, el período oscuro, menos conocido: la dominación romana, con algunas reseñas prehistóricas de las que desgraciadamente no se puede aventurar demasiado.

II.- ASPECTOS CLIMÁTICOS Y SU IMPORTANCIA.

Cuando aparece  hace unos 100.000 años el hombre en este territorio, las condiciones  ecológicas eran sensiblemente diferentes a las actuales.

 El interglaciar Riss-Wurm, proporciona al hábital un clima cálido en el que se desarrollaban una fauna y una flora características de este periodo aunque hoy no sea posible precisarlas al no contar con vestigios animales ni con análisis de polen de sus yacimientos.
 
 En los años 100.000-90.000 antes de nuestra era en términos aproximados, se extiende el paleolítico inferior en Asturias, bien documentado en el yacimiento de Bañuges (Gozón).

 Gozando de un clima benigno, el hombre primitivo realizó sus asentamientos al aire libre, sólo es posible distinguir una cultura lítica : el Achelense. Del reparto geográfico de los yacimientos de esta época se deducen dos áreas preferentes de localización de grupos achelenses: cuencas interiores de los ríos al lado del agua y próximos a los abrevaderos de caza y otro rasas litorales, tal vez importantes por su economía basada al menos provisionalmente en el aprovechamiento de los recursos marinos. Situar en este período el hacha aparecida en la rasa de Luces, es bastante arriesgado y poco probable ya que es de sílex, escaso y difícilmente localizable y no de guijarros de cuarcita, no obstante en la zona más oriental (Llanes) aparece, quizá no sería pues descabellado pensar que el presapiens habitara en nuestra rasa litoral aunque es una hipótesis  un tanto aventurada.


 Los comienzos de la Glaciación  Wurm, abre el período del paleolítico medio, hace aproximadamente  90.000 años, caracterizado por el complejo industrial de musteriense, el hombre de Neandertal, se mueve en unas condiciones climáticas marcadas por el enfriamiento glaciar y empieza a elegir cuevas como lugar de asentamiento y habitación, la técnica Levallois adquiere ahora un máximo desarrollo.

 Los yacimientos en  cuevas  más importantes en la zona central y Oriental son : La Cuevona del Conde en Tuñón, Arnero en Posada, La Cuevona en Ribadesella, Ardines, etc... y al aire libre aparecen yacimientos en Nava, Siero, Riosa, Las Regueras, Salas, Grado, Oviedo Noreña y Villaviciosa. Así pues geográficamente , aquí se cita Ribadesella y Villaviciosa, no sería descabellado pues aunque no se tengan noticias, pensar en asentamientos de este tipo en nuestro solar.

 Tras el interestadial II-III de la glaciación Wurmiense hace unos 35.000 años, las culturas musterienses darán paso al paleolítico superior. El progresivo enfriamiento del clima por los rigores de la glaciación Wurmiense , facilita la generalización de asentamientos humanos en Cuevas, sin que se hayan encontrado restos de otras posibles modalidades de hábitat, la localización de las sociedades paleolíticas, cubre exclusivamente el área kárstica de la región quedando marginada  la zona occidental asturiana.
 
 Son bastante conocidos los yacimientos en los valles de los ríos en la zona oriental, Collubil, Cova Rosa, Tito Bustillo, La Riera, Bricia, Balmori, La Loja en Cangas, etc.........

III.- LA CUEVA DE SAN JUAN DE DUD.


 En San Juan de Dud, entre Colunga y la Isla, existe una preciosa gruta de treinta metros aproximadamente de longitud constituida por una sola galería abierta en una roca caliza que ofrece a la contemplación del curioso un golpe de vista deslumbrador.

 Sólo tiene una abertura que le sirve de entrada, siendo preciso iluminar su interior para admirar la atrevida bóveda tachonada de estalactitas, sostenida por airosas columnas que se elevan en el centro. Las afiligranadas labores que en su unión  proyectan las estalactitas y estalagmitas formadas en las paredes de la galería y las fantásticas figuras que se
destacan evocando el genio creador de tan grandiosa obra, delicadamente tallada por las aguas en el transcurso de los siglos, ofrecen al  espectador un primer impacto deslumbrador. Según Braulio Vigón esta cueva estudiada desde un punto de vista paleontológico ofrece materiales  “muy interesantes”.

 
Abierta la gruta en la formación jurásica, su única galería está dividida en dos secciones separadas por una fuerte valla de estalactitas y estalagmitas, a cuyo través se penetra con dificultad, forma la primera el vestíbulo por decirlo así de la principal concavidad antes descrita, cuyo suelo formado por estrato de limo arcilloso alternado con ligeras capas de caliza incrustante, ninguna especie de fósiles ofrece. El de la otra, que por su proximidad a la abertura de entrada está casi desprovista de estalactitas, constitúyenla la caliza propia de su formación cubierta por una capa ligera de terreno diluvial, del que se extrajeron varios huesos de “Elephas primigenius “ o mamutt, ejemplar como antes hemos dicho perteneciente a la familia de los elefántidos, orden proboscidios, largos colmillos, cuerpo cubierto de abundante lana gran corpulencia . No hay en la cueva o gruta pese a todas las leyendas que circulan vestigios que muestren que hubiera estado habitada por el  hombre prehistórico, ningún objeto de su industria que en otras se descubren en abundancia ofrece la de San Juan de Dud. No sería descabellada la hipótesis de que los huesos descubiertos del elefante primitivo fueran depositados en ella por aluviones de la era cuaternaria. Se ha inspeccionado mediante una calicata de dos metros de profundidad por uno cincuenta de diámetro abierta al efecto en  el centro de la cueva. (Braulio Vigón : Fuente literal).

IV.- LA RASA LITORAL DE LUCES.

Si anteriormente nos hemos referido a las rasas litorales al hablar de los asentamientos del hombre en el  Paleolítico Inferior y Medio, es interesante el estudio de la rasa litoral local, llamada Rasa de Luces, en cuyo seno según Vigón es más que seguro que se guardan restos de un industria embrionaria de la que desafortunadamente no existen investigaciones y que sin duda, arrojaría bastantes luces sobre nuestros antepasados.

 El hecho de haberse descubierto en 1.870 un hacha de sílex perfectamente pulimentada bajo una capa de tierra turbosa de dos pies de espesor, recogida por un trabajador llamado  Ángel Rodíz al roturar un terreno propiedad de Juan G.Lueje, confirma la  hipótesis de Vigón. Medía 20 cm de largo por 7 de ancho y presentaba en una de sus caras una ranura, que quizá serviría para
colocar una cuña que la sujetara entre el mango y la vaina de asta en que se introducía.

 También Aurelio de Llano cita que “próximo a Gobiendes en una cañada umbrosa llamada Obaya, se alza un peñasco que tiene varias cuevas superpuestas en las que  encontré vestigios de haber sido habitadas por los hombres primitivos”, aunque no pasa de ser una hipótesis no demasiado fiable.

 Sea como fuere, estos  descubrimientos prueban que el suelo de Colunga, ofrece un ancho campo a los estudios  prehistóricos. Sin ninguna duda un programa de investigación científica bien dirigido, pondría al descubierto restos de industrias líticas y asentamientos humanos.

 Finalizada la última glaciación hace unos 10.000 años, la llegada del holoceno, significaba el fin de los rigores climáticos y con ello el inicio de una época caracterizada por condiciones climatológicas muy similares a las actuales, lo que implicaba la emigración hacia latitudes más frías  de la fauna característica de los periodos glaciares o pura y simplemente su gradual extinción..

 Se inicia pues el desmembramiento de las formas económicas y sociales propias del Paleolítico Superior proceso iniciado con el período  Aziliense y confirmado más tarde con la Cultura del Asturiense cantábrico. Durante el Aziliense la vida en la cueva, se va desplazando hacia el exterior y ya en el Asturiense se ocuparon voladizos o pequeños abrigos.

 Tales formas económicas entraron en decadencia hasta su total desaparición ante el desarrollo de nuevos modelos culturales. A partir del cuarto milenio se documenta en Asturias la presencia de grupos humanos identificables por sus monumentos funerarios megalíticos. Su llegada coincide con el periodo climático sub-boreal.

La distribución de estos monumentos funerarios que caracterizan este periodo descubre una ocupación de áreas de media montaña (600-1000 m.) en donde las elevaciones de terreno, forman asentamientos propios para pastizales al ceder paso el bosque a la pradera, pero tampoco faltan zonas de ocupación como las rasas litorales o incluso áreas  montañosas más altas.

Sus zonas de asentamiento coinciden con zonas, que aún hoy se consideran excelentes pastizales, siendo la ganadería la ocupación predominante de las sociedades megalíticas en nuestro territorio.

 Los documentos que permiten reconstruir los modos de vida de estas comunidades se reducen por hoy a los monumentos funerarios (dólmenes) y los ajuares contenidos en los mismos.

 Pocos datos hay en nuestro concejo que indiquen la presencia de estas sociedades nómadas-pastoriles megalíticas, pero  si los suficientes para confirmar su presencia.

 En cuanto a la morfología de los restos funerarios hallados , entra dentro de lo que los especialistas llaman “indeterminada” , a la que corresponden los conjuntos destruidos localizados en la Rasa de Luces y el megalito de la Viciella en Caravia. Poco podemos decir desgraciadamente de estos conjuntos  pero lo verdaderamente importante es que confirman en nuestro concejo zonas de ocupación de población ganadero trashumante megalítica.

 En la transición del III al II milenio, las formas culturales megalíticas entrarán sin embargo en un proceso de gradual disolución. Los túmulos adoptan morfologías complejas y los dólmenes ceden el paso a distintas formas de enterramiento. Tales cambios habría que relacionarlos con la difusión de las técnicas metalúrgicas, lo que implicaba que las formas económicas y sociales  iban a sufrir una serie de transformaciones derivadas de la producción y comercialización de los productos  megalíticos que rompería con las anteriores estructuras.

 Frente a la inhumación colectiva dolménica, se impondrán ahora ritos de inhumación y tal vez de incineración claramente individuados.

Dentro de este proceso de cambios en el ritual  funerario centrados en la primera mitad del segundo milenio cabe situar los inicios de la Edad de Bronce en la actual región asturiana.

La localización de los hallazgos arqueológicos más singulares en ámbitos calcáreos del oriente de la región  y yacimientos cupríferos de alta ley y fácil explotación parece sugerir un aprovechamiento de los recursos metalíferos locales. A partir del Bronce final y hasta una época que convencionalmente se puede llevar hasta fines del siglo VI los utensilios fabricados alcanzan una tipología variada y una notable calidad en las aleaciones. Entre los útiles de este periodo, destacan las hachas de bronce de talón y anillas, cuya elevada producción se ha tratado de explicar a partir de la necesidad  en las economías ganaderas de labores de deforestación especialmente a partir del siglo VIII, cuando la llegada del periodo subatlántico propicia unas condiciones climatológicas muy similares a las actuales, incluso con mayores niveles de pluviosidad, iniciándose así una fase particularmente favorable a la extensión de los bosques.

 Un hacha de talón correspondiente al bronce final fue hallada en la rasa de Luces en un lugar cercano a Lastres, rasa a la que ya hemos hecho referencia al hablar del hacha prehistórica no datada, al contrario de aquella, ésta es un hacha característica del Bronce final, aunque de una sola asa.

 La presencia destacable de armas ofensivas, espadas, puntas de lanza, etc, testimonian a finales del bronce unas sociedades sometidas a tensiones y enfrentamientos, preludio de la Edad de Hierro, que provocará la aparición de recintos fortificados de los que si hallaremos cumplidos ejemplos en nuestro solar y de los que se hablará largamente con posterioridad.                                                             .../...