En Asturias no se cumple el Decreto 59/2018 sobre Lista de espera sanitaria.

Las listas de espera en la sanidad ya existían en tiempos remotos; véase, por ejemplo, la piscina de Betesda (casa de la misericordia) evangelio de Juan (5, 1-15). A 100 m al norte del templo judío de Jerusalén había una piscina a la que acudían multitud de enfermos, ciegos, cojos y tullidos a la espera de que se removiera el agua pues el primero que entrara en ella, inmediatamente después del agite del agua, quedaba curado. Tal asunto era gestionado por un ángel que bajaba periódicamente a remover el agua. En esta especie de mini-HUCA obviamente no eran necesarias las especialidades médicas, pero no dejaba, al fin y al cabo, de haber lista de espera aunque fuese lista de espera divina. Recientemente la sanidad pública asturiana, puede que atendiendo a la teoría de colas o líneas de espera, ha dotado a los ciudadanos con un Decreto para la lista de espera y su gestión que nosotros, sin pretender que sea tan eficaz como la divina que aun yendo de uno en uno era rápida y resolutiva, esperamos sea capaz de resolver los problemas de la atención sanitaria. La dificultad está, sin embargo, en que los que sacan los Decretos son los primeros en incumplirlos. Sí, ya sabemos que los recursos humanos y materiales son los que son y bla, bla, bla; en fin, todo eso que se dice para encontrar justificaciones y no buscar soluciones (o no saber o querer buscarlas). ¿En Asturias, el llamado estado del bienestar en su versión sanitaria (excluidos de esta apreciación los profesionales sanitarios que se dedican plenamente a los pacientes y no a “politiquear”) va camino de ser un estado fallido, un estado del malestar o acaso también se deba la ineficacia a que “forma parte de la cultura administrativa de este país al igual que el problema de la burocracia urbanística” (Sr. Cofiño )? Hemos visto y oído cómo la enfurruñada adolescente y activista medioambiental Greta Thunberg clamaba que le habían robado su infancia y eso que le queda trecho de vida todavía. A muchos asturianos sí que nos están robando el sosegado disfrute de la vejez con las lentísimas colas de espera ya que para ser atendidos (primera consulta de especialista y en su caso operación) no es raro que haya que aguantar con mala calidad de vida 16 o más meses. No se extrañen pues nuestros gobernantes si algún día, tomando como ejemplo las movilizaciones de los pensionistas, una multitud de enfermos y tullidos se manifieste reiteradamente con pancartas reivindicativas y les coja a ustedes “sin piscina” porque, al igual que en la lista de espera, no se conoce ni el día ni la hora en que eso acontezca.