Otro gran editorial de nuestros amigos de El Comentario, en el que se habla del tema de la Rasa de Luces. Tenemos que anunciaros que en breve nos veremos obligados a eliminar de la web los titulares de prensa debido a una nueva ley impulsada entre otros por los panfletos asturianos. No obstante no se pierde nada, pero por favor que no nos copien más noticias.

Casa Masaveu, tal y como gustan denominarse a si mismos en el corazón del negocio familiar de las gentes de ese apellido, ha sido un auténtico misterio para el común de los mortales, desde que tras la Guerra Civil, y aprendida la terrible lección de aquella contienda -en la que los Masaveu también tuvieron sus víctimas fallecidas en las horribles condiciones características de la época-, los dirigentes y miembros de esta familia, aprendieron que la discreción, más que una virtud, es una receta obligada para los grandes negocios.

La posesión de un enorme capital suscita envidias, y grandes, y cada vez mayores, pues el dinero está cada vez más de moda, ante el deterioro de los valores del trabajo y del ahorro que configuraron la manera de ser de las generaciones anteriores al boom inmobiliario que transformó nuestra sociedad en estos dos últimos decenios, en los que la ciudadanía vino contemplando, estupefacta, que las relaciones espúrias entre la administración y los promotores de negocios, se asientan más en el trapicheo, la componenda y la desvergüenza, que en el esfuerzo y en el conocimiento técnico combinados.

Financiar un candidato a las elecciones municipales, entregar un oportuno maletín, hacer la rosca a los personajazos, personajillos y personajucos que dominan la administración de lo público, compartir buenos momentos con las personas adecuadas, son receta segura para conseguir que lo que valía cien -porque no era edificable; por ejemplo-, valga de repente cien mil, y de buenos negocios de los que se hacen sin poner un euro, está nuestro territorio lleno.

Eso no se le oculta a nadie, y lo que antes eran virtudes, como la contención y la prudencia, o una vida modesta, e incluso la dedicación a los problemas ajenos, han pasado de esa condición de valores positivos, a ser el adorno del perfecto gilipollas, pues si a base de relaciones y sinvergonzonería se puede adquirir todo el dinero fácil que se quiera -depende, por supuesto, de una extraña combinación de inteligencia y estómago-, aquel que se pasa la vida trabajando a cambio de una módica retribución, no es ya el héroe nacional, sino un perfecto "subnormal" que no alcanza la meritoria condición de discapaz.

A don Pedro Masaveu Peterson -así se le llamaba, "don Pedro"- no lo conocía nadie, ni tan siquiera cuando fue presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, pues para dar la cara tenía al director Graciano García que lo hacía fenomenal, dando rienda suelta a su verbo florido y a sus encantos alleranos. En los diarios asturianos apenas si disponían de una foto borrosa de "don Pedro". Se decía que era la cabeza de una enorme fortuna que había amasado un prudente y hacendoso catalán afincado en Oviedo, de cuyo trabajo en unos almacenes situados en la entonces céntrica calle Cimadevilla, salieron las dos patas de la familia, la bancaria y la industrial.

La Banca Masaveu y el conglomerado cementero de Tudela Veguín representan el origen de esta familia, que fue diversificando su actividad, para entrar en los más variopintos sectores, como el agroalimentario, en el que tienen bien ganada fama con las bodegas de Murua, Pagos de Allariz o Fillaboa. La actividad cementera de esta familia, con una importante cuota de participación en el oligopolio de este producto básico para el principal sector de la actividad económica de nuestra economía, ha elevado la fortuna de este clan hasta límites incomprnsibles para el común de los mortales, sin que hayan dejado de lado su papel en la vida financiera con el final de la actividad en la Banca Masaveu, pues tras su salida del Herrero, se conviertieron en la segunda familia del Santander y en el tercer grupo del Bankinter. No podemos olvidar tampoco que tras la venta de Hidroeléctrica del Cantábrico, han reaparecido en el accionariado de la portuguesa EDP, con una siginificativa alianza con el portugúes Banco Espirito Santo.

Tras el fallecimiento de Pedro Masaveu, Elías Masaveu Alonso del Campo administró hasta su muerte la fortuna familiar, cuya principal titular, Cristina Masaveu Petersen, que carece de descendencia, acaba de adoptar una serie de medidas que ocupan la actualidad periodística, de la que cabe destacar la creación de la Fundación Cristina Masaveu, para concentrar en su sobrino, Fernando Masaveu Herrero, primogénito del recientemente fallecido Elías, la dirección del conglomerado, dentro de la tradición catalana del "hereu" que tanto les gusta destacar a los periodistas, que en no es otra cosa en realidad que una arcaica derivación de la tradición española del "mayorazgo", que consistía en la acumulación hereditaria del patrimonio familiar en el mayor de los varones, para asegurar la continuidad de la fortuna por encima de los intereses individuales de los miembros de la familia.

En días pasados vimos en prensa la aparición de mensajes lanzados por la dirección de la cementera de Tudela Veguín en Aboño, con los que se pretende condicionar la ampliación de la planta, e incluso la continuidad de la misma, a la aceptación por los vecinos de la parroquia, incluida la localidad de Xivares, de los proyectos de ampliación de la cantera que se está empezando a explotar en Peña María, en donde los Masaveu piensan explotar el 10% de la superficie de la misma -la más cercana a sus instalaciones- para sus propias necesidades de fabricación, sin darse cuenta -aparentemente- de que el presidente Vicente Álvarez Areces los está utilizando como pantalla para romper el fuego para el 90% restante de la explotación, ya en terrenos de la Autoridad Portuaria de Gijón, en donde Victorino Alonso tiene concedida la contrata para el suministro de árido para la construcción del puerto del Musel, en una operación, que es la que realmente colisiona con los intereses de los vecinos de Xivares y de Aboño en general, pues allí lo que se está haciendo en la realidad administrativamente oculta , es construir una explanda para la instalación de la regasificadora.

La familia Masaveu se lanzó abiertamente al mundo de la promoción inmobiliaria en Asturias -un mundo en el que hasta ahora participaba de manera convenientemente soterrada para no experimentar desgastes-, con el proyecto de la rasa de Luces, entre Colunga y Villaviciosa. La operación de Luces tiene una contestación ciudadana muy seria, por lo que supone de invasión de terrenos de uso comunal. La adquisición de La Talá en Llanes, a instancias del delegado del gobierno Antonio Trevín, que lleva quince años intentando por todos los medios desarrollar ese emblemático y conflictivo escenario de la lucha de los ciudadanos llaniscos y asturianos, contra el abuso sistemático de la especulación inmobiliaria, es una decisión que pertenece a la esfera de la autonomía empresarial, que se compadece mal con la tradicional discreción mantenida por los antecesores de Fernando Masaveu, pues quince años de lucha contra los promotores de esa operación, no van a terminarse porque se haya hecho con la propiedad la familia más poderosa de Asturias.

Juan Antonio Pérez Simón, con su enorme finca de Niembro, con su despamapanante yate, y con su impresionante -por todos los conceptos- cortejo, en el que llegó a estar el historiador británico Hugh Thomas, no logró desactivar la oposición a esta operación de la asociación AVALL y de los numerosos ciudadanos de Llanes y de toda Asturias, que se vienen negando a tragar, desde las primeras escaramuzas organizadas tras el acceso de Antonio Trevín a la alcaldía de Llanes. En la foto, el constructor llanisco Antonio Valle, Pérez Simón, el historiador Thomas y Antonio Trevín, en los días de vino y rosas de La Talá.

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