Recintos Fortificados

LOS RECINTOS FORTIFICADOS

Dicen los historiadores que cuando los soldados de Augusto vencieron a los astures, los obligaron a abandonar los recintos fortificados y a establecerse en los valles. Esto debió suceder aquí porque al pie de cada uno de los castros que se acaban de mencionar hay ahora un pueblo. Según Vigón, una exploración de todos los sitios que más inmediatamente dominan los llanos de Colunga, hecha con método e inteligencia, permitiría estudiar cumplidamente el sistema de fortificaciones que los romanos emplearon al ocupar esta parte de la península. Cerros, o castros como los de la Villeda, La Isla. Obaya, aparte de otros lugares como la Torre, sita en el lugar de Huerres, La Poladura, el Castillo de Sales, Castiellu en Lue, conservan señales de remotas fortificaciones probablemente para los soldados de Furnio destinados a someter y vigilar la población indígena, innecesarias a todas luces cuando la unión de los dos pueblos fue un hecho y la convivencia de vencedores y vencidos dio lugar a una nueva población que hubo de alcanzar bajo Roma un importante grado de esplendor.

Importantes son los vestigios que nos inducen a sostener esta teoría. El Castiellu cerro así llamado que se levanta a dos kms. De Colunga al S.O. dominando una gran parte del valle de este nombre, ofrece a nuestro primer examen señales ciertas de una fortificación romana, de los primeros tiempos de la conquista, inaccesible por el E y por el S. las obras de defensa de este punto, consistieron en grandes terraplenes que escalonados en zig-zag en toda la longitud de la vertiente Norte llegan hasta ganar la cúspide y en un profundo foso atrincherado que hubo de cortar la ladera menos accidentada del O. Coronando el cerro debió levantarse una pequeña fortaleza de la cual aunque con dificultad se descubren algunos restos en las ondulaciones de la meseta y además del foso, existen otras obras subterráneas en la mitad superior de la vertiente occidental, cuyo objeto no es posible deducir con probabilidades de acierto, de las contradictorias y vagas noticias que acerca de ellas pueden adquirirse.

Un precioso sello hallado en un huerto que toca al vértice de la ladera meridional del cerro, tiene grabada la cabeza de Augusto y se halla en el museo Arqueológico de Oviedo.

Tiénense noticias de estas obras por las repetidas exploraciones que practicó el vecindario de la parroquia de La Riera en busca de tesoros que suponían guardados allí desde el “tiempo de los moros”. La principal de ellas es un pozo de gran profundidad que se propusieron escombrar alentados desde los primeros momentos por el descubrimiento de hachas, medallas y otros muchos objetos que apreciados solo como indicio de más valiosos hallazgos, nadie tuvo el cuidado de conservar.

El mismo origen tiene sin duda el campamento construido en la cúspide de una prominencia cónica llamada “El Castru” que destaca en un extremo de la colina de la Villeda, al N.O. de Colunga de traza circular con una sola puerta que mira hacia el N. Por donde tenía más fácil acceso. Constituía su principal defensa un terraplén de que aún está ceñido y dos trincheras que resguardaban la entrada. Ningún vestigio revela la existencia de otras construcciones dentro del campamento si bien pudieron tener con él relación algunos edificios, cuyas ruinas existen inexploradas en la vertiente meridional, muy próximas al vértice del cono.

Restos de otro campamento se descubren en un lugar conocido también con el nombre de “Castru” que se alza sobre el mar al extremo del hermoso valle de la Isla, y también existía al pie del Sueve el “Castellum Obalia”, (Obaya), cuyo origen romano (siempre siguiendo al mismo autor), evidencian los restos de construcciones someramente examinadas en aquel lugar. Algunos puntos del concejo como los altos de Entreviñes o Pumaralbín, el sitio de la Torre en el lugar de Huerres, el cerro de la Torre también del mismo nombre en la Poladura, el castillu de Sales y Castiellu en Lue conservan señales inequívocas de antiguas fortificaciones, hechas a no dudar para el emparo de las tropas ocupantes.

Aunque de las antigüedades romanas halladas, o en relación directa con nuestro solar haremos referencia luego, quizá convenga adelantar aquí, ya que hemos mencionado el sitio de la Torre en el lugar de Huerres, el más precioso resto de arquitectura romana encontrado, acaso el único que según Vigón existe en su género en Asturias: Consiste en dos ménsulas que debían haber sostenido la techumbre de un pórtico y una puerta de arco de medio punto, que adquirió en su tiempo D. Luis Montoto, para colocarla en el cercado de su huerta en Loja. Mide 2,03 m. de alto por o,70 de ancho, notándose en la imposta variadas, aunque borrosas figuras que aun conservan el sello impreso por el genio de Roma.

También Bellmunt y Canella en su Historia de Asturias, hacen referencia a esta puerta, pero dice “procedente del Castellum Obalia”, concretamente dice “puertas como la del Castellum Obalia, que trasladó y conserva en su casa el respetable don Luis Montoto en su huerta de Loja”, y acompaña fotografía, pero sin duda se trata de un error de interpretación ya que creemos que la fuente de procedencia que indica Braulio Vigón es este caso, es sin duda la correcta.