Por Xuan Pedrayes Obaya, Arquitecto y miembro del grupo de opinión "Asturianos", en La Nueva España

El pasado día 15 de marzo ha sido otro día fatídico para la Aldea Asturiana. El Comisionado para el Reto Demográfico y el Consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial presentaron, con gran pompa y circunstancia, el proyecto “Aldea 0: diseño, ensayo y experimentación de un modelo socioeconómico para la aldea del siglo XXI”. Después de tres años de elaboración, el marco teórico para salvar a la aldea de su aciago devenir fue presentado en sociedad.

El documento no tiene desperdicio.

Ha sido elaborado por el Comisionado y el CTIC (Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación), entidad especializada en registros digitales de trazabilidad (lo llaman blockchain para darle una mayor solidez y seriedad).

El objetivo es aplicar una nueva teoría socioeconómica y socioecológica para afrontar el abandono rural y/o el despoblamiento de las aldeas, aplicando diversas iniciativas en colaboración con las comunidades vecinales de distintas aldeas (la retórica es suya). Estas son cuatro: Porrúa, Asiegu, Mual y Pion. Solo una, Asiegu, es una aldea con vitalidad agroganadera. En la elección de las aldeas-piloto ha primado más la existencia de colectivos asociativos que su representatividad.

Las acciones se desarrollarán en los años 2022 y 2023 y tienen un presupuesto de 725.000 euros, de los cuales 578.000 los aporta el Ministerio de Transición Ecológica.

Dos son las acciones estrella para la aplicación de esta “innovadora” teoría: La creación de “rebaños concejiles/cooperativos/vecinales y/o comunitarios” –aplicando “sensórica y tecnología para su seguimiento”– y la trazabilidad digital de las botellas de sidra, dado que: “la sidra asturiana está mayormente producida por pequeños llagares familiares con una escasa tecnificación y puesta en valor”. El diagnóstico no puede ser más erróneo: a la ganadería extensiva no la salvarán los códigos QR; los llagares familiares no comercializan la sidra y los profesionales tienen una producción media de 560.000 litros: 45 millones de litros/año producidos por 80 llagares. La pregunta es obvia: ¿qué tiene que ver todo esto con el reto demográfico?

De compangu se plantea desarrollar comunidades energéticas modelo, el concepto de Metaldea (lo digital parece primar sobre lo real), un abstracto banco de ideas y trasladar el conocimiento de la aldea a las escuelas o a través del museo de Porrúa. El progreso del proyecto estará tutelado por un “Comité de Pilotaje” constituido por diez directores generales del gobierno autónomo, ocho organismos públicos y el departamento de geografía de la universidad de Oviedo, con las aldeas de Porrúa, Asiegu y Mual de convidadas de piedra, lo que retrata el dirigismo de “La Aldea 0”.

“La Aldea 0” no propone la generación de riqueza, ni introduce una sola medida concreta donde pueda madurar una economía sólida. Y olvida, conscientemente, lo más importante: la fijación de un marco jurídico de la aldea, cuyo desarrollo legal está fijado en el artículo 6º del Estatuto, pieza imprescindible para conseguir el reequilibrio territorial. Aunque sea modificando la ley de Parroquias Rurales de 1986, que ahora solo sirve para acoger los restos del expolio perpetrado por los ayuntamientos al patrimonio aldeano, y donde agónicamente malviven 39 aldeas (ninguna de ellas ha sido elegida como aldea-piloto).

Tampoco plantea lograr una gestión forestal moderna y la recuperación de los montes vecinales de mano común por las aldeas, cuestión esta torpedeada por las continuas impugnaciones de los Ayuntamientos y la Consejería de Medio Rural apellidada, hipócritamente, de Cohesión Territorial. “La Aldea 0” es puro humo. Continúa la tradición del cinismo, el paternalismo (ahora en versión digital), la visión urbanita intracolonial, la tecnocracia incompetente y el municipalismo político, practicado por todos los partidos, que desprecia y bloquea conscientemente el desarrollo aldeano.