El Sespa elabora un procedimiento para actuar ante posibles casos de sumisión química

Profesionales de los dispositivos de emergencias evaluarán la situación clínica, emocional y personal de las posibles víctimas. En caso de sumisión química sin sospecha de abuso sexual, los equipos sanitarios realizarán un parte de lesiones y alertarán a las fuerzas de seguridad a través del 112. Si hay sospecha de agresión sexual, derivarán a la persona afectada a las urgencias hospitalarias, donde se seguirá el protocolo específico. Además, se valorará su estado por si precisa asistencia psicológica.

Si se trata de menores de edad, se ofrecerá apoyo psicosocial y acompañamiento en todo el proceso. También se comunicará la situación a la familia, y se informará sobre las consecuencias del parte de lesiones y la importancia de la denuncia.

El concepto de sumisión química se emplea para hacer referencia a la administración de sustancias psicoactivas a una persona con fines delictivos o criminales. Estas sustancias, que modifican el grado de vigilancia, consciencia y capacidad de juicio de las víctimas, se caracterizan por ser insípidas, incoloras e indoloras, de acción rápida, corta duración y fácil administración. Son eficaces a dosis bajas y sus efectos son similares a los de una intoxicación etílica, por lo que la afectación al estado de conciencia es relativamente rápida y prolongada. En su mayoría, se administran por vía oral y, eventualmente, también intramuscular o subcutánea.

Algunos de los síntomas de la sumisión química son la amnesia anterógrada (es decir, la incapacidad para memorizar hechos nuevos), sedación, efectos alucinógenos, con desorientación temporal y espacial; desinhibición y parálisis o dificultades de movilidad. Asimismo, pueden causar alteraciones visuales, en el habla y del equilibrio, entre otras.