Omar Pardo: El almanaque de la cocina

Y no me vengan ustedes ahora a decir que no lo conocen, aunque bueno puede que los más jóvenes pues ya poco o nada, porque aunque aún quedan ya son una reliquia, que para eso están ahora los móviles que se han comido la mitad de los artilugios de antes, y no solo el calendario, sino el reloj de pulsera, el radio transistor pequeñín, la cámara de fotos, la calculadora de bolsillo...

Y a ver que no paran ahora también se están comiendo el aparato casero de inflar para tomar la tensión los vieyos, el medidor de glucosa, también cosa de vieyos, y hasta los anuncios eróticos de La Nueva España que ahora se ven en el móvil, que lo sepan...

Así que nada, a lo que íbamos, que todo el mundo tenía antes en la cocina un calendario de esos de pared, la mayoría de ellos con el Santoral y las Lunas, luego ya empezaron a quitar con esto de la progresía el Santoral y de las Lunas ya no se acuerda nadie porque eso era cosa de los vieyos pa cortar el pelo, sacar les patates, corchar la sidra, ir a arcinos y eso que ahora ya casi no se hace.

Unos eran cortesía de la tienda de alimentación - que aún no se lo habían comido todo las grandes franquicias de supermercados - O sea de Casa Vallin, Ferretería Fernando Bañuelos, Casa Armando, o Carnicería La Leo, por ejemplo, otros muy socorridos eran los de la parroquia tipo Virgen del Pilar, Sagrado Corazón y demás.

Había también de comerciales de productos agrícolas, como por ejemplo tractores M. Fergusson, o Piensos Asturcón o Biona, sin faltar por supuesto los del anís de la Asturiana o el de La Praviana de Castaño el de Arriondas, y claro, no nos olvidemos tampoco que ya con el tiempo empezaron a parecer los pícaros de taller mecánico - que esos en la cocina, pues como que no - de macizas en bragas que cada vez fueron destapándose más por fortuna.

Bueno, la temática como ven era diversa y cada una era adecuada para un lugar concreto.

Y bueno, también desaparecieron los de bolsillo que repartían empresas, comercios y bares por Navidad que todos ustedes conocieron también.

¿Ahora?

Pues ahora se lo comió todo el móvil ese que tienen en el bolsillo; hasta el Zaragozano del tiempo; un progreso pa unos; una ruina pa otros, vaya, que ya saben que nunca llueve a gusto de todos, eh…

¡Pues eso!