Omar Pardo: Sobre tradiciones en desuso

Por fortuna esta vez, sí, ya lo ven, y eso que siempre les digo que hay que tener gran cuidado con el poder masónico en la sombra (para la mayoría), puesto que para los iniciados son muy, pero que muy previsibles y les puede la prepotencia que se apañan magistralmente para enfrentar entre sí a los pichichis de medio pelo con el objetivo – claro está – de que no arremetan contra el verdadero enemigo - o sea, ellos mismos –

Por ello el apego y defensa a ultranza de nuestras tradiciones y costumbres es mano de Santo para combatir esta lacra, aunque en este caso por fortuna esta tradición a la que nos referiremos hoy no es para nada edificante ni va pallá, por eso nos alegramos que esté ahora mismo prácticamente en desuso, o por lo menos muy menguada al menos en lo que a un pasado reciente se refiere.

Y me refiero como no a la infame BLASFEMIA, aunque por estos lares usamos más bien para referirnos a ella el también infame término: “CAGAMENTOS” , muy vinculados quieran o no a nuestras ancestrales tradiciones, ya que el idioma español es sin duda el más blasfemo del mundo.

La blasfemia española asume fácilmente la forma de un largo discurso en el que tremendas obscenidades relacionadas principalmente con Dios, La Virgen, El Espíritu Santo y los Santos Apóstoles sin olvidar por supuesto al Papa pueden encadenarse y formar frases escatológicas verdaderamente aterradoras.

Autores foráneos, e incluso Luis Buñuel, solían afirmar ni más ni menos que la Blasfemia es el “arte”, por llamarlo de alguna manera español por antonomasia.
Cada región o zona naturalmente tiene su propia idiosincrasia y aquí en Asturias, y no digamos en nuestra zona se blasfema mucho y muy variado, formando los “cagamentos” como se dice aquí parte central del pan nuestro de cada día.

Hay incluso cagamentos que se heredan, que pasan de padres a hijos que se transmiten con todas sus propiedades durante generaciones incluso, y que nadie que no sea de la familia o del clan se atreverá a repetir pues ello sería como invadir propiedad ajena o poco menos.

En mi parroquia que por cierto era bastante proclive a ello, los había hasta personalizados en un individuo en concreto que solía tener el suyo preferente tal que fuera de su propiedad, como por ejemplo este tan peculiar como extemporáneo:

“Me cago en la Busta y en Santa Mera xuntes…!

Pero, lo suyo era la Divinidad y el Santoral, como no:

Me c. en Dios, en La Virgen, En San Pedro – patrón de la parroquia-

O más específicos: La P… Virgen; La Virgen Santísima… Me c… en San Dios, o en la cabeza Dios.

Sin faltar el Papa, claro:

“Me c… en el Padre Santu”, que era propiedad particular de un personaje en concreto, o Me c… en San Juan la Diabla – que nunca pude saber el significado de lo de la Diabla –

Otro de vía muerta pero muy simpático si se puede llamar así que también estaba circunscrito a un personaje era:

“Me c… en el hijo del Zebedeo”; que ese sí que me pude enterar de que era Santiago el Mayor, imagino que para darle mayor realce.

En fin, lo de Me c… en Cristo en un barril y todos los Santos de tapadera, o «Cago'n dios y tolos santos a venti kilómetros a la redonda por si hai dalguno cagando», para que contarles.

No obstante en una ocasión leí un escrito de un Académico de la Lengua de vacaciones por aquí y atento como siempre a las variopintos matices del lenguaje, expresaba con asombro que aquí en Asturias en una parroquia de Ribadesella donde él se hallaba de vacaciones oyó decir en un Bar de pueblo la blasfemia más brutal que había escuchado nunca y que decía así:

“Me c… en el hígado de La Virgen”, aserto personal vinculado estrechamente a un famoso parroquiano de la localidad.

Pues bien, esa localidad era Loroñe, y nuestro académico la ubicó erróneamente en Ribadesella, pero ya saben que aunque sea un dudoso honor, la parroquia de Loroñe es término municipal de Colunga, eh…

En fin…

¡Pahabernosmatao…!