Queridos reyes magos. Sé que han pasado muchos años desde la última vez que os escribí en estas fechas. Quizás, demasiados. Sí, soy un poco mayor para esto, pero os pido que leáis mi carta la última, tras la de todos los niños de esta pequeña aldea asturiana, que llenos de ilusiones plasman sus pensamientos y los envían con la esperanza de que ocurra el milagro de la Navidad.

Estoy segura de que todos coincidiremos en que ellos son prioritarios y que sus sonrisas al pie del arbolito totalmente adornado con ayuda de sus familias o del nacimiento son invalorables.

Este año es especial para mi hogar, estoy viviendo con mis padres, mi hermanito pequeño que tiene 3 añitos,  por el que hace que la ilusión de este año sea mayor y con mi abuela, la mama de mi papá. Yo me llamo Elena, y como os venía diciendo soy un poco mayor para escribiros a pesar de la ilusión con que lo hago. Tengo 15  años y este año a mi abuela María le diagnosticaron Alzheimer.  Sin embargo, espero que no dejéis de tomar en cuenta mi deseo. Quizás sea un poco más complejo que otros juguetes que os pedía hace años atrás, pero, sin lugar a dudas, es mucho más necesario y brindará muchas más alegría en mi hogar.  Sí, a estas alturas debéis estaros preguntando de qué os hablo, pero es un deseo muy importante y estoy segura de que lo adivinasteis ya cuando escribí la palabra <<Alzheimer>>.

        Queridos reyes, para este año quiero que mi abuela María recuerde esos recuerdos perdidos por la enfermedad, unos recuerdos especiales que los puede vivir este año con mi hermano. Mi deseo es ayudarle a recordar cómo es la navidad en nuestra casa, como colocamos el árbol y lo decoramos, como son las tradiciones de la aldea; en general,  cómo vivimos los años atrás con ella en esta época del año. Sé que parece mucho pedir, pero no os preocupéis. Soy consciente que no puede pasar de un día para otro. Sin embargo, sí espero que los efectos de vuestra  intervención broten como las primeras flores de primavera, esas que aparecen al final del invierno y con el paso del tiempo, se extienden hasta teñir todo el paisaje de cientos de colores.

    No sé si he sido una “niña” lo suficientemente buena para un deseo tan grande,  pero lo que necesito tanto para ver feliz a mi abuela como para mí, es hacer que la anécdota más importante de mi infancia sea recordada una vez más como en el pasado, aquella de ir a la tienda de bolas navideñas de cristal que se mueve la nieve que se encuentra en la aldea donde vivimos, la cual fue donde ella conoció a mi abuelo y vivieron aquí tantísimos años y ahora nosotros vivimos en ella, quiero recordarla con ella junto con mi hermano como si de mí se tratase.  Este es mi único deseo de Navidad. Uno sólo, pero que hará feliz a mi familia y especialmente a mi abuela que a pesar de su enfermedad puede empezar de nuevo, junto a  mi hermano y a mí. 

             PD: Siempre me enseñaron  a ser agradecida por absolutamente todo, porque cada día en sí mismo es un regalo, porque curiosamente en portugués la palabra regalo se dice presente y poder vivir este presente es ya, de por sí, un gran regalo. Esperando no ser muy mayor para solicitar milagros de Navidad.