Presidenta, señorías, señoras y señores,

Hoy es un día muy importante para el Principado de Asturias. Por primera vez la ciencia va a ocupar una jornada entera en la Junta General y por ello me siento profundamente honrado de comparecer ante esta comisión. Espero que todas las personas que estamos aquí aprovechemos este día, y que sirva para construir un fructífero debate que redunde en un impulso a la ciencia, a la innovación y a la formación superior de nuestras y nuestros estudiantes. Espero también que sus aportaciones contribuyan al mantenimiento de las buenas relaciones con la Universidad de Oviedo. Debate, crítica constructiva y aportaciones deben ser los objetivos comunes de todos nosotros y para ello tenemos cuatro años por delante de intenso trabajo.

El equipo que llega a la Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad, entiende la ciencia, en su sentido más amplio, como el resultado de todas aquellas actividades de carácter más o menos explorador que tienen como objetivo obtener un mejor conocimiento del mundo que nos rodea. Si bien es cierto que esas actividades exploratorias, englobadas dentro del denominador común de la investigación, son sólo una parte del conjunto de actuaciones científicas. Así la docencia, la gestión, la divulgación, la difusión o la implementación de procesos industriales y aplicados tienen a la ciencia en su base.

La investigación siempre redunda, -y voy a serles muy sincero- a menudo sin pretenderlo, en aplicaciones, el denominado corta y pega genético o tecnología CRISPR es un claro ejemplo. Muchas de estas aplicaciones son tan relevantes que sin ellas no podríamos siquiera imaginar nuestra vida actual: electricidad, salud, calidad de los alimentos… La lista puede ser todo lo larga que se quiera y abarca todos los campos del conocimiento. Y el futuro no va a ser muy diferente: la economía circular, la transición energética, las tecnologías de la información y la comunicación, la alimentación, las nuevas terapias, la biotecnología, el acceso al agua dulce… una parte importante de los empleos del futuro, esos empleos aún por crear, van a estar influidos de forma determinante por la ciencia. Por eso, y como es sobradamente conocido por sus señorías, las regiones y los países que apuestan por la investigación aumentan su riqueza (material e inmaterial), contribuyen al bienestar de sus habitantes y desempeñan un papel protagonista en el panorama mundial.

La ciencia es un elemento no sólo clave, sino necesario para la sociedad del bienestar y para nuestra economía regional. Promover una adecuada política científica es indispensable para crear empleo de calidad y riqueza. La última crisis económica sumió a la comunidad científica en un período de austeridad sin precedentes, con disminución tanto en el número de proyectos de investigación como en el de contratos pre- y postdoctorales, programas muy sensibles para nuestro futuro. Mientras España disminuía su inversión en I+D+i, los países de nuestro entorno la aumentaban.

De todos los recortes sufridos tal vez los más importantes han sido los realizados en las primeras etapas de la formación de nuestros científicos y científicas. Estoy hablando, señorías, de jóvenes entre 18 y 24 años, jóvenes sobrecualificados y sin experiencia laboral. Si no invertimos en este colectivo ¿cómo podemos imaginar ningún tipo de futuro?

La familia socialista, consciente de que los europeos somos los líderes mundiales en ciencia (de hecho uno de cada tres artículos publicados en revistas científicas internacionales es europeo), hemos demostrado nuestra apuesta por la Ciencia con la creación en el año 2018 de un Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, cuyos principales retos son aumentar la inversión en I+D+i, la reducción de la burocracia, la atracción de talento extranjero y la recuperación de la proyección internacional.

Los y las socialistas asturianas ya anunciábamos nuestro compromiso con la ciencia en el programa electoral con que concurrimos a las elecciones del mes de mayo, proponiendo medidas que más adelante explicaré a sus señorías, y que se materializan con la creación de una nueva consejería: la de Ciencia, Innovación y Universidad.

A esta consejería le corresponden competencias anteriormente atribuidas a la Consejería de Educación y Cultura y a la Consejería de Empleo, Industria y Turismo. Cabe resaltar que hemos sido muy cuidadosos en la contención del gasto a la hora de realizar la estructura, pero a la vez conformando una base sólida y operativa sobre la cual poder crecer en años sucesivos. Los órganos centrales de la Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad serán una Secretaría General Técnica de nueva creación con dos servicios, uno de asuntos generales y otro de contratación y servicios jurídicos, la Dirección General de Universidad, y la Dirección General de Innovación, Investigación y Transformación Digital. Esta Consejería aúna competencias en educación superior, en investigación, en innovación y telecomunicaciones, cuatro instrumentos clave para nuestra acción de Gobierno y para construir la Asturias del presente y del futuro. Señorías, con esta estructura pretendemos llevar adelante distintas líneas estratégicas para convertir el conocimiento en inversión, para instaurar una cultura innovadora no sólo en el ámbito tecnológico, y para atraer talento que permita generar valor para toda la sociedad asturiana.

Con la creación de esta consejería, Asturias tiene la oportunidad de ser diferente, de hacer las cosas de forma distinta. Sólo una política científica adecuada hará que nuestra región pueda afrontar retos tan importantes y tan cercanos como la transición energética, la transformación digital, impulsar el sector agroalimentario y la biotecnología o afrontar la demanda de servicios propia de una población cada vez más envejecida. Señorías, lo tenemos aquí ya, probablemente esta sea la última posibilidad de reaccionar a tiempo. Hagamos de esto una oportunidad para la creación de empleos de calidad y de un tejido de empresas altamente innovador. Posibilitemos que nuestros hijos e hijas, si en el futuro deciden no trabajar en Asturias, que no sea porque aquí no encuentran oportunidades.

El hecho de haber creado esta consejería va a ayudar a que la ciencia retorne a la agenda política, y esto señorías es bueno para todas las agrupaciones políticas y para la sociedad. Si me permiten, voy a desgranar la fórmula I+D+i: La primera I de investigación atañe a todas esas actividades de carácter más o menos exploratorio que, aplicando la mayor parte de las veces el método científico explican mecanismos del mundo natural. La D de desarrollo entronca con la puesta en escena de prototipos y pruebas de concepto de nuevos productos, de nuevos sistemas, de nuevos medicamentos. Y por fin la i pequeña de innovación, una i sin embargo muy grande, significa ventas, crear mercado, planes de negocio, pero también significa emprendimiento, crear spin-offs, start-ups y empresas de base tecnológica. Significa impacto en la cuenta de resultados, pero significa también toda una serie de innovaciones no tecnológicas y sobre todo una renovación constante como base de nuestra competitividad, así como un cambio cultural que debe ser integrado y asumido por todos los estamentos de la sociedad. Esto señorías es muy importante, no toda la innovación es tecnológica, puede innovarse socialmente, en gestión de recursos humanos, en protección intelectual e industrial etc.

De ahí se deduce que, mientras que en la investigación y en el desarrollo operan preferentemente la Universidad y los Organismos Públicos de Investigación, en la innovación nos encontramos principalmente a las empresas. Los centros tecnológicos pueden acceder a los tres niveles. También es cierto que la mayor parte de la Investigación no acaba en innovación, como así lo recogen informes de NESTA o de la OCDE, incluso se desliza en algunos documentos de COTEC. Sin embargo, es deseable maximizar esa parte del conocimiento científico generado que, financiado por las administraciones, acaba en el mercado en un corto, medio o largo plazo. También es deseable que las empresas y las industrias apuesten por invertir en nuevo conocimiento, por ejemplo, a través de la creación de centros de I+D+i como son los casos que ya tenemos en la región, o a través de colaboraciones y convenios con la universidad, los organismos públicos de investigación y los centros tecnológicos. Los Open Labs/laboratorios abiertos contemplados en el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación del Principado de Asturias son un ejemplo de cómo fomentar esta colaboración público-privada, pero no podemos ni debemos quedarnos ahí. Desde el punto de vista de mi equipo, la importancia de una política científica bien planificada radica, entre otros factores, en plasmar una estrategia para establecer vasos comunicantes entre investigación e innovación, entre academia e industria, y ahí es crucial el papel de la administración.

Asturias cuenta con un capital científico excelente en distintas áreas de conocimiento: la sociedad asturiana debe sentirse muy orgullosa. Estas personas, respaldadas desde el gobierno y a través de una política científica regional estable, pueden ayudarnos a seguir generando conocimiento científico que desemboque en la creación de empleo de calidad y de un ecosistema de empresas innovadoras. La historia nos dice que el conocimiento científico acaba siendo aplicado, sólo hay que mirar cómo todas las inversiones públicas han acabado en tecnologías sin las cuáles no imaginaríamos nuestras vidas. Por ejemplo mientras que las administraciones invertían en biotecnología y nuevos fármacos, las inversiones privadas llegaban muchos años después. Internet, el GPS o la pantalla táctil: todas ellas han sido fruto de grandes inversiones públicas ahí donde la industria de la época no apostaba. Sin esa apuesta de la administración pública ni ustedes ni yo tendríamos teléfonos móviles inteligentes. Quiero decirles con esto señorías que cualquier política científica necesita un tiempo que no cuadra con nuestro cortoplacismo. A pesar de los plazos, cuento con poder desplegar ciertas estrategias en forma de dos grandes MISIONES en colaboración estrecha con el resto de consejerías, con las que trataremos de imaginarnos dónde queremos a la Asturias del 2030, donde planificaremos que una parte de ese conocimiento científico, al menos el más cercano al mercado, pueda ser aplicado de la forma más rápida posible. Pero por favor, les pido señorías que no nos olvidemos de la generación de nuevo conocimiento científico y la formación de recursos humanos. Repito, por favor, no nos olvidemos de esto porque es la forma de garantizarnos un futuro.

El primer cambio que debemos tratar de catalizar desde el gobierno es el de la colaboración entre todos los actores del ecosistema científico técnico de tal manera que engranen y acompasen sus acciones. Asturias necesita también más visibilidad en el Estado, y sobre todo en Europa, no sólo en Bruselas sino en el resto de regiones, ya que son fuente de potenciales inversiones. Asturias necesita muchas más empresas que innoven, que entiendan la innovación como parte de su negocio, que lo interioricen culturalmente. Asturias necesita retener y atraer talento, porque al fin y al cabo detrás de todos estos procesos hay personas, y si ellas son perspicaces, sagaces, talentosas, catalizarán el cambio que necesitamos. Asturias necesita muchas más iniciativas público-privadas. Allí donde haya un proyecto interesante, con retornos sociales en cuanto a creación de empleo cualificado o con capacidad de generar nuevos mercados, ahí estudiaremos invertir.

Con esta reorganización del sistema de gobernanza de la ciencia, tal y como recogíamos en nuestro programa electoral, el objetivo es llegar al final de la legislatura habiendo alcanzado el 2% del PIB en materia de I+D+i, este será el primer paso para converger con las directrices europeas en materia de inversión. Nuestra acción programática comprenderá 6 grandes ejes. El primero, focalizado en la definición de una estrategia científica a través del impulso de 2 misiones que trabajarán en la Asturias del año 2030; el segundo, en los recursos humanos y la atracción de talento; el tercero, en potenciar la acción de la Universidad de Oviedo; el cuarto, en fomentar la promoción de la colaboración público-privada; el quinto, en disminuir la burocracia; y el sexto, en divulgar y difundir la ciencia.

Comencemos por esas dos grandes misiones para imaginarnos y construir la Asturias en 2030. Es fundamental que la sociedad en general, me refiero a los ámbitos público y privado, así como la sociedad civil, valore e interiorice esta apuesta por la I+D+i como una herramienta de mejora continua para todos los sectores de la sociedad y con impacto en calidad de vida o salud. Interiorizando la innovación podremos posicionarnos a corto plazo; con la investigación lo haremos a medio y largo plazo.

Como ven, mucho trabajo y tareas por delante. Y, ¿con qué contamos en el Principado de Asturias? Asturias cuenta con una Universidad entre las 500 mejores del mundo, los Centros Integrados de Formación Profesional, el Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA), la Fundación para la Investigación Biosanitaria de Asturias (FINBA), el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), Organismos Públicos de Investigación Estatales como la Agencia Estatal Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con tres centros en nuestra región y uno en ciernes, el Instituto Español de Oceanografía, el Instituto Geológico y Minero de España, Centros Tecnológicos (IDONIAL, CTIC, CETEMAS, ASINCAR), el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (SERIDA), el Instituto de Desarrollo Económico del Principado de Asturias (IDEPA) Spin-offs, Start-ups y Empresas innovadoras, de base tecnológica o no, Centros de I+D+i de multinacionales como Arcelor Mittal o Thyssen, HUNOSA, la Federación Asturiana De Empresarios y los clústeres y clubs como el de la innovación o el de la calidad, muchas empresas que innovan y que ni siquiera lo saben... y seguro que aún me dejo algo en el tintero. Un potencial científico, tecnológico e innovador que puede ser cuantificado, y que sitúa a nuestra comunidad en quinto lugar tras Madrid, Navarra, Cataluña y País Vasco en términos de atracción y retención de talento. Y esto no lo digo yo, lo dice un informe publicado este mismo año por la Fundación COTEC para la innovación, denominado Mapa del Talento en España 2019.

El Principado de Asturias también necesita regular todos estos procesos. Esto se abordará a través de la propuesta de una Ley de Ciencia adaptada a nuestras peculiaridades regionales, que debe hacerse con un amplio respaldo de la Junta y de todos los partidos políticos, por los que desde este mismo momento les pido su colaboración. Si además y en el corto plazo tenemos Ley de fomento del ecosistema de las start-ups aprobada -de hecho el anteproyecto ya ha sido hecho público en el portal de avance digital del Gobierno de España-, también adecuaremos nuestra norma para facilitar puntos muy importantes como son el dotarlas de una personalidad jurídica propia, con el fin de diferenciar las empresas tecnológicas de nueva creación del resto de pymes, o estudiar el despliegue de incentivos fiscales a la I+D+i contenidos en dicha ley. Mediante el desarrollo e implementación de una normativa regional propia, que despliegue en general instrumentos previstos en las normas nacionales, pueden por ejemplo salvarse algunas de las barreras a la transferencia del conocimiento sin menoscabo del marco legal existente a nivel nacional. Uno de los capítulos de dicha ley debiera dedicarse a la evaluación, redacción y seguimiento del PCTi, estableciendo los plazos de redacción, seguimiento y evaluación, evitando así años en blanco.

Nuestra ley debe tener también en cuenta aspectos reflejados en el Real Decreto-ley 3/2019, de medidas urgentes en el ámbito de la Ciencia, la Tecnología, la Innovación y la Universidad, en cuanto a garantizar la igualdad de oportunidad de acceso a puestos científicos y docentes entre los investigadores e investigadoras, muy especialmente a las científicas que decidan ser madres.

A modo de resumen de mi intervención, quisiera destacar que no existen recetas mágicas, pero hay ingredientes imprescindibles que debemos utilizar para la Asturias del futuro, y que son:

En definitiva señorías, y con esto concluyo mi exposición, tenemos una gran labor por delante. Y digo tenemos porque no sólo me refiero al equipo formado por esta consejería, que en definitiva comienza a dar sus primeros pasos, sino también a todos ustedes. Aquí no se trata de colgarse medallas a título personal, se trata de buscar lo mejor para Asturias. Con sus aportaciones y propuestas podremos llevar adelante políticas que fomenten el conocimiento, favorezcan su desarrollo y culminen en proyectos de innovación reales que se traduzcan en creación de empleo y, por tanto, en aumento de riqueza para Asturias. Me consta que es lo que quieren ustedes, y les aseguro que es lo que quiere mi consejería y mi Gobierno.

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