MINEROS DEL MAR... Dedicado a la Villa y Puerto de Lastres

Poema en tres cantos galardonado con el premio “tema libre” en los Juegos Florales de Mieres (Junio de 1.948); obra de Luis Cortés.

MINEROS DEL MAR:
Composición poética galardonada con el premio “tema libre” en los Juegos Florales de Mieres (Junio de 1.948); obra de Luis Cortés.


DEDICADO A LA VILLA Y PUERTO DE LASTRES

POEMA EN TRES CANTOS:

I.- LA CALMA:

Está el mar tranquilo;
espejo de un lago parece.
Sobre el combo-silo
una barca dormida se mece.

El agua en la orilla
del acantilado
su lengua bovina pasa mansamente;
a menos de milla,
con ritmo pausado,
navega un mercante con rumbo a poniente.

Nítida gaviota,
-barquito de vela-
-de la escala celeste una nota-
perezosa vuela.
Un beso que el mar
al cielo le envía;
espuma que quiso volar
en tan bello día.

El sol está orondo como un domador,
-dormida la fiera-;
un soplo de brisa lleno de frescor
viene hacia los pueblos que hay en la ribera:
Colunga, escondida detrás de un ribazo;
Caravia, risueña,
presume al balcón;
como una muchacha cogida del brazo
del mar, halagüeña,
La Isla se muestra asomada al Peñón.

La sierra del Fito
de suaves bajadas;
abruptos y osados los picos del Sueve,
orlados del mito
de rubias cadenas guardadas
bajo la leyenda que siempre conmueve

En costa bravía,
la reina del mar proceloso:
¡LASTRES! qué extasía
presidiendo el azul luminoso.

Los mineros del mar han salido
para la tarea,
-lucha incierta, peligro adherido
como lapa al vivir de la aldea-

Chiquillos descalzos y rudos;
(la vida prepara…)
Horizontes mudos
en contraste con falsa algazara.
Unos viejos- la vista mordida
de tanto mirar al confín-
zurcen unas redes que muestran la herida
de un amplio boquete que rasgó un delfín.

Sabor a salitre yodado,
azul proletario de sus habitantes,
y por el collado,
el rebaño de casas que suben por ver anhelantes.

La paz en la tarde; un azul cobalto
sonríe en el cielo.
El mar, desde lo alto,
es de terciopelo.


II.- LA TEMPESTAD:

Ha cambiado el color de la tarde;
negras nubes empuja el ciclón,
que se acercan con paso cobarde
como el signo de una maldición.

Latigazos horribles del viento…
La sensible epidermis del mar
se enfurece y con gran movimiento
en las rocas comienza a bramar.

El paisaje se torna borroso,
la ribera se pierde entre bruma;
solamente respira el coloso
levantando montañas de espuma.

Sobre el pueblo con alas plomizas
agoreras señales se extienden.
¿Qué verán esas aves huidizas
que tal vez el misterio comprenden?

Un relámpago cárdeno brilla,
-juramento infernal que saliera
cual si fuese una enorme cuchilla
que en dos partes la nube escindiera-

Mar y cielo se juntan luchando;
dos gigantes se ponen en guerra:
¡Ay de aquél que se encuentre pescando!
¡Ay del barco alejado de tierra!

Estridente sirena en el puerto
al espacio su grito descarga,
y en el faro una luz a lo incierto
como un brazo de ayuda se alarga.

Las mujeres, los niños llorosos,
en su rostro reflejan espanto;
y teniendo presagios luctuosos
van con cirios en súplica al Santo.


III.- DESPUES:

La calma renace…
Huérfanos y viudas forman el total
triste en la tragedia que el alma deshace
sin que luchar pueda contra la fatal

De nuevo, minero,
el cielo está claro;
de nuevo a la lucha. ¡Pobre marinero!
¡Y aún dicen algunos que el pescado es caro!
¡Como si la vida valiera dinero!


No me consta dato alguno del autor – Luis Cortés – aunque se me ocurre, que quizá pudiera tener algún lazo familiar o de cualquier otro tipo con nuestra zona, incluso llegué a pensar – por qué no – que pudiera ser de Lastres vista esa composición, no sé, pero quizá alguno de ustedes si lo sepa.
Ya me dirán…

 

 

. Ya me dirán…