Omar Pardo: Nenos, ñeros y páxaros o la infancia rural en los años 60

Porque a ver, pues juguetes y eso sí que había pero el camión pa los reyes, la muñeca y poco más, no vamos a andar llorando ya, pero en fin, no con la abundancia de ahora, pues los más socorridos eran el artesanal tiragomas pa andar a páxaros o para azuzar a los gatos – que era la tendencia “ecologista” de entonces - los arcos y flechas artesanales también con estas últimas hechas malignamente si terciaba con varilla de paragües afilada, y otros engendros semi-rústicos similares.

En fin, eran otros tiempos, y claro, las cosas cambian, y una de las que más ha cambiado es la infantil afición a coleccionar huevos de pájaro de múltiples colores metidos entre harina en cajas de cartón de zapatos que era lo suyo.

Primero había que localizar los ñeros, naturalmente, que era lo más chungo, y luego claro guardar mucho secreto, no te lo fueran a “pisar” hasta que hubiera huevos y “zas”

Los de miruellu y afines eran los más difíciles de localizar, pues andaban muy metidos por el matorral, contrariamente a los de cuervo por ejemplo, que se localizaban muy bien, pero claro a una altura enorme en altísimos ocalitos por lo general y encima en el saliente de la rama, con lo cual era una temeridad acceder a ellos, sin embargo con el cinturón de cuero de los pantalones cortos atado a los tobillos algún valiente aún esguilaba hasta allá a veces – las menos con éxito – pero bueno, como no hay mal que por bien no venga lo que se hacía en esos casos era esperar que hubiera páxaros ya con pluma a punto de volar para sormenar la rama y que cayeran al suelo y así cogerlos vivos – si no se espachurraban, claro – y llevarlos para casa de mascota, ya que los cuervos y las pegas (urracas) en cautividad se adaptaban y se hacían caseros, no como otros pájaros como los glayos (arrendajos) que se morían de rabia.

Los glayos por cierto se cogían vivos ya de adultos a través de una trampa que por estos lares se llamaba “gavia”, que no era otra cosa que una especie de artesanal pirámide truncada de palos de avellano ataos con alambre que se colocaba en el suelo con una panoya dentro detrás de un artilugio móvil que el bicho pisaba y lo hacía caer dentro.

Lo peor luego era cogerlo, pues peleaban como leones, y por norma general dejaban a picotazos y arañazos las manos del ínclito infante como las de Jesús nuestro Señor ensangrentadas y arañadas con ansia viva.

La caza de grillos para meterlos en jaulas de de plástico de colores vivos que se compraban los jueves en el mercau en Colunga eran otra de las diversiones de la infancia en esos tiempos, y había diversas tácticas para ello.

Primero había que localizar las cuevas , luego marcarlas con un palo, y por último ir con una botella de agua a anegar la morada del bicho y esperar a que saliera, o también – y bastante más eficaz por cierto – echar un puñau de formigues y entonces salían más que a paso, pero claro, para eso tenía que haber un formigueru cerca, y que no fuera de les roxes, porque eses picaben que metía mieu, y como había que echales a puñaos, pues claro.

En fin; lo de ir a pescar al riu, Llobones en Sales en esti casu era otra. Les truches que antes si que había eren demasiau espabilaes pa los nenos, y ahí no había nada que hacer, no así los pescardinos y les anguiles que eses si que picaben sobre todo cuando había riada con merucada, asunto peligroso puesto que el río desbordado ocultaba el cauce y de caer allí, válgame Dios, pero en fin, que el ángel de la guarda protege a la infancia sin tanto cuento como ahora, que lo sepan.

Más diversiones y no solo jugar al balón si que había, pero bueno, corramos un tupido velo, pues no sé ahora, pero los infantes en esa época al menos y en mi entorno, pues de tiernos no teníamos nada, lo más “light” era ver un gato y emprenderla a pedradas con él, claro que no eran como los de ahora, pues los bichos nada más divisar a los tiernos infantes corrían – como no -que se las pelaban

Otra cosa eran los perros a los que también se trataba de putear, pero con esos cuidadín, que estaban más que escarmaos y a la mínima te triburaban, no como los consentidinos y mimaos de ahora, así que con ellos poca broma, que más que perros eran lobos.

En fin, que pa muestra sirve un botón, y luego decimos que los nenos de ahora son malos, eh…

¡Pues manda cojones con los abuelos, eh… Manda cojones!