Omar Pardo: Tradiciones populares de Colunga, La lloquerada

No de Colunga exclusivamente, pero sí que muy arraigadas por aquí desde tiempos inmemoriales.

Por otros lares se conocían más por el nombre de cencerradas, por lo del cencerro, ya saben, y claro aquí como al cencerro lu llamamos lloqueru, pues blanco y en botella, así que como les cuento les lloqueraes o cencerraes eran algo bastante habitual por estos lares con referencias de muy antiguo ya.
Con la evolución de los tiempos y demás se fueron desinflando poco a poco, y hoy en día esas burlas bufas y a que engañarse, la mayoría de las veces groseras y malintencionadas de ninguna manera serían permitidas ni aceptadas.

¿El origen?

Pues bien simple; por raro que parezca esa costumbre tan arraigada fue malignamente atizada y respaldada por la Iglesia, tan contraria por lo general a tradiciones populares paganas y grotescas de ese jaez y el motivo era obvio, pues esa reacción burlesca afeaba una relación de novios que no respondía a lo que la tradición católica consideraba objetivo fundamental del matrimonio, o sea la procreación que perpetuaba el linaje y aseguraba la continuidad económica y la monogamia.

En definitiva representaba la ridiculización llevada al extremo contra una unión que se suponía que transgredía las normas o valores sociales, por aquí lo más corriente era la boda de viudo viejo con mujer soltera joven algo bastante frecuente sobre todo si el viudo tenía la saca llena – lógicamente no se iba a casar con otra vieya, claro - y así lo reflejaban claramente los pícaros cantares populares:

“Caseme con un vieyu po la monedáaa
caseme con un vieyu po la monedáaaa
la moneda se acaba y el vieyu quedaaa
la moneda se acaba y el vieyu quedaaa
ay que date la vueeltáaa…
ay que date la vueeltáaa…”

hombre viudo con mujer viuda, o mujer viuda con hombre soltero, menos frecuente a no ser por el fallecimiento prematuro del marido donde la costumbre aconsejaba otro matrimonio con un hermano soltero del difunto que se hiciese cargo de la familia en cuyo caso estaba bien visto.

La serenata por estos lares se daba la noche de bodas bajo la ventana del domicilio de los contrayentes, aunque también en noches posteriores, e incluso en algunas ocasiones antes de la boda, prolongándose en ocasiones incluso meses, lo que provocó más de un disgusto y si no que se lo pregunten a Don Antidio, médico de Libardón que estuvo dos semanas sacándole a un mozo perdigones del culo a consecuencia de una cencerrada a un viudo en el barrio del Soldau en Libardón.

Aún así, aunque grosera y de mal gusto la costumbre, no solía llegar la sangre al río y eso que algunos cantares se las traían:

“Entre ambos amantes
juntan cuatrocientos años
el novio es un chopo viejo
la novia ristra sin ajos.”

“Dos viejos muy setentones
se casaron anteayer
y luego dirán que el juicio
se adquiere con la vejez”

“A la novia le deseo larga vida y placentera
Que viva treinta y nueve años
Que es lo que tuvo soltera”

“-¿Quién se casa? –
El Cojo -¿Con quién? -Con la Roberta –
Pues que le meta la muleta,
si le falta la herramienta”

Los mozos eran los encargados de la bufa, y se juntaban al oscurecer para dar la noche a la casa del viudo o viuda que se sabía que iba a contraer nupcias.
No importaba si había que ir a otro pueblo caminando de noche por el monte. Se armaban con calderos, latas, botes rellenos de piedras, cencerros y cualquier cosa que hiciese ruido.

Se ponían delante de la casa, y allí se pasaban la noche armando el mayor escándalo.

Lo peor era si los contrayentes habían tenido cualquier cosa desagradable anteriormente por insignificante que fuera, que entonces los cantares iban dirigidos a este hecho.

Si el asunto no se ponía demasiado feo y en la casa querían terminar con las burlas, un solución salomónica era convidar a los “músicos” a anís, sidra y algún dulce, y ya no tocaban más o la comitiva simplemente se iba, aunque no siempre daba resultado.

En fin, que así eran las cosas, pero hace bien poco, no crean, de lo contrario pregunten por ahí a sus abuelos y seguro que saben de alguna cencerrada, ya lo verán, ya…

¡Pues eso…!