Por José Alberto Concha, candidato de FORO Asturias a la Alcaldía de Llanes

El concepto “brecha salarial”, como diferencia entre el salario de hombres y mujeres, ha alcanzado enorme popularidad. Yo confieso- bajo el riesgo de ser considerado ilegítimo, por no ver lo que todos dicen ver, como en la conocida fábula del paño maravilloso del infante don Juan Manuel o el no menos admirable retablo de Maese Pedro- no conocer a ninguna mujer que cobre, por el hecho de serlo, menos que un hombre. Algo que, ni que decir tiene, sería, aparte de injusto, ilegal: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”. Constitución española de 1978, artículo 14

Mientras tanto, permanece olvidada, sin que nadie hable de ella, la brecha real, la auténtica, aquella por la que se nos irá la sangre- sin distinción de sexos-hasta conducir a la muerte a nuestro estado del bienestar: la diferencia brutal (la brecha) entre el coste laboral para la empresa y el salario real de los trabajadores (tanto hombres como mujeres) Como advertía la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) en su informe de 2022 sobre la fiscalidad de en España, el 39,3 % de las rentas del trabajo fueron en 2021 para el Estado (cinco puntos porcentuales por encima de la media de la organización)[1] Atención que vienen curvas: el 2021 fue especialmente benévolo con la fiscalidad de las rentas del trabajo gracias a las bonificaciones establecidas por la emergencia del Covid19. Por eso es suicida que ahora se pretenda disfrazar una subida adicional de las cotizaciones, absolutamente letal, con la excusa de la necesaria reforma de las pensiones. Esta nueva vuelta de tuerca será mortal para las empresas, el empleo, los trabajadores y, finalmente, para el propio Estado del Bienestar. Y lo será porque la diferencia entre lo que cobra un trabajador y lo que le cuesta a la empresa es ya insostenible por lo desproporcionada. La empresa, al hacer sus presupuestos, los planes de contratación de personal y viabilidad tiene que considerar el coste laboral. Pero el trabajador vive de lo que cobra, no de lo que le cuesta a la empresa. El trabajador cobra poco (sobre todo en comparación con lo que cobran otros por no hacer nada) pero a la empresa le cuesta mucho, incluso más de lo que razonablemente debería destinar al coste laboral sin poner en peligro la viabilidad de la empresa (he aquí la brecha salarial). Es increíble que unos y otros, trabajadores y empresarios, permanezcamos callados mientras asaltan nuestros bolsillos a decreto armado.

Las consecuencias de este despropósito son claras y evidentes: – Bolsas de paro que asemejan a las almas muertas de Nikolái Gógol; a pesar de los miles de trabajadores inscritos las empresas se ven avocadas a suspender o a limitar sus servicios por falta de mano de obra. – Cierre récord de empresas en el 2022 (nunca cerraron más desde que se hacen los números) que, o no han encontrado personal, o que, para encontrarlo, han tenido que asumir un incremento brutal de los costes laborales[2] que, junto al resto de costes, han acabado por echar abajo la persiana.

Mientras, según aumenta la brecha salarial, crece la ventaja competitiva de los ilegales, de los que no cotizan o trabajan en B o cobran directamente por estar en casa sin hacer nada.

Es verdad que el Gobierno de España se ve en una situación comprometida ante la UE. Han recibido el maná de los fondos Next Generation y ahora tienen que garantizar cierto equilibrio entre ingresos y gastos para evitar que se corte el grifo. La gestión del maná de Europa ha mostrado, como el paño maravilloso mostrara las del rey desnudo, las vergüenzas del gobierno de Asturias:

– Acaparando las ayudas para engrosar sus presupuestos en un gesto de desprecio total a las Pymes del Principado que han visto pasar los fondos como los vecinos de Villar del Río a los americanos en Bienvenido, Mister Marshall.

– Mostrando una notable carencia en la gobernanza de estos fondos que se han destinado de manera unilateral y arbitraria según el capricho – e interés político- del gobierno sin la necesaria colaboración público-privada (a la que obligaba la propia convocatoria pero que se ha reducido a un paripé para tapar el ojo al macho)

– Demostrando una gestión pública cara y poco eficiente.

Claro que la decisión de subir las cotizaciones es totalmente coherente con la estrategia “tira palante que libras”. ¿De dónde se va a tirar? De donde hay y es más fácil: de las rentas de los trabajadores y de las empresas. Es una pena que, puestos a equilibrar, el Gobierno no ponga freno a iniciativas tan costosas, ridículas y totalitarias como las ocurrencias del Ministerio de la Igualdad (de claras reminiscencias orwellianas[3]) y que haya preferido, en lugar de ahorrar, tirar más de la teta de empresarios y trabajadores. El problema es que de tanto ordeñar, la vaca escosa.

[1] Ver Camina o revienta: La esclavitud en el siglo XXI https://foroasturias.es/los-articulos/empresa/ El informe de la OCDE está también en la web https://www.oecd.org/tax/tax-policy/impuestos-sobre-los-salarios-2022-resumen.pdf

[2] La disolución de empresas batió récords en España en 2022, con un total de 26.207 cierres, lo que supone un 10,1% más que el año anterior (23.808) y la cifra más alta de clausuras de sociedades mercantiles desde el inicio de la serie estadística en el año 2000, según datos publicados este viernes por el INE https://cincodias.elpais.com/cincodias/2023/02/10/companias/1676017227_392354.html

[3] En 1984, el Ministerio de la Paz se ocupa de la guerra, el Ministerio de la Verdad de las mentiras, el Ministerio de Amor de la tortura y el Ministerio de Abundancia de la inanición. En este mismo sentido, actúa el Ministerio de la Igualdad.

[1] Ver Camina o revienta: La esclavitud en el siglo XXI https://foroasturias.es/los-articulos/empresa/ El informe de la OCDE está también en la web https://www.oecd.org/tax/tax-policy/impuestos-sobre-los-salarios-2022-resumen.pdf