Por Adrián Pumares, en La Nueva España

Señor Presidente, bienvenido al asturianismo. Pero espero que al de verdad, al de los hechos y no al de las palabras. Y me explico. El pasado fin de semana tuvo lugar en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo el 33 Congreso de la Federación Socialista Asturiana. Este Congreso, cuya celebración estaba inicialmente prevista el pasado mes de diciembre, sirvió para que el PSOE asturiano, además de obviar que el Principado se encuentra a la cola de España en prácticamente todos los indicadores socioeconómicos, se autoproclamase asturianista. Perfecto. Es una buena noticia. Pero es significativo que este giro al asturianismo no se produjese tras ningún tipo de debate ni de confrontación de ideas, sino que se deba únicamente a que el Congreso se tuvo que posponer y por el medio hubiese unas elecciones en Castilla y León; elecciones en las que la ciudadanía mostró su hartazgo con los partidos habituales, que en cada ocasión en la que tienen oportunidad dan muestras de su incapacidad para hacer frente a los problemas reales de la ciudadanía.

Como pasa siempre que los grandes partidos se autoproclaman algo, detrás de esta definición no hay más que propaganda y búsqueda de grandes titulares, pero no se espera que haya ningún cambio en la forma de actuar de los socialistas asturianos, que seguirán rindiendo pleitesía a sus jefes de Madrid. Poco les importó a los conversos al asturianismo que el Presidente Sánchez optase por no venir a clausurar al Congreso para no tener que escuchar la opinión que la sociedad asturiana tiene de sus políticas.

Como algunos llevamos en esto del asturianismo bastante más tiempo que el PSOE, promoviendo cambios en nuestras organizaciones políticas y defendiendo la independencia de las grandes terminales mediáticas políticas cuyos centros de decisión están bastante lejos del Principado, me permito darle algún consejo en la materia, como Secretario General de la Federación Socialista Asturiana.

El asturianismo es mucho más que envolverse en nuestra bandera para buscar réditos electorales. El asturianismo es la defensa de los intereses de Asturias. Frente a todo y frente a todos. Punto. Sobre todo, frente a las sedes centrales de los partidos políticos, cuyas órdenes y decisiones no tienen en cuenta las necesidades y los problemas reales de la sociedad asturiana. Y eso es lo contrario a lo que lleva haciendo el PSOE en nuestra tierra desde hace 40 años.

Le pongo dos ejemplos.  A finales del pasado año, el cabeza de lista de su partido al Senado y ex consejero del Principado, Fernando Lastra, fue el encargado de defender la inclusión del lobo en el LESPRE, decisión a la que se oponía la recién autoproclamada asturianista Federación Socialista Asturiana. Eso es subordinación. Pero es que, además, fue un socialista asturiano -Hugo Morán, actual Secretario de Estado de Medio Ambiente- el impulsor de esta decisión que pone en serio riesgo la ganadería extensiva en Asturias. Como ve, a la hora de la verdad, poco de asturianismo y mucho de indignidad.

Y dos. Esta misma semana, hizo usted una encendida defensa de nuestra soberanía energética, obviando que fue el Partido Socialista (también los miembros de la Federación Socialista Asturiana) quienes, con sus decisiones, contrarias a los intereses del Principado, adelantaron el cierre de nuestras centrales térmicas, condenándonos a prescindir de nuestro único combustible fósil, el carbón.

Pesca, agricultura, aeropuertos, cercanías ferroviarias, impuestos, enseñanza o presupuestos. Da igual de lo que hablemos. La defensa de Asturias –que eso y no otra cosa es ser asturianista- no se proclama, se ejerce. No se pregona, se demuestra con hechos y no con palabras. Empieza conociendo -y reconociendo- nuestra identidad, nuestra dignidad y nuestras instituciones. Y termina defendiéndolas y defendiendo todos nuestros intereses con decisiones valientes que no nos hagan ser menos que nadie. Eso es ser asturianista. Si usted y su partido están dispuestos a ello, bienvenidos sean. Pero para ello va a tener que cambiar tantas cosas que dejaría de ser la FSA. Les propongo un congreso de refundación.

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