Nuestros amigos de ElComentario.tv profundizan en la revolución de la información gracias a la red.

Las posibilidades de crear comunicación en Internet son una trampa mortal para los medios de comunicación tradicionales, por una sencilla razón que todavía resulta muy difícil de comprender para quienes sólo piensan en cómo sobrevivir con sus negocios astronómicos, basados en el decadente monopolio de la información. Es lógico, nadie quiere saber –y menos aceptar- que su mundo se acaba y nace otro, que sin duda presenta terribles problemas desde el punto de vista del control -que por supuesto plantean una duda más que razonable sobre su viabilidad democrática-, por contraposición al viejo sistema de medios, en el que aún vivimos instalados mentalmente, aunque ya no es cierto que configure, de manera efectiva, la opinión pública, que es ya la opinión publicada, pero ni en los periódicos, ni en las radios, ni en las televisiones: en los nuevos medios de Internet, que son innumerables e incontrolables por definición, puesto que cada ciudadano puede hacer, está haciendo ya, su propio medio.

Cuando John Kerry se las prometía muy felices en el pulso de las presidenciales contra George W. Bush, convencido de su victoria ante la marcha de las encuestas, a la vista del sesgo de los medios y cuando la opinión plasmada en los medios tradicionales le garantizaba el honor de sacar la espina clavada por la discutida derrota de Al Gore, una sorpresa se abatió sobre el mundo de la comunicación norteamericana. Bush ganó con autoridad, a pesar de todo, a pesar del New York Times, a pesar del Washington Post, a pesar de la CNN y a pesar del gran despliegue a favor de Kerry realizado por el Grupo Warner. Los medios, con la notable excepción de News Corporation, es decir, de la Fox –ahora será otra cosa en cuanto Rupert Murdoch culmine su operación con el Wall Street Journal- habían votado demócrata, y habían jugado a predecir la victoria de su candidato, pero Bush tenía en aquel momento el apoyo mayoritario de algo que en España ni se sabía lo que era: los Blogs.

Los demócratas han aprendido la lección y todo el mundo se enteró ya –incluso aquí; en el país desarrollado en el que más despacio se avanza en el curso de la historia de la tecnología- de que el lanzamiento de las próximas presidenciales se está realizando en YouTube, a través de una serie de programas organizados por la CNN.

Cuando aquí en España nuestros políticos se afanan en controlar una tecnología audiovisual desfasada –por sus limitaciones- como es la televisión digital terrestre (TDT) en la que ponen todas sus esperanzas, porque aún tienen la prerrogativa de manejar las licencias de emisión, Internet es ya una explosión real de la que aún no hay conciencia, y ya tenemos en marcha espabilados que apuestan por el mantenimiento de la televisión convencional –lineal-, a través de ese concepto vago y excesivamente desconocido aún que es la IPTV (Televisión mediante Protocolo de Internet). El viejo modelo a través de Internet. ¡Qué bien! ¡La televisión estará en manos de las operadoras, en vez de ser un juguete de los gobiernos!

¡Qué bobada! Pero si los jóvenes ya no ven la televisión y no saben ya casi qué cosa es un periódico.

La realidad va por otro lado. En Asturias tenemos un buen botón de muestra en el Caso Carnero y Morala, los dos sindicalistas encarcelados por el poder para dejar vía libre a la especulación inmobiliaria en los astilleros de Gijón. La gran batalla ciudadana que se dio para poner en libertad a los líderes de la Corriente Sindical de Izquierdas, no se dio en prensa, radio ni televisión. El pulso que los trabajadores de Cajastur echaron a la dirección de su empresa para conseguir la readmisión del trabajador despedido Marco Antuña tampoco. ¿Por qué tuvo que ceder el poder y poner a unos en la calle y readmitir al otro? Porque aunque quienes controlan el poder y los medios no quieran verlo, la opinión no se forma allí donde ellos colocan sus convolutos, financiados con los presupuestos, o con las “mordidas” a la obra pública y las grandes contratas.

Para entender lo que estamos diciendo hay que utilizar los buscadores. Ahí es donde está la realidad. El porcentaje de ciudadanos que utiliza Internet en los países desarrollados avanza hacia la universalización, mientras un número creciente de usuarios de la red crea sus páginas personales, blogs, pero también foros, páginas sociales y espacios asociativos y ciudadanos, hasta tejer una tupida malla que supera de manera aplastante los mecanismos tradicionales de comunicación, que son grandes para lo que estamos acostumbrados a conocer, pero ridículos para lo que viene y está aún por desarrollar en los próximos años.

Google, creadora del aplastante buscador que se ha comido el mercado, propietaria de Google Video y de YouTube, con su sistema retroalimentado de publicidad contextual Ad Words y Ad Sense, está a punto de quedarse con el monopolio mundial de la capacidad publicitaria en Internet –sin que las agencias convencionales hayan despertado todavía-, controlando un porcentaje aplastante del sistema global de captación de anuncios para los espacios de todo tipo, que se basa precisamente en el nacimiento de una enorme, casi universal, trama de páginas personales de diferentes dimensiones –unas tienen decenas, otras miles, y otras cifras inimaginables de lectores-, que es por donde hoy fluye ya realmente la opinión pública, que todavía se nutre en buena medida de los sistemas tradicionales de información, pero con una salvedad: la opinión ya está fuera de su control: se construye en la malla de páginas en las que la gente opina libremente, sin la gran trampa de los anunciantes institucionales que sostienen hoy los medios tradicionales con el dinero de todos, pues si no ya estarían quebrados.

El elemento esencial y definitivo de toda esta nueva realidad es la gratuidad de las páginas personales, y de todos los servicios a ellas asociados, en contra de los costes insoportables que tienen que aguantar los medios tradicionales para financiar sus vídeos, sus artículos, sus fotografías y en general todo el material exclusivo del que disponen y que pretenden rentabilizar mediante leyes de protección de la propiedad intelectual. El conglomerado Google, y las numerosas empresas que siguen su lógica, de acuerdo con la diferente dinámica de los nuevos medios, ofrece todo gratis y de mejor calidad, mapas gratis, vídeos gratis, fotos gratis, .pdf  gratis, e incluso la mayor enciclopedia del mundo, Wikipedia, es gratuita, y ha desbancado a la otrora poderosa Britannica Online. Todo esto se sostiene con la nueva publicidad de Google y sus imitadores, como ebay y otras empresas que pugnan por entrar con su publicidad en este conglomerado de páginas creado por los grandes servidores mundiales que ofrecen todos los servicios multimedia de manera gratuita, incluido todo el audiovisual.

¿Por qué las fotos, los vídeos, los gráficos, las infografías y todo el resto del material de los medios convencionales es tan mezquino, ruin y poco atractivo? Porque luchan contra la historia, pretendiendo mantener la propiedad intelectual de lo que ya no puede competir de ninguna manera contra lo público, lo gratuito. Para un medio convencional, dar vídeo desde su propio servidor, dar fotos a gran formato, facilitar descargas, es carísimo; es imposible en definitiva, porque resulta económicamente inviable. Si su uso se generalizase no podrían mantener la situación actual –en la que buscan y no encuentran la manera de cobrar en Internet- que para los medios de papel ya es dramática. Cuando los ciudadanos suben sus vídeos, sus fotos, sus textos, sus presentaciones de diapositivas, sus documentos, todo en definitiva, a la red, están renunciando a esa idea primitiva de la propiedad intelectual, porque saben que su uso universal es imparable, y esa universalización de sus propias creaciones, consigue los fines que cada uno pretende, al difundir sus propios materiales informativos, por muy modestos que sean.

Los problemas van a ser otros. ¿Quién se enfrenta al poder de Google? ¿Quién asegura el control? El descrédito democrático de nuestro sistema, la pérdida de credibilidad de nuestra clase política, la universal sospecha de corrupción, tan acusada en la financiación oculta de los medios convencionales, nos quita el miedo a lo que viene, porque lo que hay, aparte de ruinoso económicamente, es ya un desastre democrático insuperable.


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