
Este domingo arranca una nueva temporada de pesca del salmón con muerte en los ríos asturianos, una decisión que, un año más, ignora la alarmante situación de esta emblemática especie en la región.
La pasada campaña volvió a constatar la preocupante tendencia a la baja de capturas, con solo 377 salmones legalmente declarados, una cifra que confirma el declive continuado desde hace décadas. Desde 1949, año en que se instauró el precinto obligatorio, la media de capturas ha pasado de más de cinco mil salmones al año a menos de cuatrocientos en la actualidad.
Mientras tanto, el Principado de Asturias guarda silencio, sin reconocer la gravedad del problema ni revisar una política de gestión basada en repoblaciones ineficaces, la continuidad de la pesca deportiva con muerte y la eliminación de cormoranes, usados como cabeza de turco en lugar de abordar los factores reales del declive.
La Coordinadora Ecoloxista d’Asturies y numerosos pescadores llevan años reclamando una veda temporal para permitir la recuperación de la especie, propuesta sistemáticamente ignorada por la administración.
El salmón atlántico asturiano pertenece a la población más sureña de todo su rango de distribución natural, lo que la hace especialmente vulnerable frente a amenazas como el cambio climático, la pérdida de hábitat y la presión humana. En algunas cuencas como el Cares-Deva (51 capturas), el Eo (12) o el Esva (4), la situación es crítica.
A pesar de que los propios censos oficiales y estudios científicos avalan este declive, la especie no ha sido aún declarada en peligro de extinción, como correspondería a su situación actual.
Desde el colectivo ecologista instamos al Gobierno asturiano a actuar con valentía y responsabilidad. Es imprescindible aplicar medidas urgentes y eficaces, entre ellas:
La declaración del salmón atlántico como especie en peligro de extinción.
Una moratoria inmediata en su pesca hasta comprobar una recuperación real.
La suspensión de repoblaciones artificiales, que reducen la diversidad genética.
La restauración y mejora de los ríos, eliminando obstáculos al remonte y protegiendo los frezaderos naturales.
El salmón, al igual que el resto del ecosistema fluvial, no pertenece a unos pocos, sino al conjunto de la sociedad. Su protección debe estar por encima de cualquier interés particular. De seguir con la gestión actual, el riesgo de desaparición total de esta especie en nuestros ríos es más que evidente.
Los ríos asturianos necesitan una gestión valiente, basada en la ciencia y en la conservación del patrimonio natural, no en la complacencia con intereses a corto plazo.
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