Carmen Moriyón: “Somos un partido de ideología abierta, que tiene como gran referencia la Constitución democrática de 1978 y el espíritu reformista. No creemos en los derribos sino en las reformas, convencidos como estamos que el presente es imperfecto”

“Ahora nos hemos fijado una nueva frontera, la renta social municipal. Un proyecto definido y estructurado por FORO, que vamos a gestionar con éxito. No tengo la menor duda”

“PSOE y PP no apoyan la renta social. No me extraña el rechazo de los socialistas, porque están detenidos todavía en la política del ‘no es no’ ante cualquier gobierno que no sea de su partido”

“No tengo ningún interés en criticar al Gobierno de España, pero lo que está ocurriendo con la depuradora, la regasificadora, los acceso a El Musel, la autopista del mar, y un largo etcétera, es un escándalo sin paliativos”

Discurso de la Presidenta de FORO Gijón, Carmen Moriyón, en la Convención Local celebrada hoy en el Centro de Cultura Antiguo Instituto:

Llegamos a la Convención Local de FORO en un marco de normalidad institucional, con unos presupuestos municipales aprobados hace un mes, avanzando en la tramitación del nuevo Plan de Urbanismo,  que se lleva a cabo con una participación de la ciudadanía, transparencia, e integración de las fuerzas políticas con representación en la Corporación, como nunca se había visto en Gijón ni en el resto de Asturias, y a punto de poner en marcha una medida social novedosa, como es la Renta Social Municipal, desconocida en nuestra comunidad autónoma y en la práctica totalidad de los ayuntamientos de España.

Estas son algunas de las notas que caracterizan el presente político de Gijón. Conviene tenerlas en cuenta porque la ceremonia de la confusión, alimentada por juicios tan sesgados como interesados, puede hacernos perder la objetividad. 

Trabajamos en un marco de multipartidismo. Como bien sabéis, hay seis partidos en el Ayuntamiento, los mismos que tienen escaños en la Junta General del Principado. No escogimos nosotros ese marco, nos viene impuesto por los únicos que nos lo pueden imponer, los gijoneses, a través del voto individual, libre y secreto.

No se pueden contemplar ni entender las decisiones en las instituciones sin asumir esta realidad. FORO ganó las elecciones en Gijón, pero no tenemos una mayoría para decidir por nuestra cuenta y riesgo. Necesitamos apoyos. No me estoy refiriendo a acuerdos puntuales con un pequeño partido para alcanzar determinada mayoría en el Pleno sobre un asunto concreto, sino a complejos pactos con varios grupos, donde se necesita mucha paciencia, toneladas de diálogo y convencimiento de que el consenso es mejor que el disenso.

En un escenario multipartidista la gestión política desde la ideología está condenada al fracaso. No se puede gobernar desde la minoría, repitiendo a todas horas que ganamos las elecciones, porque las reglas del juego son claras y nadie puede llamarse a engaño. Es más cuando se descalifica a otras fuerzas políticas, como pretexto para no llegar a acuerdos, pensemos que están en las instituciones por el voto de ciudadanos respetables, tan respetables como los que nos votaron a nosotros.  

Todo lo anterior no significa que valga cualquier acuerdo, que se pueda incurrir en contradicción entre lo que se hace un día y se realiza al otro. Es preciso esforzarse por enfocar juntos los problemas y tener siempre como norte el bienestar de los gijoneses, la prosperidad de Gijón. Es tiempo para hacer alianzas sin desnaturalizar nuestro programa.

Desde la constitución de FORO somos un partido de ideología abierta, que tiene como gran referencia la Constitución democrática de 1978 -el gran logro entre los logros de la Transición-, y el espíritu reformista. No creemos en los derribos sino en las reformas, convencidos como estamos que el presente es imperfecto.

Esta posición inteligente desde la que observamos la actualidad nos permite tener un criterio amplio para relacionarnos con otras fuerzas políticas. No ponemos absurdas líneas rojas, como hacen otros, que impiden trabajar por el bien de todos.

No tenemos prejuicios, tenemos principios. Los que propongan saltarse, burlar, sortear o transgredir los preceptos constitucionales no contarán con nuestro apoyo. Nos tendrán enfrente. Fuera de los principios elementales que conforman nuestra convivencia se puede hablar de todo.

Si esta forma de proceder vale para las instituciones del Estado y las comunidades autónomas, cómo no va a regir para la vida municipal, que versa sobre cuestiones que tienen una menor carga ideológica y ponen el acento en la gestión de los servicios.

La forma de gobernar por consenso nos ha permitido aprobar los presupuestos. Pusimos los datos encima de la mesa, compartimos la información con todos los grupos políticos, atendimos las demandas que eran razonables y, al final, sólo tuvimos ocho votos en contra. Siete de ellos provenientes del Partido Socialista que es un grupo que no quiere acuerdos, rechaza todas las iniciativas y no le importa quedar aislado con tal de negar el pan y la sal al equipo de gobierno. Lo único que le preocupa de Gijón al PSOE es que esté gobernado por FORO.

El mismo espíritu de consenso preside la tramitación del Plan de Urbanismo, del que sólo se ha autoexcluido el Partido Socialista. Si el acuerdo en los presupuestos es importante para que la ciudad cuente con una distribución de recursos adaptada a las necesidades de la coyuntura, la convergencia con otros partidos en el Plan de Urbanismo es garantía de su perdurabilidad.

Los planes de urbanismo no se elaboran ni se aprueban para que duren un mandato o para que acompañen la gestión del partido que gobierna, sino para dar satisfacción a las necesidades de suelo, vivienda, servicios e inversión de la ciudad en el presente y en el futuro.

Estamos muy orgullosos de que cinco de los seis partidos que representan a los ciudadanos en el Ayuntamiento hayan contribuido a la aprobación inicial del plan, así como de la participación de los gijoneses con sus alegaciones, respondiendo al espíritu abierto y colaborativo con que abordamos su redacción. Exponer el plan a un segundo proceso de información pública es algo no habitual que muestra el deseo de transparencia que nos mueve al gestionar el urbanismo gijonés.

Venimos de dos planes anulados por los tribunales, lo que crea inseguridad para todos los agentes que operan en el suelo gijonés, y transmite una idea de desorden que debemos borrar con una tramitación impecable del nuevo plan.

Aunque sea anticiparme al resultado final quisiera decir que el nuevo Plan de Urbanismo ofrece suelo suficiente para las necesidades de Gijón y evita los males de un crecimiento desordenado. Ya conoció la ciudad suficientes excesos en el pasado lejano y también en el cercano, como para seguir por la misma senda.

En ninguna otra competencia municipal hay tantos intereses en juego como en los planes de urbanismo, pero FORO es plenamente independiente y sólo se guía por las necesidades de los gijoneses.

Hemos visto en los planes recientes cómo se desarrollaban muchas protestas ciudadanas pidiendo preservar tal o cual espacio de la ciudad. Nos hemos acostumbrado a que la gente quiera una cosa y los planes digan otra. A que sea una la aspiración de los ciudadanos y otros los proyectos de sus representantes.

Creo que esa divergencia no se va a dar esta vez. Vamos a ser capaces de conjugar una oferta de suelo suficiente que evite el estrangulamiento del desarrollo y, por consiguiente, impida la subida artificial del precio de la vivienda, con la preservación de los valores medioambientales y paisajísticos de la villa de Jovellanos.

Hay que terminar con esa forma de hacer política que consiste en pedir el voto a los ciudadanos para implementar políticas contrarias a los intereses de esos mismos ciudadanos.

En alguna otra ocasión he comentado que tenemos que estar muy atentos a todo lo que se agita en la sociedad, lo que se mueve en la calle, lo que se dice en los centros de trabajo o de ocio. La opinión de la gente nos es útil para diseñar las iniciativas políticas y proyectarlas a la sociedad.

Tanto desde una perspectiva social, como política y económica, estamos inmersos en un periodo sujeto a constantes cambios. La crisis no sólo nos ha empobrecido sino que ha resquebrajado las antiguas certezas. Hay un malestar social inequívoco que se percibe cuando hablamos con las personas que nos paran por la calle. Se ha generado recelo ante los poderes instituidos y muchas dudas.

No estamos en presencia de un fenómeno específicamente gijonés, asturiano o español. No, ocurre en todos los países del mundo en que permiten expresarse a la gente.

La crisis, con la lacra social que lleva asociada, de desempleo y marginación, ha provocado una forma de pensar y actuar, que yo describo como “ir en contra de lo establecido”. La gente rechaza lo que hay, quiere otra cosa. Por eso de las urnas salen opciones triunfadoras que nadie antes habría imaginado.

En el mundo se ha generado un estado de opinión de rechazo generalizado contra el que sólo se puede luchar atendiendo con prontitud y eficacia las demandas de la gente. Por eso os decía que hay que estar atentos a todo lo que se mueve.

Visto desde una perspectiva positiva es tiempo de alternativas. Aquí se da un fenómeno muy curioso. Si os fijáis, veréis que cuando más necesidades tiene la gente, cuando más insatisfacciones hay en la sociedad, menos iniciativas se lanzan desde los gobiernos. El agotamiento por la larga crisis y el descrédito social que sufren las instituciones representativas ha secado su imaginación.

A mi entender, desde la calle nos llega un tipo de exigencia muy clara: la gente quiere que las administraciones refuercen la cohesión social. El miedo y el sufrimiento que ha provocado el derrumbe económico y la ola de incertidumbre que se extiende por todos los lados hacen que la gente pida que se cree un colchón social para amortiguar los reveses y los infortunios que depara el destino.

Esta demanda llega con más fuerza a la Administración que está más cercana, como son los ayuntamientos. La petición es muy clara: fuerte rechazo a la exclusión social y deseo de aminorar, en todo lo que sea posible, el sufrimiento de las personas.

Debo decir que cuando llegamos al Ayuntamientos, allá por el año 2011, siempre nos llamó la atención la cantidad de demandas sociales que recibíamos. Desconocíamos todo sobre la política, pero tuvimos la suficiente sensibilidad para dar prioridad a las demandas sociales sobre cualquier otro programa de gobierno.

Esta situación se complicó con la crisis de los servicios sociales autonómicos, cuando el Gobierno de Javier Fernández fue incapaz de conceder el salario social en tiempo y forma. Las personas, con más de un año en la lista de espera del Principado, llamaban a las puertas del Ayuntamiento en solicitud de una ayuda de emergencia. Cientos de personas tuvieron acceso a esa prestación municipal que les libró de la indigencia. Con veinte veces menos de presupuesto, el Ayuntamiento de Gijón rescató a las personas que había dejado abandonadas el Principado.

Desarrollamos programas novedosos, como el pensado para las personas mayores, o el destinado a paliar la pobreza energética. Convertimos las medias becas escolares de los socialistas en becas completas. Extendimos las ayudas a la vivienda en una proporción que no hay en casi ningún ayuntamiento en España que lo haga. Al final del pasado mandato, habíamos multiplicado por seis las ayudas de emergencia.

En tono informal os digo que si tenéis tiempo y paciencia comparar las política social de Barcelona o Madrid con la de Gijón y sacáis en seguida las consecuencias.  

Siempre dije y ahora repito que mientras tenga el honor y la responsabilidad de ser alcaldesa de Gijón, tendremos recursos para ayudar a los gijoneses más desfavorecidos.

Ahora nos hemos fijado una nueva frontera, la renta social municipal. Un proyecto definido y estructurado por FORO, que vamos a gestionar con éxito. No tengo la menor duda.

De forma implícita, la renta social tiene que ver con una carta de derechos del ciudadano que podríamos elaborar en Gijón, donde constara que todas las personas tienen el derecho a contar con un mínimo vital de recursos económicos. Con la renta social nadie tendrá que recurrir a la mendicidad.

La renta social no es un favor, es un derecho. Ese derecho se activa, exclusivamente, en función de las circunstancias económicas de las personas, según unos baremos que ya conocéis todos.

Afecta por igual a las personas jubiladas que a las que trabajan. Está pensado tanto para los trabajadores en paro que cobran el subsidio del desempleo, como para aquellos que agotaron las prestaciones del desempleo. Se reciba o no el salario social, la renta social municipal es una realidad para las personas necesitadas.

Nos han dicho que es un riesgo adoptar esa medida y yo respondo que me parece más arriesgado que haya miles de personas sin poder contar con unos ingresos económicos mínimos en nuestra ciudad. A los que dicen que fomentamos el adocenamiento yo les digo que procuramos la dignidad. A los que aseguran que la renta social es un chollo yo les respondo que la verdadera suerte estriba en contar con un puesto de trabajo estable y suficientemente remunerado. Digan lo que digan, no vamos a ser insensibles ante las angustias económicas de vecinos nuestros. 

El Ayuntamiento de Gijón marca una nueva frontera de derechos sociales que tendrá influencia en otros consistorios. Si hacemos bien las cosas –y las vamos a hacer bien- nos van a imitar en otros ayuntamientos, dentro y fuera de Asturias.

Gijón tiene una serie de señas de identidad. No voy a tratar de enumerarlas porque no soy una especialista en la materia, pero en la mente de todos está su tradición industrial, su vocación turística, el hecho de ser una ciudad entregada a las más diversas prácticas deportivas, el rico tejido social y participativo que la define como urbe inquieta y reivindicativa, o su apertura a todo tipo de tendencias, de novedades culturales o artísticas. Pues bien, entre esas señas de identidad está la sensibilidad social de los ciudadanos, la política social del Ayuntamiento.

Mis predecesores en la Alcaldía hicieron avances en ese campo. La propia estructura del Ayuntamiento, con la Fundación Municipal de Servicios Sociales, pionera cuando se constituyó en España, supuso una apuesta por una forma de gestionar la política social. Odio el sectarismo, por eso no sólo no me molesta, sino que me complace poder decirlo.    

Con FORO, aumentó la política social en aspectos cuantitativos (los recursos presupuestarios entregados a tal fin) como cualitativos (los nuevos programas que se implementaron). Con la Renta Social municipal damos un nuevo salto en materia de servicios sociales, del que todos los gijoneses se pueden sentir orgullosos.

PSOE y PP no apoyan la renta social. No me extraña el rechazo de los socialistas, porque están detenidos todavía en la política del “no es no” ante cualquier gobierno que no sea de su partido. Ellos verán lo que hacen. Me duele el rechazo del PP, que apoyó los presupuestos y despotricó contra la renta social. No entiendo cómo se puede vivir en Gijón, cómo se puede decir que se quiere hacer política a favor de los gijoneses, y se rechaza la renta social y los planes de empleo. Cuando se está en el Ayuntamiento hay que ser sensible a todos los sectores sociales de la ciudad, no vale quedarse con unos y dar la espalda a los otros.

No me quiero extender más. En otra ocasión tendremos que hablar de la indiferencia del Gobierno de España ante las infraestructuras que están radicadas en Gijón. No tengo ningún interés en criticarlos, pero lo que está ocurriendo con la depuradora, la regasificadora, los acceso a El Musel, la autopista del mar, y un largo etcétera, es un escándalo sin paliativos. El túnel del Metrotrén, diez años sin uso, es testigo del abandono del Gobierno central.  

Nosotros vamos a seguir cumpliendo con nuestra responsabilidad. Haremos nuestro trabajo sin desmayo. Con humildad, sin asomo de jactancia, podemos decir que FORO es una “rara avis” en el panorama político asturiano y español. Porque gestionamos con absoluta honradez, sin mirar el carné político de funcionarios y ciudadanos, porque nos atenemos al programa electoral, porque no vetamos a nadie, y porque carecemos de apego a las poltronas del poder, como uno tras otro han ido demostrando todos los militantes de FORO cuando abandonaron los cargos públicos.

No somos clase política, es verdad, somos de la misma clase que nuestros votantes. Gente normal, que siente la obligación de responder a la confianza otorgada por los ciudadanos. No tenemos otra hoja de ruta que el cumplimiento de nuestro deber.