En este artículo realizo una reflexión sobre los importantes cambios que se vienen produciendo desde fines de la década de los ochenta del siglo pasado (con la caída del muro de Berlín y de los gobiernos comunistas del Este de Europa)hasta las importantes innovaciones tecnológicas y económicas que nos dan pie para considerar que estamos en el umbral de una nueva etapa histórica.

Hace unos días asistí a una interesante conferencia del señor Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura, titulada: “La Historia Contemporánea en sus documentos”. Esta conferencia estaba patrocinada por Tribuna Ciudadana y se desarrolló en la sala del Club de Prensa de La Nueva España que estaba casi llena de profesores de historia y amantes de las ciencias sociales, en general.

Al final de la conferencia, durante el turno de preguntas, varios profe-sores comentábamos al señor Moradiellos sobre una serie de indicios inequívocos que pensábamos podrían dar lugar, dentro de unos cuantos años, a una nueva época histórica. Entre todos ellos cabe destacar, en primer lugar, la caída del comunismo iniciada con la destrucción del muro de Berlín, en 1989 y los consiguientes cambios políticos en todos los países del Este de Europa. Podríamos decir que, por primera vez en Europa, no existe ningún régimen totalitario, ninguna dictadura en el Viejo continente.

La democracia, con sus diversas peculiaridades, es el único sistema político en todo el continente europeo. Yo diría más, en el contexto internacional la democracia, al menos formal, es el sistema predominante en todo el mundo. La lucha por la libertad en el Norte de África podría ser una buena muestra de ello. En Latinoamérica, región en donde tradicionalmente imperaban las dictaduras militares, hoy en día predominan las democracias (excepto en Cuba y Venezuela). En el continente asiático, el deseo de libertad y democracia se extiende por todo el continente y pocos son los estados que carecen de un régimen democrático (China, Corea del Norte y Vietnam). Desde el punto de vista económico también nos encontramos con nuevos elementos distintos a la etapa histórica denominada contemporánea. De entre todos ellos cabrían destacar, en primer lugar, la denominada globali-zación que, con sus efectos positivos y negativos, es el sistema económico que predomina hoy en día y que dirige las relaciones internacionales entre todos los países, capaz de marcar las políticas económicas y sociales de cualquier Estado del mundo e incluso derribar gobiernos.

La cada vez más fuerte actividad terciaria o de los servicios que, en muchos países desarro-llados supera el 70% de su población activa, es otro indicador inequívoco del paso producido en las últimas décadas de la población activa industrial hacia el de los servicios que incluso en los países subdesarrollados ya supera el 50%.

Los indudables cambios en los modelos productivos en los que ya no es necesario ocupar un puesto de trabajo en una industria sino que existen personas que trabajan en sus casas utilizando Internet para sus negocios, es otro claro ejemplo del cambio económico-social perceptible en los últimos tiempos y que explicaría, en parte, la escasa fuerza sindical que se puede apreciar en los últimos años, de ahí que los sindicatos opten por el diálogo y el consenso al ser conscientes del escaso apoyo social con el que cuentan. Se está pasando de las luchas obreras, con grandes huelgas y manifestaciones típicas de fines del S.XIX y principios del XX, a reducidas manifestaciones, escasas huelgas, contención salarial y pasotismo social.

Por último, para no extenderme demasiado, qué decir dentro del ámbito técnico-científico, en donde la informática e Internet ocupan un puesto relevante y que era desconocido para todos nosotros hace apenas veinte años, la nanotecnología, los innumerables avances médicos (lucha contra el sida, cáncer, genoma humano…) e incluso la más que probable conquista espacial dentro de los próximos decenios.

Todos estos elementos, que acabo de señalar, nos han de dar pie para reflexionar si no estará quedando obsoleta la denominada Historia contem-poránea. Pienso, mejor dicho muchos pensamos, que tendríamos que buscar un nuevo término para denominar a todos estos cambios (político, económico, social, cultural…) porque el traje se nos está quedando pequeño. ¿Nueva división? o ¿subdivisión dentro de la Historia contemporánea?. El análisis y los pertinentes estudios nos lo dirán en los próximos años.

Benedicto Cuervo Álvarez