El año de 1999 señalaba  el paso hacia el nuevo siglo XXI. También en este año se celebraba  el Año Santo de Compostela, último de este siglo y milenio. Son ya doce siglos los que han transcurrido desde el descubrimiento del Sepulcro de Santiago el Mayor.

Desde entonces la fe viene moviendo a personas de todo el mundo a recorrer los caminos, a surcar los mares y, por último, a cruzar los cielos, siguiendo ya en distintas formas  y de variadas maneras la ruta de las estrellas que conduce a Santiago de Compostela, donde se puede obtener el perdón de las culpas.

Son muchas las posibilidades hoy en día de llegar a la ya Capital de Galicia y Ciudad Patrimonio de la Humanidad, con viajes al alcance de todos, y cumplir allí con fe, si el Señor nos concede gracia de tal fin, los requisitos exigidos de recibir la comunión y cruzar la Puerta Santa.

Si hay muchas maneras de llegar y regresar, a pesar de ello sigue siendo la forma clásica, la normal, la que en definitiva confiere el carácter de peregrino diferenciándole del visitante, la de recorrer el Camino por tierra, a pie o en cabalgadura; o sea, los medios que se siguieron durante siglos y que imprimen tal carácter al caminante o jinete, quien alcanzará así tan solo la anhelada certificación de peregrino llamada “La compostelana”.

El Camino de Santiago más antiguo, el clásico en la Edad Media, el preferido de los peregrinos y que se detalla en el códice Calixtino con la precisión de una guía de viajes, fue el llamado Camino Francés. Era el que nacía en París, siguiendo por Orleans, Tours, Buredos; Así como Vézelay, que pasando por Limoges, llegaría a Ostabat, uniéndose al anterior; o bien, el que partiendo de Notre Dame du Puy, tras pasar por Cahors, se uniría a los ya dichos también en Ostabat.

Seguirían ya estas rutas como un solo camino hasta llegar, cruzando los Pirineos por Valcarlos a Roncesvalles, continuando a Pamplona y Puente la Reina.

Era también otra vía importante en Francia la que partía del Sur, en Provenza, seguida por los peregrinos que provenían de la actual Italia, y que pasando por Arles, Montpellier, Toulouse y Oloron, por el áspero Somport pasaba el Pirineo, accediendo a Jaca y desde aquí a Puente La Reina.

El Camino Francés ya era uno solo desde Puente la Reina, siguiendo a través de Navarra a la Rioja, Castilla, León, adentrándose en Galicia por tierras de Lugo y llegando al fin a la anhelada meta.

Mas la posibilidad de una ruta más fácil, menos penosa, motivó el que surgiese el Camino del Norte o de la Costa; más moderno que el Francés, como lo fueron el de la Ruta de la Plata y el de Portugal, y que se seguiría por los extranjeros que accediesen a la Península por Irún y que pasaría por Vascongadas, Cantabria y Asturias; siguiendo la costa hasta Galicia; o bien desviándose en el interior en el pueblo de la Espina, continuaba a Tineo, Pola de Allande y Grandas de Salime, alcanzado Lugo por Fonsagrada.

En este Camino de Santiago, uno más entre los varios que llevaban a Compostela, Lastres ocupa un lugar harto honroso, que no debe olvidarse.

Lastres surgió sin duda mucho después de que el Camino Francés cruzase la España Medieval, siendo un lugar modesto que adquiría un importante auge económico con la pesca y la navegación. Aquí, ya incluso antes de tal prosperidad, los peregrinos encontraban ayuda en la caridad de sus gentes. Así lo demuestra la existencia de un primitivo Hospital, el que nos dan datos los libros parroquiales, que se concretan a forasteros y pobres  “ostiatim”, que así los definen las inscripciones de defunción, fallecidos en “la hospital” –en todas se indica en femenino-  de este Puerto y Villa de Lastres.

El final de este Hospital debió tener lugar en el primer tercio del siglo XVIII, según resulta de las actuaciones judiciales por las que se adjudican a Santiago Mariqueta, natural de Lastres y comerciante de gran posición en la villa de “Ponte Vedra” , los bienes de María Santa Ruíz, madre de Matías Tilán, por deuda de éste contraída con el citado a causa de una fianza. Para el pago se le adjuciaron con otros “la mitaz de la Casa y Capilla y sus Ornattos del Ospital sita en el dho Puerto”, en 1730. Consecuencia de ello, fue la posterior adjudicación al sobrino de tal adjudicatario y su heredero, de la “Mitad de la Cassa y Capilla del hospital de este Puerto con su mitad de pertenecidos, valorada en mill seiscientos y zincuenta rs rs”. Años más tarde, forman parte de los bienes de dicho heredero, Pedro Antonio Mariqueta Mayor, describiéndose como “casa del hospital que pega con la Capilla del Ospital”, y “un cajón con los ornamentos de la Capilla del Buen Suceso de este Puerto”.


Este hospital sin duda era de naturaleza privada, como indica el hecho de su embargo a una particular, y adjudicación judicial, lo que no sería posible en un bien público ( Cf. Archivo Histórico del Principado, Protocolos de los escribanos de Colunga  D. Antonio de Cobián Valdés y D. Manuel Alvarez. Cajas 1301, legajo de 1734 y 1330, legajo de 1736.)

El término de peregrino y su concepto, aún tardarían en aparecer concreta y expresamente en Lastres, y sería con el nuevo Hospital, en el que recibirían asistencia los peregrinos de ida o regreso a y desde Santiago.

Si bien hay inscripción anterior que da a conocer el paso y atención a peregrinos en Lastres, la cita expresa se halla en la inscripción de defunción de 20 de junio de 1733 relativa a Juan Rodríguez, de 65 años, quien desembarcase de un Navío que venía de Cádiz y que falleció “en el hospicio de Peregrinos de este Puerto” (Cf. Libro de Difuntos de la Parroquia de Santa María de Sabada, años de 1723 a 1771. Archivo del Arzobispado de Oviedo (15-8-15)

No conocemos la escritura de fundación del nuevo Hospital, mas se halla noticia cierta del mismo en la inscripción de defunción de Dña. Manuela Vithorero González, acaecida el 29 de diciembre de 1736, y que recogida con detalle por el señor Cura Párroco la lectura de su testamento ante el señor Escribano de Colunga D. Pedro de Valvín, indica que deja el remanente del quinto de sus bienes “al hospital y hospicio de peregrinos que principio a ha hacer en dicho Puerto la Madre de dicho su marido”.

Tal testamento, es el que la testadora define como “Carta y escriptura de testamento”, y fue otorgado ante el dicho D. Pedro del Valvín. En él dispone que de las misas que hayan de celebrarse por su eterno descanso, dos lo serán en el Hospital; que la “ropa Común de mi uso blanca y debestir se repartirá a lso pobres parientes y del hospital”. Por último, vincula sus bienes a favor del hijo habido en matrimonio, “Don Bernardo Anntt del Cantillo Bittorero, exceptuando el quinto de los mismos para el pago de legados y para que su remanente quede a disposición de su marido D. Alejando de Cantillo Tobar”, “para que con ellos y los más que… gare quzando tenga lugar y oportunidad a ello…. Agregaron o  fundación de hospicio o hospital… transitantes pobres peregrinos a fin de quese mantenga y baya…. La chard que tuvo prinzipio con ellos mitia dña Maria gonzalez quesanta gloria aya que pa ello doy al dho mi poder y facultad pa que lo distribuya según hallare conbdniente” (Archivo H. del Principado, Protocolo del Escribano de Colunga D. Pedro Valbín, caja 1297, año 1736).


Era el testamento otorgado el 12 de diciembre de 1736. El mal estado en que se halla debido a la humedad, permite difícilmente dar idea de su contenido, salvándolo en parte la descripción que de viva voz copió el señor Cura Párroco.

La contradicción entre ambos, que puede resultar de las palabras “mi tía” y “la madre de dicho su marido”, e solo aparente ya que la aludida era efectivamente ambas cosas, al estar unidos ambos esposo por un doble vínculo de consanguineidad, para el que habían obtenido la Bula la dispensa, para contraer matrimonio el 30 de Agosto de 1716.

Lo que establecen ambos documentos, más que una fundación era la agregación a la obra ya creada por Dña María Tobar González, esposa que fuera de D. Alejandro del Cantillo Basco, del Hospicio y Hospital de Peregrinos de Lastres, cuyo nombre ya existía, como vimos en 1737.

La existencia de este Hospital dedicado a ellos, motivaría  la afluencia de peregrinos a Lastres, quienes afrontarían de buen grado las dos leguas abundantes que habrían de recorrer desde Colunga a la Venta del Pobre, o a la inversa, cogiendo de nuevo el Camino de la Costa. La falta de libros del Hospital, con sus altas y bajas, nos impide conocer el número de peregrinos que aquí hallaron acogida. No obstante, los Libros de difuntos y de Bautizados de la Parroquia, nos permiten saber, aunque sea en pequeña parte, el paso de los que se dirigían a la ciudad del Apóstol o bien regresaban de ella. Su relación es apasionante, pues los hallamos desde las tierras de Francia hasta la lejana Corte de Viena y desde Flandes hasta las Ciudades de Milán, Liorna y Nápoles.

Comienza, si bien extractamos su contenido, en la forma siguiente:

-“En primero de Febrero de mill setecientos treinta y ocho murió en el hospicio de pobres y peregrinos de este Puerto de Lastres uno que de la fe que se hallo en su poder de aver conffesado y comulgado, y visitado el templo de Santiago de Galicia  Su fha en la propia ziudad en treinta de Diciembre del año proximo passado resulta llamarse Jacobo Oche, de nación frances”.

- Un mes mas tarde, el 1º de Marzo, fallecía en el hospicio otro peregrino, que de certificación que traía de Compostela resultaba llamarse Juan Navarro, de 55 años y de nacionalidad francesa..

- el 13 de Octubre del mismo año, moría una peregrina que según certificación que se exhibió en el hospicio resultaba llamarse Juliana Brauin y ser mujer legítima de Juan Remio, natural de la Parroquia de Santa María del Monte Serrato en Bruselas.

- La triste relación se vio interrumpida durante años, hasta que el 17 de febrero de 1746 falleció en el que ya se llama Hospital de peregrinos, el que dijo ser casado, de 57 años, y natural y vecino de “la ciudad de Nápoles en la Ytalia”. Su nombre Francisco Falco.

- El 23 de abril de ese año, acaecería en el hospicio la muerte de “un muchacho que dijo llamarse Gabriel de Quintana, de 16 años, natural de Poo, peregrino de San Salvador de Zelorio”.

- Transcurrirían doce años sin acaecer mas fallecimientos, hasta el 16 de abril de 1759, en que moría un “Peregrino que dijo ser de nazión frances, vecino de la ziudad de Snt Malo, cuyo nombre y apellido se Ignora, por averle otro peregrino quitado papeles y cartera”.

- El 21 de enero de 1762 moriría en el Hospital de este Puerto Francisco de Montes, hijo de Antonio de Montes y de Manuela de Ceprejos, vecinos de Córdoba, y casado con –tahalina Kauznannin, hija de Gaspar de los Reyes y de María Ysabel, vecinos de Alemania. No tenía domicilio. Al margen: Pobre Peregrino.

- al día siguiente, día 21,  moría en el Hospital, Juan Bautista Damian, “soltero, célibe, natural de Liorna en la Toscana, de edad como de sesenta años”. Al margen: Pobre peregrino.

- dos años más tarde, el 26 de febrero de 1764, fallecía en Lastres Michael Lescure, Peregrino que venía de visitar al Apóstol Santhiago, el que según sus papeles era de nacionalidad flamenca.

- El día 5 del siguiente mes de marzo, moría en el Hospital, Ignacio Berti “peregrino natural del Ymperio Romano, dijo ser casado, de hedad de treinta y tres a poco mas o menos” (Cf. Libro de Difuntos antes citado de los años 1723 a 1771).

Concluye el Libro de Difuntos en el año 1771, sin registrarse en él más fallecimientos de peregrinos, pues aunque hay casos de extranjeros, no se les reconoce tal naturaleza y carácter, por el Párroco firmante.

El siguiente Libro de Difuntos recoge la siguiente inscripción:

“El día quatro de Abril de mis Setecientos setenta y siete falleció en el Hospital de este Puerto un Peregrino cuyo nombre no se ha podido averiguar, por no aver hallado papeles algunos, era originario, según dijo un compañero suyo, de un lugar distante siete leguas de la Ciudad de Tolosa en el Reino de Francia”

. Su carácter de peregrino lo deduce el Párroco de habérsele hallado “un Devocionario y otras señales suficientes de Cristiano.

En todas las inscripciones expresadas, transluce la evidente caridad de los sucesivos Párrocos y Sacerdotes que había en Lastres y tamb8ién en el Concejo, pues en todos los casos asisten todos o casi todos a los funerales y sepelio, siempre solemnes, sin percibir estipendio alguno, por ser todos, sin excepticón pobres.


La primera inscripción, la de Jacobo Oche, nos permite conocer cuál podía ser una media de recorrer el Camino de Santiago de regreso, puesto que de sus papeles resulta haber ganado su indulgencia el 30 de Diciembre, y suponiendo que tras un descanso más que explicable en la ciudad de 3 o 4 días, emprendiese la vuelta, había invertido unos 25 días en llegar a Lastres. Esto, tratándose de la peor época del año y de una persona agotada por la marcha y las privaciones, da idea de una resistencia sobrehumana, que le mantuvo en pie hasta entregar en Lastres su alma al Señor.

También nos da a conocer una de las inscripciones otro aspecto del Camino, y es la picaresca, manifestada en el hurto de papeles y cartera al peregrino desconocido, cuyo nombre no se supo por tal causa, por otro peregrino. Lo cierto es que “la compostelana” podía valer buen dinero, vendiéndola a quien la hiciese valer para conseguir limosnas o para encubrir una personalidad delictiva, como indica Cervantes en el Quijote (Cf. Miguel de Cervantes. El ingenioso don Quijote de la Mancha, Parte II, Cap. 54).

La atención médica la indica una inscripción, pagada sin duda normalmente por los Patronos del Hospital. Sería fácil de obtenerla, ya que en alguna época del siglo XVIII llegan a existir en Lastres cuatro tipo de profesionales de la Medicina: como eran, Médico, Físico, “cirujanos” y “Químico en Medicina”.

El Archivo Parroquial de Santa María de Sábada aún nos permite conocer otra faceta más de Lastres en el Camino de Santiago, y es el bautismo de hijos de peregrinos que aquí se administró.

El primero es el que dio lugar a la primera constancia escrita del paso de peregrinos por Lastres, en 1672, que aludimos, y que dice así: “En Venite y tres de febrero de mis y seiscientos y sesenta y dos yo el lizenciado Pedro Menéndez Cura propio desta feligresía y Puerto de Lastres Bautize Unhixo de Gno Baptista Bud Natural que dixo ser de la ciudad de Biena en a le Mania y de Jacienta Canella sumujer Natural de Sta Maria de nieba del obispado de segobia los que les pasaron pora qui Biniendo de S tiago llamose el niño  francisco Sto fueron sus padrinos Matheo-garcia maior en dias y chattalina de Mariqueta Su mujer Contraxo el padrino y no La madrina y Nacio en trece de dho mes según Su padre declaro y lo firmo dho dia mes y año”. Al margen: “estranjero”.

Si no da del nombre de peregrinos a los padres, deja bien patente que sí lo eran. La otra inscripción se halla en el siguiente Libro de Bautizados y dice así: “En Onze de febrero de mill Setezientos y diez y Seis a el Lizenciado D. Luys Mañana presbytero mi th zertifico ante my infraescrito Cura de la Parrochia de Sta María de Sabada en este Puerto de Lastres obpdo de Oviedo aver bautizado y puesto los Stos olios a Una niña que se llamo Manuela Antonio hija legitima de Pedro Fernández de Azebedo y detheresa Mendes su legitima muger. VVos de la ziudad de Segovia que banperegrinado a Santiago padrinos Juan Antonio la Busta y Manuela antonio de los Toyos su muger que no contrajo mis feligreses, nacio en Siete de dho mes y año”. (Cf. Libro de bautizados de la Parroquia de Santa María de Sadaba, de los años 1617 a 1677 y de 1677 a 1717. Archivo del Arzobispado de Ovido (15-8-1) y (15-8-2).


Vemos el término de Peregrino escrito por vez primera en Lastres en un documento público. Ni en esta inscripción ni en la anterior se menciona lugar del nacimiento, ni por ello el antiguo Hospital. Probablemente como el anterior, tendría lugar en alguna casa de Lastres, ya que los vecinos estarían siempre dispuestos a ayudar al prójimo, hasta que poco después se fundase el nuevo Hospital para transitantes y peregrinos.


El nuevo Hospital, además del capital aportado por los fundadores, recibía la ayuda que los particulares quisieran aportar. Así vemos como la co-fundadora Dña. María Manuel Victorero donaba sus ropas, blancas y de vestir, y encargaba misas. Sin relación con la fundación, otras personas también establecen mandas para misas o legados en dinero. Entre otros, vemos como Don Gaspar de Colunga y Vasco, fallecido en 1743, ordena entre las misas por su alma “una Cantidad en el hospicio de este Puerto”. Dña francisca García Mariqueta, meurta en 1766, legaba, “cincuenta ducados a la Capilla del hospital de este Puerto”.

Entre los legados de cosas, hallamos uno muy curioso, que es el ordenado por Dña, francisca de la Cueba, viuda de don Juan Nava, la que en su testamento de 20 de enero de 1744, dice asi: “tengo una Jeringa de esttaño, la que dejo al hospital deste Puerto encasso que Don Alejando del Cantillo dueño de l hospital laquiera admitir”. Esto prueba la modestia de alguna de las mandas, como el hecho de qu el dueño y a la vez Patrono de la fundación, a la muerte de Dña María Manuela Victorero, era su viudo, o sea dicho Don Alejandro. 

Sucedió al anterior en el Patronato de la fundación del Hosptial, así como en el vínculo de la familia, su hijo Don Bernardo Antonio del Cantillo Victorero, al igual que el padre Regidor del Concejo de Colunga por el estado noble, quien contrajo matrimonio con Dña Teresa de Valdés. Se cita erróneamente en alguna publicación como propietario del Hospicio de Lastres en el siglo XVIII a “Don Bernardo del Castillo”. Constituye tal opinión un error patente, ya que se trata de Don Bernardo del Cantillo, hijo y nieto de los fundadores y Patrono de la fundación como queda dicho. Por otra parte, el apellido “del Castillo” nunca existió en Lastres, salvo en un cirujano que residió poco tiempo en él.

Continuador de los anteriores fue su hijo Don Alejandro Benito Ramon del Cantillo Valdés, quien casó con Daña María Paula Victorero Suárez. Sucedió a los anteriores su primogénito Don Alejandro del Cantillo Victorero, quien contrajo nupcias con Dña Juana García Jovellanos, natural de Gijón. Fueron hijos de los expresados, entre otros, Don Manuel, sacerdote y conocido políglota, empleado de la Oficina de Interpretación de Lenguas, y Don Alejandro del Cantillo Jovellanos, Abogado, Oficial 1º de la Secretaría de Estado y autor de una obra sobre los Tratados de Pa y de Comercio acordados por los Reyes de la Casa de Borbón en España. Al fallecimiento de este señor, primogénito de su familia, en 1853, se ausentaron de Lastres sus familiares, sin que hoy quede en él nadie de tan antiguo linaje. 

La casa del Hospital existió hasta hace pocos años, y conservaba aún señales de la Capilla que hubo en su interior. Hoy se encuentra reconstruido este inmueble, dividido en dos pisos. Se halla sito en la bajada al Puerto. En un saliente de la fachada conserva el escudo de armas: el mismo que se halla en la casa de esta familia, cercana al “Penayu”. Tales armas corresponden, arbitrariamente distribuidas a los linajes de los fundadores, en la forma siguiente: 1º Armas de Tovar (un caballero con sombrero y capa), 2º y 4º Armas de Victorero, repetidas y formando un solo cuartel, constituyen estos dos (son estas armas un castillo y dos órdenes de cinco veros y seis en otro de ambos cuarteles: las mismas que se hallan en los dos escudos del palacio de dicha familia en Luces, y también en el retablo de la Capilla de San roque y en la casona del barrio del Sol en Lastres, hoy dedicada a hotel), y 3º ARMAS DEL Cantillo  (un árbol arrancado,) las que s pueden ver en la Casa donde radicó la Cooperativa del Mar, así como en la casa que pasó a los Suerpérez, formado en ésta escudo partido con otro blasón).

Con posterioridad a la inscripción de defunción del peregrino de Tolosa, en 1777, ya no existen más relativas a los mismos, y muy pocas de pobres y extranjeros asistido en el Hospital. La Revolución y las guerras con España, impedirían el paso normal de peregrinos a través de Francia. Con mayor razón la Guerra de la independencia lo haría imposible.

La vida del Hospital fue decayendo sin duda poco a poco. La ausencia de la familia de los fundadores, explica su final sin duda silencioso. A finales del siglo XIX, el distinguido escritor nacido en Goviendes, don Eugenio Ruizdíaz y Caravia, comentando la decadencia de Lastres, escribía lo siguiente. “A la Colegiata asisten escasos alumnos, y el Hospital no alberga seres desgraciados” (Cf. “La Villa de Lastres”. Ilustración Gallega y Asturiana, Madrid, nº 26, de 18 de setiembre de 1880).

Falto de medios para subsistir en su misión fundacional, pasaría por último el Hospital de Peregrinos de Lastres a manos extrañas, como un inmueble mas particular.

¿Qué es hoy Lastres en el Camino de Santiago?. Fijémonos bien. Lo que era un recuerdo casi perdido  -el Hospital-  ya solo un nombre – es Historia del Camino, y lo es hasta el punto de que Lastres marcaba un jalón más en este Camino de la Costa. El Hospital duró bastantes años, y la atención a los peregrinos en él, y también por los vecinos, fue una realidad tangible. No se trataba de un lugar donde la caridad de las gentes fuese propicia para allegar limosnas, sino de un tramo del Camino, en el que por el hecho de serlo la caridad se mantenía viva.

Hoy en día acaso vuelvan a frecuentar esta ruta los peregrinos modernos, andando o sobre bicicleta que aparece legalizada sustituyendo a las cabalgaduras para obtener el privilegio. No aparecerán con la antigua vestidura, pero quizá vuelvan a buscar ayuda y amparo. Si así ocurriese es de esperar que lo hallarán siempre entre las gentes de aquí, ya que de no ser así, a buen seguro que el peregrino, con que aquí contamos, y éste sí vestido a la antigua usanza, pues lo fue a roma y frustrado por la enfermedad a Tierra Santa  -San roque-, bajaría de su atalaya sobre el mar para darles la limosna que guardase en su escarcela.

No, no podremos olvidar nunca esto que sin duda es un legado  y una carga espiritual de siglos. Porque Lastres es Camino de Santiago y el Camino es en una parte de Lastres.

Cada vez que recorramos el sector de carretera, antiguo Camino Real, de C olunga al comienzo de la bajada al Puerto; de aquí a la Iglesia antigua, a la Capilla del rosario y de San Blas, o a la Iglesia nueva, y desde cualquiera de estos sitios a Luces, a la desampara “Rasa” a la Venta del Pobre, habremos recorrido parte de la senda que por la costa cantábrica llevó a muchos peregrinos a un lugar de acogida y amparo, a la última despedida de sus compañeros y del mundo los que aquí murieron, y a proseguir su ruta a Compostela o de vuelta a casa los que seguían su marcha…

Decía Alvaro Cunqueiro hace unos años en el “El Faro de Vigo”, cuando recorrió el Camino desde Piedrafita a Compostela: “Hemos peregrinado un poco. Hemos pisado el camino santo. Y eso no se olvida. Lo comenzó Carlomagno, porque se lodito un ángel. Y los cristianos tienen que seguir en la obra, en el polvo y en lo guijos. El camino recobra vida. Es una de las venas mayores del cuerpo de Europa..”

No se trata tan sólo de las dos leguas largas de este tramo, de la acogida, de la ayuda material que aquí se prestase: esto sin duda se olvidaría por los peregrinos que por aquí pasaron, como de cualquier otro modesto lugar donde pudieron descansar y en el que recaudaron limosnas y recibieron ayuda en el Camino. Aquí quedaron varios peregrinos a quiénes Nuestro Señor llamó a Sí, y aquí abrieron sus ojos a la luz y a la Iglesia dos, el uno nacido de vuelta de Santiago sus padres, camino de él la otra.

En los niños que aquí nacieron, como algo muy suyo, se mantendrían el recuerdo de Lastres, con toda la belleza de lo soñado…

En los que no regresaron durante mucho tiempo viviría en sus familias el nombre de este lugar que acaso no pudiesen situar debidamente cuando los compañeros de peregrinación les diesen la noticia y les entregasen sus documentos, último recuerdo. Vivo sí, en alma y memorial del marido que aquí dejó a su esposa Juliana Brauin. Acaso también siga el nombre, que en tantas noches de hilvanar recuerdos fuese transmitido a los descendientes de quien halló a su fin en un lugar junto al mar, cuando iba o estaba de regreso de Santiago de Compostela.

Los aquí fallecidos fueron doce, en un lapso de tiempo de cerca de 40 años. Todos llevarían como última visión el cielo de Lastres, en el que se mezclarían nostálgicos los soles de Nápoles o de liorna o bien las campiñas de Flandes o las brumas de Bretaña. Lastres era suyo, pues aquí rindieron su última etapa de los caminos de la vida. Hoy, ya polvo de la tierra, yacen los tres primeros bajo la hierba del paraje donde un día se alzó la primitiva Iglesia. Cubre el suelo de la que fue Capilla del rosario y San Blas los otros dos que le siguieron, y las losas de la actual iglesia a los otros siete. Así tierra y recuerdo, recuerdo e Historia, polvo de inmortalidad y tierra nuestra de Lastres, deberá su memoria seguir viviendo en nosotros.

Lastres fue un sitio más en el Camino Norte de Santiago. Lastres que alcanza hitos a la Historia y se adentra en ella, por cuanto a dónde la Historia puede llegar allí está la verdad. Y ésta nos dice lo que Lastres fue y será para siempre en el Camino de Santiago.


Por Eugenio Alvarez Quiñones.

Abril de 1999.