L os hechos acontecidos en el Patronato de la Fundación Selgas-Fagalde y que hemos conocido en los últimos meses no pueden analizarse ni valorarse como un hecho aislado, sino que constituyen un nuevo ejemplo de desidia, dejadez y falta de autoestima de nuestras administraciones. Uno más.

Es un hecho objetivo que el Patronato de la Fundación Selgas-Fagalde ha tomado decisiones que, además de ir en contra de sus propios estatutos, han sido contrarias a los intereses del Principado de Asturias. Pero para ello ha sido clave el silencio cómplice en algunas ocasiones, o el apoyo entusiasta en otras, de cuatro organismos representados en el Patronato y de los que se espera, cuanto menos, cierto respeto por Asturias y por su patrimonio cultural, artístico e histórico: el Gobierno del Principado de Asturias,  el Ayuntamiento de Cudillero, la Universidad de Oviedo y la Iglesia asturiana no están representados en el Patronato de la Fundación por casualidad, sino por expreso deseo de la familia Selgas-Fagalde para garantizar la vinculación de esta a nuestra tierra.

En la entrada de la Quinta de Selgas