
Balompié sí, calco de la lengua hereje football, de foot “pie” y ball “bola, pelota”, que ahora con esto de la progresía antiespañola – lo de tener el enemigo en casa, que es lo peor que hay, vaya – se aprovecha cualquier resquicio para denostar nuestra rica lengua castellana un día sí y otro también, y eso es algo que no está ni medio bien.
Otro gallo hubiera cantado si en su día el Duque de Medina Sidonia al mando de La Gran Armada, hubiera atendido los consejos del capitán vascongado Martínez de Recalde y demás avezados oficiales siempre hasta entonces a las órdenes del Almirante General D. Álvaro de Bazán Marqués de la Santa Cruz y hubiera entrado en Plymouth pillando a la armada de la Queen en bragas, que entonces otro gallo hubiera cantado y serían ellos los que tendrían ahora que andar yendo al Spanish College, pero en fin, eso ya no tiene remedio, y todo por culpa del vicio muy nuestro por cierto de poner al frente de un negocio a quién nada sabe de él, que era el caso de Medina Sidonia precisamente que de militar nada tenía por cierto, y claro.
Pero a lo que vamos…
Que es que eso del balompié aquí por Colunga no es cosa nueva, puesto que por estos lares se lleva ya bastante más de siglo y medio dándole a la bola como bien pueden comprobar en esa antigua semeya que les muestro ahí de los años veinte del pasado siglo, claro, que si bien es una formación bastante antigua, tampoco es de las más viejas.
Lo que sí que es tradicional es la primaria equipación de las primeras alineaciones, esa camiseta a rayas muy común en las formaciones más antiguas.
El “Estadio” no era ni va pallá en esos tiempos el de Santianes, que va; eso es cosa de hace cuatro días, ocurrencia de Don Hernán, como casi todo, claro.
Hace un siglo, no había un campo fijo, se jugaba donde cuadraba más o menos, que en principio era cerca del río, en El Forrote, pero como era zona inundable en invierno a veces no se podía, y la alternativa era Güeñu, aunque hubo también otras ubicaciones, y algunas de ellas no demasiado llanas por cierto, con el consiguiente cabreo del equipo visitante.
El rival de ese día era la Agrupación Deportiva Villamayor de Piloña, y nuestra alineación para el inminente encuentro era esta vez el siguiente trece de izquierda a derecha, utillero y entrenador incluídos; a ver:
Ángel Granda, Elías Villaverde, Josito Roza, Angelín el Chato, Hipólito, Ricardín el de la Chocolatera, Catré, Manolo el Payaru, y Celedonio de pie.
Alfredo el Salau, Pichi, Pepín el Coxu, y el Mañu agachaos.
Como ven, algunos de ellos son conocidos más por el apodo que por su nombre de pila, costumbre también muy extendida por estos lares, tanto que a veces en las esquelas por ejemplo por citar un caso muy común, debajo de Fulano García o Pérez, se pone entre paréntesis (El Roxu, por ejemplo) porque de lo contrario bien pudiera ser que no lo conociera ni el tato, y tampoco es cosa.
Pues nada, que ahí tienen la semeya y eso.
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