Lamentablemente, por lo que lleva en sí de perversión, es palabra muy en uso. Ahora mismo, juega un papel estelar en los juzgados, en los medios, en la política, en los sindicatos, en las empresas, en todo tipo de negocios.

¿Qué es la corrupción? Soborno, cohecho, trapicheo, vicio y, sobre todo, falta de honradez en el comportamiento individual y hasta colectivo. No puedo fijar fecha, pero desde que el éxito es "hacerse rico" contra reloj y a ser posible tan rico como para figurar en la lista de las más grandes fortunas, hemos dejado de cotizar valores básicos y fundamentales como la honra. ¿Dónde queda aquel dicho del almirante Méndez Núñez de que "más vale honra sin buques que buques sin honra"? Cuando el objetivo es enriquecerse, el interés está en los barcos. La honra, a lo más, pasa a ser contemplada como ideal noble, sí, pero que poco o nada vale para medrar y "hacer el negocio". Hubo un tiempo en que era negocio ser honrado. Desgraciadamente, ahora, por lo que vemos, son muchos, demasiados, los que, arrumbando con valores éticos y morales, cifran el negocio en sobornos, comisiones disparatadas, contratos amañados, engaños, mentiras y cualquier trapicheo que engorde sus cuentas bancarias. ¿Seremos capaces de superar tanta escandalosa corrupción y volver a adoptar la honradez como guía de nuestras vidas? Ojalá. Yo sigo creyendo en nuestro Francisco de Quevedo: "Aquel hombre que pierde la honra por el negocio, pierde el negocio y la honra".