Los que se dicen continuadores de las ideas de Jovellanos, desde su Foro, están difundiendo lo que es radicalmente contrario.

 

La Bioética, según Jovellanos

Con fecha de 7 de mayo de 1800, escribía Jovellanos a su amigo el Canónigo Posada una larga carta sobre la ampliación de estudios en su querido Instituto:

-          «Deseo que mis matemáticos contraigan los principios y el uso de un buen estilo didáctico para que consultando, informando, proponiendo, escribiendo, puedan dar orden y claridad a sus ideas».

Y sigue después:

-          - «No es fácil dar a Vmd. una razón de lo que es nuestro curso y menos de lo que será, porque tratamos de irlo perfeccionando con la experiencia. Por ahora se reduce: primero, a unas lecciones preliminares sobre la formación de las ideas; segundo, a unos elementos de gramática racional o general en que se descubra la lógica del lenguaje en dos partes: (a) primera, por los oficios de las palabras en él; (b) segunda, por el enlace de las mismas palabras... para formar juicios y encadenarlos. Esta última parte se irá ampliando más y más hasta embeber en ella cuanto es esencial al conocimiento de la Retórica y de la Lógica. Y como esta última anda envuelta en la Metafísica, se preparará a los jóvenes para tomar conocimiento de ésta, pasar a la Teología natural, que rigurosamente es una parte suya y acabar con la Ética, que toda se apoya y deriva del conocimiento del Sumo Bien, contenido en su antecedente. A esto debe suceder la Historia de la Religión, para perfeccionar el conocimiento del Dogma que desde la escuela habrán estudiado en el Catecismo. En suma, un método sencillo, acomodado al objeto, pocos preceptos, ejemplos muchos, poco fiado a la memoria, mucho a la explicación paciente y constante hasta que se sepa haberse entendido cuanto se propone».

Jovellanos habla de la Metafísica, de la Teología, de la Ética, del Dogma, del Catecismo. Todo ello de acuerdo con su Iglesia, la Católica, que, en su actualización, entre esos “pocos preceptos”,  hoy nos viene a decir:

«Es urgente una movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético, para poner en práctica una gran estrategia en favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva cultura de la vida: nueva, para que sea capaz de afrontar y resolver los problemas propios de hoy sobre la vida del hombre; nueva, para que sea asumida con una convicción firme y activa por todos los cristianos; nueva para que pueda suscitar un encuentro cultural serio y valiente con todos. La urgencia de este cambio cultural está relacionada con la situación histórica que estamos atravesando, pero tiene su raíz en la misma misión evangelizadora, propia de la Iglesia» (EV n. 95).

 Jovellanos , con sus ideas, sería necesario aquí, hoy, para defender la vida, contra los abortistas.

Como él no está, tendremos que seguir intentándolo, sin fruto, contra los abortistas, disfrazados de “bioéticos”. Y seguiremos nuestra campaña mientras tengamos  VIDA.

              Carlos Roces entre Areces y Felgueroso

 ARTÍCULO DE OPINIÓN PUBLICADO EN LA NUEVA ESPAÑA 

Jovellanos y la ética 

CARLOS ROCES FELGUEROSO
 

Don Gaspar de Jovellanos, en su discurso inaugural del Instituto, el día 7 de enero de 1794, hace una exhortación al estudio de las ciencias útiles, con una maravillosa intuición y un espíritu abierto al progreso de las artes utilitarias que ya alboreaba en el resto de Europa. En aquella «Oración inaugural» planteaba: -«Desde Zenón a Espinosa y desde Thales a Malebranche, ¿qué pudo descubrir la Ontología sino monstruos o quimeras o dudas o ilusiones? ¡Ah! Sin la revelación, sin esa luz divina que descendió del cielo para alumbrar y fortalecer nuestra obscura, nuestra flaca razón, ¿qué hubiera alcanzado el hombre de lo que existe fuera de la naturaleza? ¿Qué hubiera alcanzado aún de aquellas santas verdades que tanto ennoblecen su ser y hacen su más dulce consolación?». Y se contesta: -«Si algún estudio nos puede levantar a estas verdades es el estudio de la naturaleza; es el estudio de este orden admirable que reina en ella; que descubre por todas partes la sabia y omnipotente mano que lo dispuso, y que llamándonos al conocimiento de las criaturas nos indica los grandes fines para que fuimos colocados  en medio de ellas».

Seis años después, con fecha de 7 de mayo de 1800, escribía Jovellanos a su amigo el Canónigo Posada una larga carta sobre la ampliación de estudios en su querido Instituto...: «Deseo que mis matemáticos contraigan los principios y el uso de un buen estilo didáctico para que consultando, informando, proponiendo, escribiendo, puedan dar orden y claridad a sus ideas». Y sigue después: «No es fácil dar a Vmd. una razón de lo que es nuestro curso y menos de lo que será, porque tratamos de irlo perfeccionando con la experiencia. Por ahora se reduce: primero, a unas lecciones preliminares sobre la formación de las ideas; segundo, a unos elementos de gramática racional o general en que se descubra la lógica del lenguaje en dos partes: (a) primera, por los oficios de las palabras en él; (b) segunda, por el enlace de las mismas palabras... para formar juicios y encadenarlos. Esta última parte se irá ampliando más y más hasta embeber en ella cuanto es esencial al conocimiento de la Retórica y de la Lógica. Y como esta última anda envuelta en la Metafísica, se preparará a los jóvenes para tomar conocimiento de ésta, pasar a la Teología natural, que rigurosamente es una parte suya y acabar con la Ética, que toda se apoya y deriva del conocimiento del Sumo Bien, contenido en su antecedente. A esto debe suceder la Historia de la Religión, para perfeccionar el conocimiento del Dogma que desde la escuela habrán estudiado en el Catecismo. En suma, un método sencillo, acomodado al objeto, pocos preceptos, ejemplos muchos, poco fiado a la memoria, mucho a la explicación paciente y constante hasta que se sepa haberse entendido cuanto se propone».

Nuestro prócer fue un hombre adelantado a su tiempo, progresista, con amplia visión de futuro, pero teniendo siempre presente la existencia de un ser superior, creador del mundo, donde colocó al ser humano con el encargo de mejorarlo.

Jovellanos vivió de acuerdo con unos principios éticos inspirados en la moral cristiana y quería extender esa clara conciencia a los demás. Si viviese ahora sería un adelantado, amante del conocimiento, como otros muchos sabios, investigadores, científicos, que siguen contribuyendo al progreso de la Humanidad sin renunciar a sus creencias y a su fe.

Como jurista, Jovellanos defendería el derecho a la vida. Condenaría a quienes hacen apología del delito del aborto, llamándolo «interrupción voluntaria del embarazo» cuando es un asesinato de niños indefensos. Hoy, Jovellanos podría ser miembro de entidades culturales o científicas, como otros investigadores y juristas amantes del progreso. Desde dentro de la Sociedad Bioética, seguiría defendiendo sus planteamientos. Otros lo están haciendo de forma responsable, con respeto al embrión y al feto y defendiendo la vida como un bien esencial.

Benigno Blanco, jurista, considera que hay que conceder al embrión una presunción de existencia. Cuando está en juego el derecho a la vida, a quien hay que tratar con justicia no es al progreso ni a los científicos, sino al embrión, y por tanto, de la misma forma que uno no es culpable mientras no se demuestre lo contrario, porque la libertad es un derecho fundamental, el embrión es persona mientras no se demuestre lo contrario. Y no se ha demostrado.

Benigno Blanco es el presidente del Foro Español de la Familia (FEF). Sus planteamientos de la defensa de la vida puede decirse que son los mismos que los de su colega Melchor Gaspar de Jovellanos.

«Es urgente una movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético, para poner en práctica una gran estrategia en favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva cultura de la vida: nueva, para que sea capaz de afrontar y resolver los problemas propios de hoy sobre la vida del hombre; nueva, para que sea asumida con una convicción firme y activa por todos los cristianos; nueva para que pueda suscitar un encuentro cultural serio y valiente con todos. La urgencia de este cambio cultural está relacionada con la situación histórica que estamos atravesando, pero tiene su raíz en la misma misión evangelizadora, propia de la Iglesia» (EV n. 95).

«Para esta tarea están llamados a actuar especialmente los educadores, los catequistas, las comunidades parroquiales, las instituciones y organizaciones de la Iglesia, los religiosos, las asociaciones de apostolado seglar, y todas aquellas instituciones civiles que compartan una visión cristiana del hombre. La vida asociativa cristiana es hoy más necesaria que en otras épocas en orden a dar una respuesta pastoral adecuada ante los grandes desafíos de nuestra época. No basta la acción individual de cada uno cuando los problemas tienen una estructura social y cultural. Si queremos actuar con eficacia pastoral necesitamos: sólida vida espiritual, preparación intelectual, organización, audacia misionera, y una profunda espiritualidad de comunión... Jovellanos, con sus ideas, sería necesario aquí, hoy, para defender la vida, contra los abortistas.

Carlos Roces Felgueroso