Las reflexiones de Javier Balaguer

Me dirigió una mirada cansada pero de alivio y pudo entender en ella una aprobación tácita para adentrarme en la solitaria playa de mediados de setiembre. Corrimos los dos acariciados por la fina brisa del final de verano. Era bajamar y el amplio arenal albergaba solamente algún  rezagado veraneante. A lo lejos, en el pedrero,  se recortaban las siluetas de dos pescadores que poco a poco se iban diluyendo entra la tenue niebla que arrojaba el mar.  A mitad de la playa mi amigo se detuvo de repente y se sentó en la arena.

Yo me coloqué a su lado. Comenzó a explicarme porque no debíamos de llegar hasta la orilla del mar y porque ni siquiera debíamos de haber llegado hasta el lugar donde estábamos sentados. Lo comprendí cuando dos agujas colipintas volaron en dirección contraria emitiendo estrepitosos pitidos de sobresalto. Son aves migratorias. Han venido desde Laponia para evitar los fríos del invierno y se dirigen a Mauritania Se han detenido aquí y reponen fuerzas para reanudar el vuelo. Lo más seguros es que si durante el tiempo que permanecen con nosotros las hacemos volar asustadas por nuestra presencia las estaremos obligando a consumir unas fuerzas de las que no estarán sobradas para el largo viaje que les espera. Probablemente por esta causa no podrán llegar a su destino  y esto hará que el próximo año se piensen muy bien si deben hacer escala en nuestra playa. 

Me quedé extrañado de la sabiduría de mi amigo en lo referente a las aves. Agujas colipintas y al vuelo, Vaya control. -Bueno lo de agujas colipintas es por decir algo pero todo lo demás es tan cierto como que te estoy hablando. Mi amigo Rafael Guardiola que es entendido en la materia me lo ha explicado y te aseguro que de pájaros sabe un rato largo.- Así pues convenimos que en días sucesivos restringiríamos nuestros paseos matutinos evitando transitar por donde estas limícolas se alimentan. Regresamos a casa bajo un cielo de panza de burro  que anunciaba una tormenta de la que la fina lluvia era un avance. Por el paseo, ya fuera del arenal, caminábamos lentamente sorteando algún que otro excremento canino ya resecado por el paso del tiempo y aspirando efluvios de orines  que pintaban las esquinas de las aceras. Agosto quedaba atrás y los sevicios de limpieza habían dado por finalizada su labor diaria.

No quedaban usuarios a los que dejarles el aspecto de las calles presentable. Los mismos a los que les dejaba indiferentes que sus mascotas se aliviaran en la calle. Los mismos que algunos minutos más tarde denunciaban a los cuidadores de la playa que algún animalito de estos hiciese pipi al lado del niño que construía un inestable castillo de arena. -Que quieres, amigo, las ordenanzas son las ordenanzas y están para que el ciudadano las cumpla y vele por que el resto haga lo propio.- Unos ojos asustados nos miraron. Era una mirada atónita del que se cree que alguien ha cometido un descuido lamentable. Una confusión, una confusión. No podía ser que aquella familia que le había acogido feliz en las pasadas navidades como premio a su parcial éxito académico al cabo de ocho meses la abandonase en la ayer concurrida y paradisiaca playa, hoy solitaria y amenanzante.- Es que la ciudad es incómoda y su ritmo frenético no nos permite perder unos minutos en pasearla por el parquecito de la urbanización. La niña, ya sabes, tiene que coger el autobús del colegio. La olvidará… -   La perrita, pobre animal, no se olvidará hasta que el hambre, el frío y la angustia acaben con sus huesos entre  los cartones de las basuras sin recoger. A lo mejor tiene suerte y alguien, con el corazón más blando, la lleva a su casa. Algún colega me ha comentado el insoportable sufrimiento que tiene que soportar un perro cuando pierde a su amo.

Al regresar a casa en el ordenador buscolu.com daba la noticia “En la madrugada de ayer se produjo el atropello de un corzo en la recta de la Rasa de Luces. El vehículo sufrió serios desperfectos. Esta zona perteneciente al coto Carrandi-Selorio es frecuentemente atravesada por corzos, jabalís, zorros y otros animales salvajes con el consiguiente peligro para los conductores. El corzo fue impulsado por el impacto y se desplomo sin vida sobre la cuneta contraria.” Pobre animal pense – Oye y por qué nuestras autoridades no establecen en estas zonas medidas de protección que eviten daños a los corzos, jabalís, zorros  ect. …. ¿Porqué no castigan con leyes severas el abandono de mascotas, porque no nos dejan jugar en la playa en verano  y sin embargo permiten que ensuciemos nuestras calles, porque no ayudamos a la aguja colipinta, porque, porque, porque ….……   -Vale Rumrum, déjalo ya, los perros no preguntan.-

La tormenta había comenzado y me refugié debajo de la mesa camilla para no escuchar el insoportable estruendo de los truenos.

Javier Balaguer