
La primera reseña la publicó Francisco González Barredo, nacido en Lastres (Colunga) , en la revista Aeroplano en el año 1982.
El articulista se sorprende de cómo fue posible que un pueblo entero se inventara una historia falsa.
Cuenta que durante la guerra civil española, en el aeródromo de Colunga, Asturias, había un grupo de aviadores rusos que no hablaban con nadie porque no conocían el idioma español, con la salvedad de una mujer: Julita.
Vestía cazadora de cuero, como todos los pilotos y pantalones azules.
Era atractiva (la mentira más gorda de todas) tenía los ojos claros y andaba con una firmeza que revelaba la fortaleza de su carácter.
Cuando volaba, con el gorro y las gafas, se confundía con cualquiera de sus compañeros; la gente de Colunga estaba convencida de que era la mujer del comandante, además de una excelente piloto, aunque algo temeraria.
Como era la esposa del comandante, el jefe se ponía muy nervioso si tardaba en regresar en sus vuelos; paseaba de un lado a otro, fumando sin parar. Al comandante no le gustaba que saliera para efectuar misiones demasiado arriesgadas, lo que era motivo de frecuentes discusiones entre los dos porque ella quería ser la mejor piloto del aeródromo.
De sus habilidades como piloto se contaban muchas historias, una de ellas que trajo a Colunga la avioneta del aventurero playboy Rupert Bellville, cargada de botellas de vino de Jerez, desde La Albericia, Santander. Bellville aterrizó allí, venía de Burgos, y pensaba que la ciudad estaba en poder de las tropas de Franco. También se decía que cometió la imprudencia de despegar justo cuando el campo lo sobrevolaba un Junker enemigo que patrullaba la zona haciendo fotografías.
No tardaron en bombardear el aeródromo de Colunga y ella fue alcanzada por una bomba justo cuando trataba de despegar. Allí murió la valiente Julita.
Así es como era Julita para la gente de Colunga. González Barredo no obstante, quiso saber más de aquella mujer que conoció cuando él tendría unos doce años.
En los partes de guerra del Ejército de Franco y algún libro de historia se hacía una vaga referencia a ella como «una piloto rusa». No había más
No sé muy bien qué indagaciones llevó a cabo el articulista, pero la cuestión es que nos dice que la supuesta Julita aviadora en realidad se llamaba María Fortus.
Y a partir de ahí varios autores hemos reconstruido al personaje, el real, que nada tiene que ver con la piloto de caza rusa.
María Alexandrovna Fortus nació en el año 1900 en Jersón, Ucrania. Su padre era un judío banquero y armador, rico, que abandonó a su familia cuando ella tenía 13 años.
Cuatro años después Julita se enroló en el Partido Comunista y participó en la guerra civil rusa. Con 19 años conoció en Jersón a Ramón Casanellas, un anarquista español, cuando ella repartía propaganda comunista entre los soldados y marineros algunos de ellos extranjeros como Casanellas.
De su aventura con Ramón nació su primer hijo al que puso el mismo nombre que su padre ya destinado entonces en Moscú.
El hijo de María se crio con su abuela materna mientras ella militaba en el servicio de inteligencia del Ejército Rojo introducida como espía en las fuerzas armadas del anarquista ucraniano Nestor Makhno donde fue descubierta y fusilada junto con otros condenados, pero fue abandonada en la nieve todavía viva y milagrosamente se recuperó.
Años después, en la Universidad de Moscú, se reencontró con Ramón Casanellas que había abandonado definitivamenteù España para formarse en Rusia. Los dos regresaron a España, en 1929, ella con el nombre de Julita Jiménez y un pasaporte uruguayo al servicio del espionaje soviético. Ramón fue asesinado en 1933 y María volvió a Moscú.
En 1936, su hijo Ramón, con 16 años, manifestó su deseo de ir a España. A pesar de que su madre le dijo que «ya hemos tenido bastante revolucionarios en la familia», De muy mala gana dio su consentimiento y el muchacho fue enviado al país de su padre para trabajar con las juventudes revolucionarias.
Cuatro meses después estalló la Guerra Civil española y ella consiguió un destino en España como "intérprete" , espía en realidad con dilatada experiencia y ayudante del consejero militar Ciril Merezkov en el Madrid republicano
Su hijo Ramón Casanelles, piloto, murió cuando su avión fue derribado sobre Zaragoza, en 1937. En 1938 María regresó a Moscú.
Y aquí se acaba la historia española de Julita, la supuesta aviadora.
María siguió con su vida aventurera en la inteligencia soviética, contra los nazis, en Budapest, Viena, Vinnitsa y otras ciudades. Cuando acabó la II Guerra Mundial regresó a Rusia y continuó trabajando para el Gobierno hasta que se retiró con la graduación de coronel en 1955. Falleció en 1981.
¿Por qué se inventó el pueblo de Colunga que María fue aviadora?
Tenían muchos motivos para hacerlo, pues la agente lo último que deseaba era revelar su verdadera identidad y contribuyó por tanto de buen grado a la confusión y a una leyenda que le venía de perlas.
Seguro que estaría muy satisfecha de saber que todos la consideraron una intrépida piloto.
En cualquier caso, su vida real fue bastante más azarosa que la de una simple aviadora rusa de aviones de caza.
Que la historia real supera al mito con creces, vaya…
¡Pues eso...!
En el lugar de Loja, parroquia de San Juan, término municipal de Colunga en el Principado de las Asturias de Oviedo, a doce días del mes de Agosto del año de dos mil y veinticuatro del nacimiento de Nuestro Señor, que EL nos ampare.
0 Comentarios
Esta noticia todavía no tiene comentarios
Comentar la noticia
El email no será publicado