Omar Pardo: Leyendas populares de Colunga, el espíritu santo y les madreñes

Y digo “por decir algo”; porque esto de las leyendas es una cosa digamos que ficticia, y eso que ahora voy a relatarles de ficticio no tiene nada, pues es un hecho real acontecido hace bien poco en nuestro reducido entorno del cual más de uno tiene aún conocimiento.

El asunto de disfrazarlo de leyenda es que, en fin; como les diría yo…

Resumiendo, que alguno de los protagonistas aún anda suelto por ahí y claro, en ese caso hay que andarse con pies de plomo; ya saben.

El caso es que hace un tiempo – no demasiado – había en Colunga un sacerdote un tanto peculiar, ya que no era un sacerdote al uso sino un tanto “diferente” debido a peculiares circunstancias, pues era a pesar de su juventud un destacado teólogo, con muy destacados conocimientos de filosofía, lenguas clásicas y otros conocimientos varios – que era una lumbrera, vaya – y claro, todo ese extraordinario bagaje le hacía un flaco favor en un entorno rural, un tanto conservador y retraído que no comprendía demasiado bien esas novedades, lo cual le hacía un tanto “raro” para el común de los mortales.

De ahí, de ser un tanto peculiar se pasa añadiendo cuatro comentarios maliciosos de pueblo a estar como una oveya, -hablando en plata - en un santiamén; y ese fue precisamente el caso.

Así que los comentarios fueron “in crescendo” y muy poco tiempo después si unos decían piadosamente que D. Fulano estaba como suele decirse por aquí “Pasau de listu” otros claramente indicaban ya que estaba “como una oveya”.

En fin; en este estado de cosas, la gota que colmó el vaso fue que celebrando un oficio en la parroquia de La Riera, el hombre, más que docto, trataba de explicar a los feligreses de la manera más didáctica posible el misterio de La Santísima Trinidad, ya saben; aquello de las tres personas distintas y un solo Dios verdadero, asunto complejo donde los haya, y claro, para facilitar el entendimiento de las gentes rurales al circunspecto se le ocurrió utilizar un símil, que a la postre resultó verdaderamente fatal y que le apartó ya debido a las consecuencias definitivamente del sacerdocio.

Y es que no se le ocurrió otras cosa que decir, que EL ESPIRITU SANTO ERA POCO MAS O MENOS QUE UNA MADREÑA, PUES ERAN TRES PERSONAS DISTINTAS EN UNA SOLA, AL IGUAL QUE LA MADREÑA QUE TENIA TRES PATES Y SIN EMBARGO ERA UNA SOLA MADREÑA.

Recurso didáctico genial para un especialista en Pedagogía que aplaudiría sin duda la ocurrencia, pero no para unos parroquianos de pueblo de pocas entendederas a los que comparar al Espíritu Santo con una madreña les pareció una cosa de chiflaos d´ afechu.

Y claro, no pasó ni un cuartu de hora sin que algún feligrés espantau fuera pa Colunga y pusiera en conocimiento de D. José tal circunstancia…

En fin que la cosa acabó como el rosario de la Aurora, que la Iglesia en esos tiempos no andaba para tales melindres y a nuestro prohombre no le quedó otra que buscarse los garbanzos por otro lado, dando así validez al tradicional aserto de que “No hay mal que por bien no venga”; pero en fin; eso ya se lo contaré otro día.