Señor,  ¡QUÉ CRUZ...!

Sobre la Cruz procesional bajomedieval de la parroquia de SALES

Señor, ¡QUÉ CRUZ…! Omar Pardo De todos es sabido que en la bibliografía asturiana, tenemos noticias de tres importantes cruces románicas: Una en Fuentes (Villaviciosa), otra en Sales (Colunga) y otra en la Manzaneda (Gozón). La primera es de plata y las otras dos de cobre aleado, y -vicisitudes de la historia- o mejor pudiéramos decir de “la rapiña”, ninguna por una u otra causa - ninguna, digo - se encuentra donde debiera estar, o sea, en su lugar de origen, o lo que es lo mismo que decir en manos de su legítimo dueño. En la que se refiere a la que nos ocupa, o sea, la de Sales, bien conocidas son las referencias de Bellmunt y Canella (que acompaña un par de fotografías, aunque bastante primitivas de la misma) de finales del siglo XIX, y del caraviense Aurelio de Llano Roza de Ampudia y de Valle en el primer cuarto del XX en la que se lamenta ya de la desaparición de la pieza. De todos es sabida la historia de la Cruz de Fuentes, que fue a parar por arte de birlibirloque al The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, al que nunca debió volver después de haberla tenido en Oviedo con motivo de la exposición: “Orígenes”, pero eso es otra historia, de incompetentes y pusilánimes, claro. Las tres piezas citadas más que presumiblemente de origen Limoges, tienen un valor extraordinario, tanto histórico como económico, (piezas fabricadas entre los siglos XI y principios del XIII: cofres, vírgenes, relicarios, báculos, inciensarios, aguamaniles, píxides, navetas, frontales de altar, tabernáculos, cubiertas de libro o cualquier otro mobiliario litúrgico); aunque la de Fuentes se lleve la palma tanto por su calidad como por el material empleado. En cuanto a la de Sales, nada que no se sepa, está perfectamente catalogada y estudiada, y la descripción más fiable y especializada sin duda es la de la profesora de Arte de la Universidad de Oviedo Yayoi Kawamura, que dice así: “La cruz de Sales, de 40,5 cm. de alto y 26,0cm. de ancho, es una obra de considerable riqueza por el uso de los esmaltes. Se trata de una cruz latina de brazos rectos y medallón central, con las terminaciones ensanchadas. Se observa una gran similitud con dos cruces medievales esmaltadas que se conservan en el museo leonés de San Marcos. El paralelismo entre éstas y la de Sales es patente, y se puede atribuir su procedencia al mismo taller, en este caso, Limoges. En el anverso se observa un crucifijo de cuatro clavos de bronce fundido, que muestra una anatomía muy somera en el tronco, con un cierto volumen en el abdomen. La expresión facial es hierática y lleva una corona real. Los cabellos largos caen sobre los hombros. El paño de pureza, que oculta las piernas hasta las rodillas, tiene caídas rectas trazadas de esmalte azul, esquemáticas pero con cierto intento de expresar la naturalidad del paño. Los brazos muy delgados, sin articulación ni anatomía, aumentan la rigidez de la figura. Los pies y su soporte son de una misma pieza fundida, distinguidos los pies mediante surcos grabados que los marcan. Los crucifijos del siglo XIII procedentes de Limoges suelen aparecer con las piernas ligeramente superpuestas, la izquierda encima de la derecha, con el intento de expresar el volumen10, pero en nuestro caso la figura aún no tiene esa voluntad de movimiento ni de tercera dimensión. La cruz propiamente dicha está alterada ciertamente, y las terminaciones de la cara anverso no conservan el estado original nada más que en su forma. Toda la superficie de la cruz está grabada con rayas muy finas, sobre la cual aparecen motivos florales de cuatro pétalos y piedras opacas redondas engarzadas. En las terminaciones parece que existían representaciones figurativas esmaltadas con cierto volumen como las de San Marcos En el reverso se conserva una interesante manifestación pictórica a base de esmalte; el Pantocrátor (medallón central) y cuatro evangelistas zoomórficas (terminaciones) y cinco motivos estrellados (brazos). Todos son de chapas gruesas (2 mm.) sobrepuestas o aplicadas sobre la cruz de madera cubierta de cobre aleado. El Cristo del Pantocrátor sostiene el libro de color rojo y lleva una túnica azul. El nimbo de Cristo es de una combinación de colores amarillo y verde. Los círculos redondos y rombos que le rodean son de tonalidades combinadas de amarillo, verde y blanco. Las figuras tetramorfas; águila, buey y ángel (ya que el león está desaparecido del brazo derecho de la cruz) están grabadas y encima decoradas con esmalte. Todo el esmalte que se emplea en esta obra es de la técnica de esmaltes aplicados a pincel. El fondo de esta cara está troquelado, sin guardar ningún orden, con motivos florales circulares. Las representaciones figurativas de esta cara son mucho más naturales y expresivas que el crucifijo, e incluso expresan cierto intento de movimiento en la cabeza girada hacia atrás del águila y el brazo de Cristo que sujeta el libro. En realidad, no parecen haberse inspirado en el mismo lenguaje artístico. Mientras el crucifijo es una traslación de una figura escultórica románica de madera, las representaciones figurativas y pictóricas del reverso parecen tener otra fuente distinta, como por ejemplo los miniados. Probablemente el crucifijo, por ser el elemento más importante de la cruz, tiene el hieratismo más acentuado, y por otro lado, en el reverso el artista pudo tener mayor libertad de expresión. De todos modos, la característica propia de esta cruz se concibe en la rica decoratividad conseguida por la aplicación de esmaltes de diversos colores. Es una combinación de coloridos vivos: azul turquesa, verde, amarillo, rojo, blanco y ocre. Esta manifestación colorística corresponde a un espíritu muy decorativo, pero no obedece al uso de color con el deseo de manifestar o conseguir la tercera dimensión. Sin duda, estamos observando el puro espíritu de expresión lineal y decorativa anterior a la transición de 1200. En resumen y para entendernos, que en la actualidad, en teoría, sólo se conoce el paradero la Cruz de Fuentes, que por cierto, no sé que hace en el Metropolitam Museum de Nueva York, porque si es la Cruz Procesional de Fuentes, su mismo nombre indica el lugar natural donde debía estar, claro que eso es otra historia… En cuanto a las otras dos, ignoro el paradero actual de la de la Manzaneda, que hasta hace poco al menos en “paradero desconocido” se hallaba. La de Sales, o sea la nuestra, también se halla en “paradero desconocido” al menos desde después de la guerra - se dice - en teoría, claro, y en teoría digo, porque yo al menos no me explico, como se puede hacer una descripción tan minuciosa, precisa, detallada o como quiera llamarse de una pieza sin tenerla poco menos que en la mano… Pues nada, ahí lo dejo, no sin indicar por si alguien no está familiarizado con estos temas, que en no pocas ocasiones el término “paradero desconocido” quiere más o menos decir “colección particular” bien custodiada y naturalmente silenciada por razones obvias. Toca ahora mover ficha a quien debe hacerlo: La feligresía de Sales, así como los habitantes de la parroquia, el Ayuntamiento de Colunga, claro está, y todos aquellos que tengan un ápice de dignidad y piensen que las cosas deben estar en el lugar que les corresponde, y no veo que si algo que se llama “Cruz Procesional Bajomedieval de Sales” deba estar en otra ubicación que no sea su lugar de origen, o sea, la parroquia a la que pertenece. Ahora que tanto se habla de revitalizar nuestro patrimonio, y no digo nada ya del Camino de Santiago, no se explica por qué nada se hace por recuperar estas cosas, máxime cuando una pieza de estas características sería como llaman ahora, aunque a mi no me guste el término “Un activo turístico de primer orden” En lo que al camino de Santiago se refiere, sería preciso indicar, que la ubicación primaria de esta maravilla de la orfebrería habría de ser en la antigua Iglesia de Sales, anexa a la de San Vicente de Lue en esa época, que se halla en el trayecto del camino de Santiago de Colunga a La Llera, no en la ubicación actual, concretamente en el lugar denominado “Ería de San Vicente”, catalogado por cierto como Yacimiento Arqueológico, aunque nadie sepa ni donde está ubicado ni muestre por él como por otros muchos situados en nuestro solar interés alguno. Muestra de ello es en qué estado de conservación se halla, por no hablar de lo que allí se ha hecho sin tener en cuenta para nada tal catalogación, por desidia e ignorancia pura y dura de unas Corporaciones Locales cuyo plebeyismo y soberbia impide a cualquiera con dos dedos de frente hacer cualquier tímida sugerencia sobre ese asunto o sobre cualquier otro, al menos de ese jaez, así que por no terminar con un reproche, les indicaré a quienes lo ignoren la ubicación geográfica del Yacimiento Arqueológico citado, instándoles además a que no se dejen comer la tostada, que estoy diciéndoles que tenemos ahí una valiosísima obra de arte medieval antiquísima y de mucho valor que nos ha sido “sustraída” por decirlo suave en una colección particular en un más que aceptable estado de conservación y no en Nueva York, ni en donde Nuestro Señor perdió las zapatillas, no… Al lado de casa como quien dice. Yo ya he hecho mi parte, así que a ver lo que hacen ustedes ahora… Pues eso… Omar Pardo