Nuestro amigo y colaborador Ignacio Abella, nos envía este interesante artículo sobre la destrucción de nuestras costas. Resaltar que esta carta que publicamos ha sido enviada a diferentes medios hace días, y todavía no ha sido publicada en ninguno de ellos...

Sr. Director:

Leo las noticias sobre lo avanzado de los planes de Masaveu sobre los comunales de Colunga y Villaviciosa y me pregunto cómo hemos podido llegar a estas esperpénticas situaciones en las que PP y PSOE llegan milagrosamente a acuerdos para hacer lo que Robin Hood pero al revés, es decir, quitar a los pobres para hacer más ricos a los más ricos.

Los ingredientes son los de siempre, urbanismo de lujo y golf a cargo de acaudalados inversores, alcaldes complacientes y vecinos resignados o cabreados.

Lo mismo nos da a estas alturas que los comunales sean municipales o propios de los vecinos (aunque nos tememos lo peor), ni siquiera hablaremos tampoco de una corrupción que ya se da por supuesta; lo más inquietante es el propio modelo de desarrollo destinado al uso y disfrute de unos pocos, a costa del patrimonio de todos. Hectáreas de césped con un consumo de agua desmesurado y contaminación garantizada con todo tipo de biocidas; infraestructuras y equipamientos de lujo y todos los extras asociados a este tipo de complejos…

Si cualquier paisano se acerca a uno de estos espacios “privilegiados”, un campo de golf cualquiera, en el aparcamiento mismo se dará cuenta inmediatamente de que se encuentra fuera de lugar. Los últimos modelos de coches deportivos y cuatro por cuatro rivalizan en potencia, tamaño y prestaciones, todo un ejemplo de ecología y solidaridad. Turismo de calidad, lo llaman algunos en el colmo de la hipocresía.

Este desarrollo es corrupto e indeseable por muchas razones: destruye el paisaje y pervierte la trama social de los lugares en los que se asienta, es potencialmente corrupto, insolidario y absurdo y favorece tan solo a unos pocos gestores y constructores que nos intentan vender por todos los medios los beneficios de sus proyectos.

Esperemos que con el fin de los carnavales y la cercanía de las elecciones queden en evidencia sus disfraces y finalmente se imponga la honradez y el sentido común.

No podemos consentir que el futuro de toda la rasa costera se limite al eucalipto o la especulación y las decisiones que se están tomando en este momento van a hipotecar el porvenir de todo este paisaje y paisanaje quizás por generaciones.

Sobran macroproyectos y falta poner los pies en la tierra y planificar, favoreciendo realmente las pequeñas iniciativas y dinamizando el mundo rural. Lo otro es puro y duro negocio enmascarado en empleos basura o ficticios y otros incontables beneficios que finalmente solo lo son para sus promotores, que ven el mundo real como una maqueta en la que pueden edificar sus delirios sin salir del despacho.

¡Fuera máscaras!, el carnaval ha terminado.

Ignacio Abella Mina – vecino de Colunga.