Interesante artículo sobre los patronos de Asturias publicado en LNE hace tiempo

"La talla de uno de las batientes de la puerta de la Catedral, encargada en 1749, fue el último trabajo en honor de esta patrona. «A partir de ahí, conservar y perder», lamenta Enrique López, que, sin embargo, señala que «incluso en los tiempos de menor asistencia de fieles, siempre contó Santa Eulalia con un núcleo de ovetenses que siguieron venerándola». Pero la atención masiva se la llevó San Mateo, por tener su festividad en un día adecuado: el 21 de septiembre, cuando finalizaba el jubileo de la Santa Cruz, que atraía a penitentes y peregrinos. Coincidía muy bien para festejos profanos, y así se ha mantenido en las tradiciones populares.

El patronazgo de la ciudad no ha estado exento de polémicas. A finales de los años ochenta, estando aún Antonio Masip en la Alcaldía, un grupo de ovetenses reclamó que se hicieran los trámites ante Roma para declarar a San Mateo patrono de Oviedo. Y otro grupo se opuso, destacando la amplia tradición de San Salvador en la ciudad. Se originó una de esas polémicas tan propias de la capital, que quedó al final en agua de borrajas.

El canónigo Enrique López señala que San Salvador no puede ser patrono de la ciudad, aunque es titular de la Catedral. «San Salvador, o el Salvador, es Jesucristo glorificado, tras la resurrección y es titular de la Catedral. Pero la divinidad no puede ser patrona de una ciudad, porque otorga, no intercede ante Dios para obtener su favor, es Dios mismo».

Zanjada aquella polémica, que suscitó ríos de tinta, siguen las cosas como de costumbre: las fiestas populares para San Mateo y la celebración estrictamente religiosa de la festividad de la patrona de la ciudad. No siempre fue así. A Santa Eulalia, pese a caer en tiempo frío, en diciembre, se la celebró también «con grandes festejos profanos, con representación de comedias, toros, y fuegos de artificio, además del juego de la sortija», dice López.

Santa Eulalia de Mérida, patrona de Oviedo y de Asturias
Año 303 del nacimiento del Señor. Las regiones orientales del Imperio romano se hallaban bajo la égida del emperador Diocleciano. Es el período de la Tetrarquia: dos emperadores y dos césares. El emperador Diocleciano suscitó violentísima persecución contra los cristianos, ensañándose sobre todo con el tormento de los que poseían libros de las Escrituras Santas. No se ocultaba al perseguidor que en los libros hacían basarse los cristianos las verdades de su fe y de sus creencias en Cristo crucificado. En Emérita Augusta, la capital de la Lusitania, vivía de la fe cristiana una comunidad de creyentes, en los que, a impulsos del perseguidor Maximiano, se cebó también el zarpazo de la persecución. Resucitaba lleno de virulencia el decreto neroniano del primer siglo de la persecución: «Christianos esse non licet», que venía a equivaler a «los cristianos no tienen derecho a la existencia». Las flores martiriales quedaban tronchadas a cientos por el cierzo gélido de la persecución. La «sangre de los mártires» multiplicaba las semillas de nuevos discípulos de Cristo trocando en «testigos fieles» a los que la furia del perseguidor pretendía abatir, aplicándoles la segur inmisericorde de los tormentos. Eulalia, «la que bien habla del Esposo sin mancilla», era una tierna y delicada flor en el jardín de una familia cristiana y noble. A sus 12 años más cabría esperar una afición a los juguetes y a las inquietudes de la infancia que a los razonamientos serios, que tuvo por ocurrencia ir de noche, huyendo de la casa de campo de sus padres, a recriminar al pretor que tamaño estrago causaba en las huestes cristianas. No valen halagos. Nada significan las promesas. Nada valen los atractivos ofrecidos, entre esperanzas de un futuro matrimonio. Eulalia desprecia a los dioses de la romanidad. Todo habría sido tan fácil con sólo acceder a depositar una pizca de incienso en el turíbuloÉ Mil veces la muerte, clama Eulalia, antes que traicionar a su Amado. El fuego, los tormentos más exquisitos no alcanzaron a doblegar su voluntad ni su firmeza, impropia de los 12 años, a que había alcanzado su edad, Eulalia, florón eximio de la corona martirial del relicario ovetense. Mérida ostentaba con orgullo sus reliquias sacrosantas. Las veneraron los emeritenses desde muy pronto levantándole basílica y templete -el Hornito- canalizadores de su devoción. No se sabe si en una razia, si en un intercambio por preseas de valor, lo cierto es que un día, en lejanos tiempos del siglo VIII, el rey Silo, que asentaba sus reales en Santianes de Pravia, quiso honrar a su corte con cristiana basílica --«Silo princeps fecit»- para contener las sagradas reliquias de Eulalia. Plegáronse los emeritenses a los destinos de las sacrosantas reliquias y, aunque el poeta Antón de Marirreguera, cura de Prendes y eximio poeta bablista, fingiera haber habido pleito de los de Mérida, en reclamación de las veneradas cenizas de la santa, lo cierto es que la posesión, «quieta, tranquila y pacífica», del sagrado tesoro de las santas reliquias eulalienses quedó por siempre a favor de los ovetenses, a cuya Catedral había hecho traer el rey Alfonso II el Casto las reliquias custodiadas en Santianes.

Declaración como patrona de la diócesis y del Principado de Asturias la tendría a su favor Santa Eulalia desde 1639. Cofradía tendrá la Catedral y Asturias en honor de la Santa de Mérida desde 1672, dos efemérides marcadas por sendos «Certámenes poéticos», que enriquecieron de galas a la literatura en Asturias, ofrecido el segundo, en reproducción del RIDEA y el primero, inédito hasta ahora, que conocerá el efecto de la imprenta, patrocinado por la Catedral de Oviedo, que irá ofreciendo a lo largo de este año significativo en los fastos del martirio eulaliense, conciertos de la música custodiada en el archivo catedralicio, en honor de la santa emeritense, nuevas creaciones sinfónicas y corales que ocuparán días significados de las efemérides catedralicias, publicaciones realzativas de la devoción, del patronazgo, de los calendarios primeros de Santa Eulalia en la Catedral, la musicología y la música en honor de Santa Eulalia, obra de los mayores maestros de Capilla del templo catedralicio, la trayectoria de la cofradía, la recuperación en intensidad prolongada del culto y veneración a las santas reliquias eulalianas, una amplia gama de perspectivas enriquecedoras de la figura de Santa Eulalia. La iconografía eulaliense, en sus diez manifestaciones iconográficas de la Catedral ocupará también lugar importante en este proyecto editorial de la Catedral. Será como un prolongado año jubilar eulaliense, ya inaugurado con la carta pastoral del Sr. Arzobispo, el estupendo «cómic» ya publicado y la hermosa edición de la misa en rito hispano-mozárabe, que se estrenará en su fiesta el viernes, día 10, festividad de nuestra patrona. Desde el siglo VIII-IX numerosas menciones del Libro de los Testamentos repiten el nombre de Santa Eulalia acompañado de topónimos, que más tarde serán considerados parroquias ya en el Libro Becerro de la Catedral de Oviedo.
Y para conclusión, a manera de relación complementaria, las parroquias asturianas, que en su titularidad ostentan como patrona a Santa Eulalia: Abamia, Ambres, Ardisana, Begega, Bello, Cabranes, Cabueñes, Carda, Colloto, Coya, Cueras, Doriga, Ferroñes. Luarca, Llamero, Lloraza, Mallecina, Miño, Vigil, Nembro, Niévares, Onís, Oscos, Otur, Perueño, La Ponte de Turiellos (La Felguera), Presno, Puertas, Ques, Ranón, Sorriba, Selorio, Torce, Tudela, Ujo, Valduno y Valle.
Se glorian de tener capillas dedicadas a la santa emeritense los siguientes lugares de Asturias: Aguanes, en Vegalagar; Albuerne, en Luiña; Celada, en Santolaya de Poreño; Herías, en Grandas; Muros de Nalón, en Somao; Cimadevilla, en Illano; Puente de los Fierros, Puertas de Cabrales, Miudes; Piñera, en Bimenes; Pralín, Revellón, Barcela de Santalla de Oscos; Sarzol, en Herías'; Urbiés; la Llera del Coto, en Urria; los Veneros, en Riberas de Pravia; Villahormes y Villaverde de Allande, por ofrecerte una enumeración, que de seguro resulta muy incompleta.

Gloriosa Santa Eulalia, intercede por nosotros, digamos para finalizar.

Por lo cual, en base a estos artículos podemos afirmar que  la patrona de Oviedo y de Asturias es Santa Eulalia de Mérida.