En esta entrevista, tenemos el privilegio de conversar con Eduardo y María, descendientes de Julio Casares, quien ha sido una figura influyente en la cultura española. A lo largo de la conversación, comparten sus recuerdos personales y los esfuerzos que han realizado para mantener viva su memoria y legado.
El Búscolu retoma sus entrevistas con dos invitados muy especiales: Eduardo y María, descendientes de Julio Casares, una figura fundamental en la cultura española, conocida por sus aportes en filología, música y diplomacia.
Eduardo, nieto de Julio, es ingeniero y ha dedicado su vida a la administración pública, gestionando infraestructuras de autopistas. Ahora jubilado, disfruta de su tiempo entre Madrid y Asturias, encontrando tranquilidad y felicidad en su retiro en la Isla.
María, biznieta de Julio, es consultora en branding y artista plástica. Con una sólida formación en Bellas Artes, ha construido una carrera multifacética. Impulsada por el deseo de preservar la memoria de su bisabuelo, ha creado una página web dedicada a su legado, buscando acercar su obra a nuevas generaciones.
Hoy, Eduardo y María nos compartirán cómo el legado de Julio Casares ha influido en sus vidas y las iniciativas que han emprendido para mantener viva su memoria. Pero…
El Pastote: Archivo familiar Julio Casares
ENTREVISTA:
Redacción El Búscolu: Lo primero de todo, gracias por tomaros el tiempo para charlar esta tarde con nosotros. Para empezar, nos gustaría que nos contarais un poco sobre vosotros.
Eduardo: Nací en Madrid, una ciudad a la que estoy muy ligado, aunque paso gran parte del año en Asturias. Estoy casado con una asturiana, y tenemos dos hijos: María, nacida en Gijón, y Eduardo, nacido en Oviedo. Conocí a mi esposa cuando tenía 18 años, en La Isla, donde ambos veraneamos y formábamos parte del mismo grupo de amigos. Soy ingeniero y he trabajado en la Administración Pública durante toda mi carrera, ejerciendo como responsable de la vía invernal de las autopistas españolas, donde introduje muchas novedades y avances, como los equipos fundentes en los túneles. Me casé a los 26 años y, tras casi 50 años juntos, nos preparamos para celebrar nuestras bodas de oro.
María: Yo nací aquí en Asturias, pero me he criado en Madrid. La familia de mi madre sí es de Oviedo y la parada en la ciudad era obligatoria cada vez que subíamos a Asturias. Precisamente uno de mis mejores recuerdos de mi infancia son los veranos en La Isla. Estudié Bellas Artes y actualmente trabajo como consultora de branding. Hoy en día, gracias al teletrabajo, paso toda la temporada de verano aquí. Llego a principios de verano y no regreso a Madrid hasta bien entrado el otoño. Eso, para mí, es calidad de vida, y no lo cambiaría por nada del mundo.
REB: ¿Qué os une a Julio Casares? ¿Qué tipo de vínculo familiar compartís con él?
Eduardo: Somos nieto y biznieta. Debido a la relación tan estrecha que mantuvo mi madre con mis abuelos durante toda su vida, convivimos con ellos durante muchísimos años, tanto en el piso de la RAE como en los veranos de disfrutó en La Isla. Podría decir que toda mi infancia está vinculada a la figura de mi abuelo.
REB: Compartiendo tanto tiempo con tus abuelos, seguro que tienes muchas anécdotas que compartir
Eduardo: Tengo muchísimas anécdotas, pero una de las más queridas es la forma en que celebrábamos la Navidad en casa. Mis abuelos vivían en un piso dentro de la Real Academia Española, y la Nochebuena era, sin duda, el día más importante de las festividades para nosotros. Toda la familia se reunía en su casa, y cenábamos juntos en el salón.
A diferencia de otros niños que esperaban el Día de Reyes para desenvolver sus regalos, en nuestra familia el encargado de traerlos era el Niño Jesús. Mi abuela adornaba un árbol de Navidad con numerosas luces y adornos de todo tipo, y el piso era tan amplio que nos entretenían en una de las estancias hasta que nos daban la señal de que el Niño Jesús había nacido y había dejado regalos para todos. Al regresar al salón, el árbol de Navidad estaba repleto de regalos esperándonos. Era una tradición mágica, especialmente considerando que éramos nada menos que 25 nietos.
María: Se te olvida comentar que la bisabuela era pianista, y la familia tenía como tradición cantar “O Tannenbaum” alrededor del árbol mientras ella acompañaba al piano. Es una tradición que seguimos manteniendo, y que representa nuestras raíces alemanas. Aunque han pasado muchos años, es una tradición que se repite en cada casa, y seguimos cantándola juntos cada Navidad. Es un momento que, además de unirnos, nos recuerda a nuestros antepasados y a las tradiciones que han perdurado a través de las generaciones.
REB: Realmente es una historia preciosa
Eduardo: Recuerdo otra anécdota, una de esas cosas que suceden en la vida que parecen surrealistas. Durante la Guerra Civil, saquearon la casa en la que vivían mis abuelos antes de ocupar el piso en la RAE, un chalet en Ciudad Lineal. Mi abuela tenía un piano alemán que desapareció tras el saqueo. Lo buscaron por cielo y tierra, y no apareció. Mi abuela se disgustó muchísimo pero tras mucha búsqueda, desistió. Años después, uno de mis tíos paseando por Madrid escuchó unos acordes al piano con un sonido que le resultó familiar. Era el piano de mi abuela. Muchos años después, mi abuela logró recuperarlo. Es una historia muy significativa para nuestra familia.
REB: Sigamos hablando de vuestras raíces. ¿Qué papel juega Julio Casares en vuestra historia familiar y cómo ha influido en la forma en que os identificáis?
Eduardo: Mi abuelo siempre ha sido un referente en nuestra familia. La relación especial que nuestra madre tenía con sus padres nos ha hecho sentirnos muy conectados con su legado. Junto con mi hermano Guillermo guardo los mejores recuerdos de mi infancia y adolescencia juntos a mis abuelos en La Isla. El Pasote era el lugar de reunión para todos sus hijos, y de alguna forma, la vinculación que tienen toda la familia Casares con La Isla se ha hecho extensible a todas las generaciones. Lo que realmente me llena de orgullo es la implicación y el compromiso de mi hija María en este proyecto, que busca honrar su memoria. Me tranquiliza saber que, en el futuro, ella continuará difundiendo su vida y su obra, además de los muchos sobrinos que trasladan con orgullo nuestra historia a sus hijos.
REB: ¿Algún miembro de la familia ha seguido la estela de Julio en cuanto a disciplinas como la filología, música, literatura?
Eduardo: Me temo que no. Por ejemplo, a mí me gusta escribir, pero no me considero un experto. Mi abuelo hablaba 18 idiomas diferentes, y mi madre se defendía en varios de ellos, incluyendo inglés, alemán y español. Sin embargo, eso se debió más a la educación que recibió que a una facilidad innata para el aprendizaje. Mi abuelo era una persona excepcional, de esas que no abundan. Todo lo que se propuso en la vida no solo lo logró, sino que de manera natural destacó en todas las actividades que realizó: musical, diplomática y académica
María: Creo que todos hemos heredado cierta curiosidad en general, por la especialización y el estudio, cada uno en nuestra rama: salud, política, biología, ingeniería, arquitectura, arte, educación...En mi caso, diría que la curiosidad por la rama artística, heredada de mi abuela Luisa, quien ya de pequeña pintaba acuarela, y en cierto modo, esa parte inquieta de seguir aprendiendo, creo que viene de serie. De nuestra familia también, mi prima Marilia, conocida por Ella Baila Sola, tiene esa sensibilidad por la música y ha desarrollado su carrera como cantante, pero en general, diría que todos intentamos hacer las cosas bien, desde el corazón, con unos principios sólidos. Me siento muy orgullosa de mi familia.
REB: ¿Cuándo fue la primera vez que viniste a la Isla, Eduardo?
Eduardo: Si no recuerdo mal, creo que tenía 3 meses. A partir de entonces, todos mis veranos están vinculados a La Isla.
María. Fui bautizada en Gobiendes, con eso digo todo. (risas). Además, durante el invierno, recuerdo que subíamos un finde si, otro no, a visitar a la familia de mi madre en Oviedo, y de ahí rumbo a La Isla por la antigua Campa. Cuando llegamos a Villaviciosa y veía las casas rojas tomando aquella curva, ya sabía que estábamos llegando a casa. Menudos viajes aquellos.
Veranos en La Isla: Archivo familiar Julio Casares
REB: ¿Tenéis algún recuerdo de vuestros primeros veranos en Asturias?
Eduardo: Cuando estaba en la Isla, al abuelo le gustaba mucho ir a la playa a “tirar ranas” (tirar piedras planas contra el agua para ver cuánto saltaban). Le recordaba a su infancia en Granada y siguió jugando incluso en la edad adulta. Cuando los nietos veníamos a la Isla siempre nos retaba para ver si conseguíamos ganarlo. Nos marcaba un objetivo al que teníamos que llegar botando la piedra, pero era muy complicado ganarle.
María: Mi hermano y yo los veranos los pasábamos a caballo entre las casas de nuestros abuelos en La Isla, El Barreu, de nuestra familia materna, y el Pastote de nuestra familia paterna. Recuerdo las tardes en bicicleta, los juegos en la playa y sobre todo, la sala de máquinas de Isabelita y Ana María para comprar unas chuches. Sin duda unos veranos inolvidables. Ir a Caravia, era ir a la Espasa, para juntarnos con nuestros primos y bañarnos allí, cuando la Espasa era casi desconocida y siempre nos veíamos las mismas familias.
REB: ¿Os gusta pasar tiempo en La Isla?
Eduardo: Por supuesto, yo soy un enamorado de esta tierra. Si algo tuve claro siempre es que yo quería trabajar mucho y rápido para tener más tiempo para venir aquí. También he de decir que aunque sentimos una gran conexión con Asturias, muchas veces no nos consideran locales… Yo me casé con una asturiana, mis hijos nacieron aquí, tengo una casa en La Isla donde paso la mitad del año, y tengo personas muy queridas dentro de la gente de toda la vida de la Isla… .
María: Son esas cosas “curiosas” de la vida. En Asturias, somos “los madrileños” y en Madrid, a mi me conocen como “la asturiana”. Con el tiempo hemos aprendido a apreciar esta dualidad y las ventajas que nos ofrece. En mi caso, tengo grandes amigos en La Isla, a los cuales siempre llamo en cuento llego.
REB: ¿Creéis que los periodos de descanso de Julio en La Isla influyeron en su manera de vivir la vida?
Eduardo: Sí, absolutamente. Mi abuelo veía La Isla como un lugar de descanso total. Cada año, desde el 16 de julio hasta el 26 de septiembre, la Real Academia Española cerraba, y él aprovechaba para venir a La Isla. Este lugar le ofrecía la tranquilidad y el retiro que necesitaba para desconectar y recargar energías.
REB: ¿Hay alguna anécdota que recordéis de la vida de Julio que guarde relación con La Isla?
Eduardo: Mis abuelos comenzaron a venir a la Isla porque la hermana de María, Lorenza, había comprado una casa de pueblo que reconstruyeron para vivir allí, que siempre se ha llamado La Atalaya, allí junto a su marido, Francisco Carrillo. El clima de Asturias le sentaba muy bien a mi abuela y le ayudaba anímicamente tras haber perdido a dos hijos en la guerra. Por eso, Julio decidió darle una sorpresa: después de varios años visitando la Isla y alojándose como invitados en casa de Lorenza, tomó la decisión de comprar un terreno y construir una casa, todo sin que María lo supiera.
Se inventaba viajes de trabajo y viajaba a Asturias en ALSA para reunirse con el maestro de obra que realizó la casa. Durante un año entero, organizó esos viajes en secreto. Una vez finalizada la casa, en verano, insistió a la abuela María para que fueran a pasar las vacaciones a La Isla, pero ella no quería. Tras mucha insistencia, finalmente viajaron a Asturias, y en agosto de 1944 la familia pudo pasar su primer verano en la casa, para sorpresa de la abuela María, apodándose El Pastote, por el nombre de los propios terrenos.
REB: Si os parece bien vamos a hablar del proyecto que tenéis en marcha. ¿De dónde surge la idea de crear una página web para difundir el legado de Julio Casares?
María : La idea surge en el 50 aniversario del fallecimiento de Julio Casares. Me di cuenta de que no había información accesible sobre su vida y obra. Al buscar datos en la RAE, solo encontré unas pocas líneas, lo cual no reflejaba la magnitud de su legado. Fue entonces cuando decidí recopilar material y contactar con instituciones y personas que pudieran contribuir. La web comenzó en 2013, con una estructura básica, y la he ido evolucionando en varias fases hasta convertirse en lo que es hoy, con secciones dedicadas a su vida académica, bibliografía, y artículos escritos sobre su obra.
REB: ¿Por qué consideráis que es relevante hablar y compartir el legado de Julio Casares en una plataforma digital? ¿Creéis que darle visibilidad al legado de Julio Casares puede tener impacto en las nuevas generaciones?
María: La página web nos da flexibilidad para mantener el legado de Julio Casares como algo vivo y en constante crecimiento. Aunque de momento no compartimos sus memorias privadas, tenemos claro que esta plataforma es ideal para inspirar a futuras generaciones y para que conozcan no solo la faceta profesional, sino también sus valores humanos.
Eduardo: Quizás en el futuro consideremos la idea de un libro, pero por ahora, la web es el medio ideal para su legado, especialmente en el contexto de una sociedad digital.
REB: ¿Qué nos podéis contar sobre el proceso de digitalización de la vida y obra de Julio Casares? ¿Ha resultado o, mejor dicho, está resultando tedioso?
María: La digitalización ha sido un proceso extenso y ha requerido mucha dedicación y esfuerzo por nuestra parte. Aunque la RAE ahora muestra esta información como parte de su archivo, la digitalización y documentación inicial la realizó mi padre íntegramente, y en mi caso, me encargué de la recopilación de todos los escritos disgregados existentes en la red, tanto estudios, como artículos donde su obra o figura es mencionada. Ha sido una labor ardua, de llamar y escribir a muchas Universidades, Bibliotecas, Archivos, Ministerios que realmente no se ve. Diría que es un trabajo del que nadie es consciente. Siempre cuento que esta labor me ha ayudado a desarrollar mis actitudes, tales como análisis, documentación, orden y rigurosidad.
Eduardo: Así es. Conseguimos acceso a los archivos personales de la RAE, entre los que se incluían cartas, fotografías y otros documentos familiares. Es un trabajo íntimo y en el que hemos invertido muchísimas horas; creemos que poder mostrar su obra y su vida de manera digitalizada le da el alcance que merece.
La familia en La Isla: Archivo familiar Julio Casares
REB: ¿Qué dificultades os encontráteis a la hora de iniciar el proyecto?
Eduardo: Uno de los mayores desafíos fue acceder a los archivos y documentar su contenido en la RAE. Al ser un familiar directo, pude gestionar el acceso y realizar un inventario de su legado, pero la institución ha mostrado cierta ambigüedad en cuanto al reconocimiento de la figura de Julio Casares. Aunque en privado valoran y elogian su trabajo, el 50 aniversario de su fallecimiento pasó sin ninguna conmemoración pública.
María: Además, el Diccionario Ideológico, su obra más conocida, realizada al margen de la RAE, apoyada en su día por la Editorial Gustavo Gili, llevaba 15 años adormecida, y logramos reeditarla en su aniversario, gracias a las labores de mi padre, represéntate de todos sus herederos, junto con la Editorial Gredos de RBA.
REB: ¿Qué objetivos tenéis a corto y largo plazo con este proyecto?
María: Algo que ya hemos comenzado a hacer y que nos gustaría mantener en el tiempo, es la organización de charlas, exposiciones y actividades académicas que celebren su figura. Un sueño sería un reconocimiento postumo por parte de la RAE, ya que también fue creador del Seminario de Lexicografía o incluso un Premio de Lexicografía en la Universidad de Granada, su ciudad natal. Julio Casares.
Eduardo: María siempre ha tenido la idea de realizar un documental que retrate en profundidad la vida y el legado de Julio Casares. Aunque sabemos que es un proyecto ambicioso que requiere financiación y un esfuerzo considerable en cuanto a investigación y producción, creemos que sería una forma poderosa de acercar su figura a un público más amplio y dar a conocer sus múltiples aportes. Además, nos gustaría ver algún día su nombre en una calle de Granada o de cualquier otra ciudad de Andalucía, un reconocimiento tangible en su tierra natal que celebre su legado en el ámbito público. Aunque estos proyectos son retos importantes, estamos comprometidos a preservar y honrar su memoria, y aspiramos a seguir desarrollando iniciativas que hagan que su figura y su contribución permanezcan vivas en la memoria colectiva.
REB: ¿Tenéis alguna “espina clavada” con el proyecto?
Eduardo: Nos entristece profundamente que mi madre Mª Luisa ,no haya llegado a ver el desarrollo de este proyecto. Sabemos que habría disfrutado enormemente viendo cómo el legado de su padre, Julio Casares, sigue vivo y recibe el reconocimiento que merece. Nos habría encantado contar con su participación en este homenaje, ya que su presencia habría añadido un valor sentimental incalculable.
María. Como he dicho antes, el reconocimiento por parte de la RAE. Recientemente, se hizo el homenaje a su coetáneo, Menéndez Pidal, con un documental y evento en la RAE, Casares se merece lo mismo. También creo que instituciones como el Diario ABC, podrían haber hecho algo, por toda la contribución que hizo con el diario.
REB: ¿Hay algún hito del que os sintáis especialmente orgullosos?
Eduardo: Un momento de orgullo fue la conferencia que organizamos en la Universidad de Alcalá de Henares, donde los estudiantes hicieron preguntas muy interesantes. Es gratificante ver cómo el trabajo y el pensamiento de Julio Casares siguen teniendo impacto y resonando en nuevas generaciones.
María. La exposición que realizamos junto con la Universidad Complutense de Madrid. Fue un currazo pero muy gratificante. Y recuerdo perfectamente el primer tweet donde la RAE compartió el primer artículo de mi padre, lo tengo guardado.
REB: ¿De qué manera el trabajo en esta web os ha permitido reflexionar sobre vuestra propia familia y conocer en mayor profundidad a Julio? ¿Cómo habéis incorporado vuestras propias experiencias y recuerdos familiares en el desarrollo del contenido de la web?
Eduardo: María se siente sobrecogida al descubrir la envergadura del legado de su bisabuelo.
María: Así es. Cuando era niña, no era consciente de la importancia de mi bisabuelo; incluso el diccionario que usaba en casa llevaba su nombre, pero no entendí su alcance hasta ser adulta. La web no solo me ha permitido redescubrir su faceta profesional, sino también conectar con su lado humano, reflejado en los recuerdos familiares y en los valores que nos dejó. Estos valores nos inspiran y orientan en cada paso del desarrollo de la página.
REB: ¿Qué os gustaría que los visitantes aprendan o sientan al explorar la página?
María: No queremos que sólo descubran su faceta como académico, sino que también conozcan al Julio Casares humano: el padre de familia comprometido con causas sociales, una persona que apoyaba de manera altruista a los más desfavorecidos.
Eduardo: Creo que es importante visibilizar que procedía de una familia humilde, pero valoraba la cultura y la solidaridad, y eso tratamos de reflejarlo en la web. Queremos que quienes visiten la página sientan su calidez humana y comprendan la amplitud de su obra y de su vida.
REB: ¿Cómo ha marcado la casa "El Pastote" vuestra conexión con La Isla?
Eduardo: La casa "El Pastote" tiene un significado muy especial para mí y para mi familia. Como os comentábamos antes, la casa fue Inaugurada en el verano de 1944, y no solo ha sido nuestro hogar, sino también un faro para los pescadores de Lastres. Durante la galerna de 1944, mis abuelos estaban allí, y esa tormenta se convirtió en una parte crucial de nuestra historia familiar. Muestra de ello es que en la casa, tenemos una imagen de la Virgen del Carmen, que homenajea a los marineros, y representa la relación tan profunda entre nuestra familia y la comunidad pesquera.
REB: Julio fue quien ordenó su construcción. Además de la anécdota anterior, ¿hay alguna otra anécdota o historia que recuerdes de tu abuelo?
Eduardo: Claro, recuerdo multitud de historias o anécdotas que me contaba mi abuelo. Por ejemplo, cuando las sardineras de Lastres, como La Chatilla, La Herminia y La Santa, llegaban a la isla, mi abuela siempre les ofrecía un café caliente. En días de lluvia, mi padre, Eduardo las llevaba de regreso a Lastres en coche, porque le daba pena verlas empapadas tras esas largas jornadas de trabajo.
REB: Como nos habéis indicado, ambos pasáis gran parte del año en La Isla. Viniendo de un lugar como Madrid, ¿cuál es su percepción actual sobre Colunga y La Isla? ¿Qué aspectos os gustan y cuáles creéis que deberían cambiar?
Eduardo: Colunga y La Isla han cambiado mucho en los últimos años. Si bien hay un crecimiento, siento que hemos perdido parte del espíritu que antes caracterizaba a este lugar. Lo que solía ser un refugio donde la gente venía a disfrutar y crear lazos, se ha transformado en un área donde la especulación inmobiliaria domina. Las nuevas generaciones parecen más interesadas en el potencial económico que en las raíces y tradiciones de la comunidad. Recientemente, hubo un caso donde se expropió terreno de una franja de la colonia para dar acceso a una casa particular. Es triste ver cómo la masificación y la especulación afectan el paisaje y la comunidad. Antes, quienes venían aquí buscaban establecer vínculos y contribuir al pueblo, pero ahora muchos parecen desconectados.
María: Además, el cambio climático está llevando a muchas personas del sur a buscar nuevos destinos, y se dice que una gran parte del turismo que perderán las Baleares podría migrar hacia Asturias. Esto podría incrementar aún más el número de personas que eligen La Isla y pueblos cercanos como su lugar de vacaciones. Como señala mi padre, lo preocupante es que gran parte de este turismo es “de paso”, sin un verdadero compromiso con la comunidad.
REB: ¿Cuáles son, en vuestra opinión, los principales retos que enfrenta el concejo de Colunga? ¿Cómo veis el equilibrio entre la preservación de lo tradicional y el desarrollo turístico?
Eduardo: Colunga enfrenta varios desafíos importantes. Uno de los más críticos es la aplicación desigual de la ley, que a menudo parece tener dobles raseros. Esto crea una sensación de injusticia, especialmente para aquellos que desean mantener la integridad de nuestros espacios. La vida diaria de muchos habitantes se ve afectada por decisiones que priorizan la especulación sobre el bienestar de la comunidad.
María: Coincido plenamente con lo que menciona mi padre. Por otro lado, es evidente que hay una necesidad urgente de atraer y asentar población en el concejo. Es crucial que aquellos que deseen establecerse aquí cuenten con oportunidades adecuadas. Sin embargo, nos enfrentamos a obstáculos significativos, como la conectividad. Personalmente, lo he experimentado en los periodos que paso aquí; la señal de internet se interrumpe con frecuencia, lo que complica el teletrabajo. Y cuando llega la temporada estival, la saturación de los repetidores se convierte en un problema aún más grave.
REB: Nos gustaría hablar sobre Las Colonias de La Isla, una iniciativa que sabemos, fue impulsada por un familiar de Julio Casares. ¿Qué impacto ha tenido su deterioro en la familia y en la comunidad? ¿Han tenido la oportunidad de dialogar con el Ayuntamiento sobre su situación actual?
Eduardo: Las Colonias de La Isla, como bien decís fueron fundadas por un familiar de Julio, su cuñado Francisco Carrillo, con la intención de ofrecer apoyo a niños desfavorecidos de Madrid. El abandono que ha sufrido el lugar en los últimos años es muy preocupante. En 2014, visité al consejero de Cultura exponiéndole mi preocupación por el deterioro de las Colonias Escolares. No buscaba hacer reclamaciones, sino recordar el espíritu original de la fundación, cuyo fin era social y en su defecto, esos edificios y terreros se usarán para el beneficio del pueblo de la Isla, tal y como sus escrituras fundacionales lo expresan, Terminó la recepción tal y como hasta ahora, sin ningún compromiso de hacer nada.
María: Es fundamental que Las Colonias sigan siendo un recurso para los vecinos de La Isla. Desafortunadamente, el edificio ha estado en decadencia durante más de 30 años y actualmente es propiedad de Hacienda. Recientemente, en un pleno del Ayuntamiento, se anunció que estaba "en venta". Aunque la asociación de vecinos logró que se retirara el anuncio tras una protesta, la inquietud sobre su futuro persiste.
REB: ¿Cuál es el futuro que os gustaría para Las Colonias?
Eduardo: En un escenario ideal, me imagino Las Colonias transformadas en un centro comunitario, una granja-escuela y un espacio con instalaciones deportivas, en lugar de especulación inmobiliaria.
María: En nuestra familia, hay una creciente preocupación de que se esté esperando a que el lugar se deteriore aún más con el fin de recalificar el terreno, y eso es algo que debemos evitar a toda costa.
REB: Para cerrar, ¿cómo imagináis el futuro de La Isla y su entorno en los próximos años?
Eduardo: Aspiro a que La Isla conserve su esencia y su belleza natural. Me gustaría ver un lugar donde las tradiciones se mantengan vivas, donde los paisajes no se vean alterados por construcciones masivas, y donde la historia de la zona siga siendo parte de la vida diaria. Es esencial que se fomente el respeto por el medio ambiente, promoviendo iniciativas que protejan nuestros recursos naturales y espacios abiertos, de modo que las generaciones futuras puedan disfrutar de la belleza de La Isla tal como la conocemos.
María: Me gustaría que La Isla no sea solo un pueblo bonito para visitar en verano, sino un lugar donde vivir todo el año. El concejo de Colunga tiene mucho potencial, y creo que si trabajamos juntos, podemos hacer realidad esta visión de una comunidad sostenible y enriquecedora para todos. Y puestos a soñar con una futura recuperación del edificio de las Colonias, en mi caso, visualizo un entorno en el que visualizo un entorno donde puedan organizarse actividades culturales, talleres y eventos que conecten a las personas con su herencia y el entorno natural. Quiero que Las Colonias se conviertan en un lugar donde los niños puedan aprender sobre sus raíces y participar en actividades al aire libre, donde las familias se reúnan para compartir experiencias y donde todos los vecinos se sientan orgullosos de su historia.
REB: Eduardo, María, agradecemos sinceramente el tiempo que nos habéis dedicado para responder a la entrevista y, sobre todo, por acercarnos a la figura de Julio Casares y su legado. Ha sido una charla muy enriquecedora que nos ha permitido conocer de primera mano su influencia en nuestra cultura. Además, nos gustaría explorar más a fondo el tema de Las Colonias en un futuro reportaje, ya que creemos que su historia y su impacto en la comunidad son aspectos que merecen ser destacados.
Eduardo: Muchas gracias a vosotros por la oportunidad de hablar sobre Julio Casares y su legado. Creemos que es fundamental reconocer y valorar la influencia de figuras como él, que han dejado una huella profunda en nuestra historia.
María: Para mí, ha sido enriquecedor poder recordar la importancia de su contribución y cómo su legado sigue vivo. Como creo que ya he dejado patente en toda la entrevista, estoy muy interesada en el tema de Las Colonias y me encantaría colaborar con vosotros en ese reportaje futuro para profundizar en su historia y su relevancia.
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