Agua somos y al agua volvemos, por Ignacio Abella

Los océanos cubren el 70,8% de superficie de la Tierra. La biosfera ocupa una parte de la Tierra proporcional a la piel de una manzana. Es ese cuerpo vivo del que formamos parte, el hogar de la vida.

En verdad, desde que existe el mundo,

la voz del mar en mi persona estaba.

                                   (Nicanor Parra)


Vista desde el espacio, se diría que la Tierra es un gran recipiente de agua y es precisamente la vida la que conserva y dinamiza esta enorme masa de agua que viste de azul nuestro hermoso planeta. Podríamos decir que el agua sustenta la vida y la vida sustenta al agua.


Nuestro cuerpo contiene un 70% de agua, el cerebro, un 90%, y el interior de nuestro globo ocular, un 99%. Somos agua que camina, ve y piensa, agua que necesita reponerse constantemente para sobrevivir. 


La declaración de la Unesco del 2013 como “año del agua”, en el marco del “decenio internacional del agua”, no es redundante. El agua es sustancia matriz de la vida y gran parte de los problemas del planeta y de la humanidad tienen que ver con su gestión. La escasez y el mal reparto de este recurso vital, la contaminación y la alteración de los bosques, los cursos de agua y los océanos, que resultan claves para todo el entramado de la vida, ponen en peligro la supervivencia y el bienestar de los hombres y el resto de los seres que comparten la biosfera.


El agua puede formar parte de nuestra cultura siendo fuente de vida y generando energía, salud, alimentos… Pero si actuamos en su contra, puede presentar su cara más devastadora en forma de sequía o inundación y ser portadora de contaminación o enfermedades infecciosas. Nuestro pequeño mundo contiene tan sólo un gran vaso de agua para todos y es preciso conservarla como el soporte y patrimonio más preciado para la  vida.


Por las venas de Europa

la sangre transparente

se afina y se envenena

en los surcos dormidos.

Cuando el hombre calibre

la herida de la tierra

que no es sino la suya,

refrescará sus campos y sus labios

como hace con la frente de su hijo

enfebrecido:

con agua limpia, fresca, mesurada.

Entonces sanará la fiebre a todos.

                (Pilar Verdú del Campo)