La Consejería de Cultura, Política Llingüística y Turismo invertirá 255.902 euros en las obras de reparación y conservación de la ermita de Santu Medé, en Pimiango (Ribadedeva). El director general de Cultura y Patrimonio, Pablo León, se ha reunido hoy con el alcalde de Ribadedeva, Jesús Bordás, para presentarle el proyecto de recuperación del templo, que se abordará mediante una actuación plurianual en dos ejercicios.
Los restos de la iglesia de Santa María de Tina y la ermita de Santu Medé fueron declarados bien de interés cultural (BIC) en marzo de 2020. La ermita está incluida, por tanto, dentro de la categoría de protección más alta que establece la Ley de Patrimonio Cultural de Asturias.
El proyecto de rehabilitación fija como prioridad atajar los problemas de humedad, tanto en el exterior como en el interior del templo, que están relacionados con la ubicación de la ermita a los pies de una ladera en la que la escorrentía natural del agua incide directamente sobre el muro y se filtra hacia el interior en grandes cantidades, hasta el punto de llegar a salir por la puerta de la fachada contraria.
Además, se corregirá el deslizamiento del muro norte en el que se apoya la estructura de la cubierta del cabildo y se reparará la techumbre del conjunto, previo desmontaje. La intervención contempla recuperar todas las piezas de madera posibles.
Finalmente, se abordará la limpieza, hidrofugación y consolidación de la mampostería exterior, que actualmente presenta desprendimientos casi generalizados, costras superficiales ennegrecidas como consecuencia de depósitos contaminantes y enraizamiento de vegetación muy acusado en las zonas más humedecidas.
La cabecera del templo, adscrita al gótico o tardo gótico fue construida entre los siglos XIV y XVI. Posteriormente, se amplió la ermita mediante la creación de la nave, el cabildo y la casa de novenas. Todas ellas estaban ya erigidas en el siglo XVIII.
Desde el punto de vista decorativo, cabe destacar el pilar de piedra situado en la esquina norte del pórtico por la cuidada labra de los elementos. Además, se conservan vestigios de pinturas y huellas en las vigas y, especialmente, entre los huecos del entramado (círculos blancos en los que aparece una flor del agua con una bicromía en rojo y negro). Los expertos no descartan que se puedan conservar pinturas enmarcando el retablo y que actualmente estarían ocultas bajo las cargas de los muros de la cabecera.
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