Como siempre, año tras año, las procesiones con que los católicos conmemoramos la entrada gloriosa de Jesús de Nazaret, a lomos de un borrico que nadie había montado, en Jerusalén, me llevan a mi niñez - ¡ay, ya tan lejana!- en Asturias, en esa esquina del paraíso que es el lugar de Carrandi/Colunga donde nací y crecí hasta los doce años.

La procesión de los Ramos en Carrandi era austera, íntima y muy de familia. Eso sí, la vivíamos con ánimo festivo y muy alegre. Nada que ver con las procesiones espectaculares de "La borriquilla" o de "La Pollinica" en grandes ciudades y villas. En la procesión de Carrandi no poníamos espectáculo, poníamos corazón.

Los ramos eran caseros. A falta de olivos, que apenas había, la víspera pelábamos los laureles en flor - a veces cuidando de no tocar algún nido de jilgueros- para preparar los ramos. Tan sólo dos/tres familias presumían de palmeras y olivo.

Mis padres querían copas grandes de laurel porque, una vez benditos, colocaban ramas en el corredor de la casa, en el hórreo, en las cuadras, en el gallinero y hasta en las huertas y en las fincas de cultivo de maíz, trigo y patatas, convencidos de que así ahuyentaban pestes y calamidades.

Nunca olvidé la fórmula de espantar todo tipo de males: "Fora ratos/ fora sapos/ fora toda maldición/ que aquí está el agua bendita/ y el ramu de la pasión". Lo de los ratones y sapos era muy simbólico porque el ratón es un roedor tremendo no sólo de queso sino de harinas, maíz, trigo, simiente...y al sapo, no se si por su fealdad, se le consideraba de mal augurio hasta el punto de que su aparición en la puerta anunciaba enfermedad o percance serio en la familia.

Los niños utilizábamos el ramo como regalo a nuestros padrinos de bautismo. Pasa el tiempo, pero un domingo así jamás me olvido de mis padrinos Isabel, además hermana, y Lilo. Reviviendo la ilusión de crío, sigo regalando cada año mi ramo de olivo a mi querida "Sabel" a la espera de que ella, mejor repostera que la misma Eva Arguiñano, me sorprenda el Domingo de Resurrección con otro riquísimo "Bollu de Pascua"- de dos/tres pisos- de aquellos que gustaba de preparar con productos caseros, huevos,mantequilla, harina y azúcar, y con mucho mimo.

Un domingo de Ramos más, ¡ahí te va, madrina, mi "Ramu" de olivo y corazón!