Álvarez-Cascos: “ALCOA o las consecuencias de un Gobierno desaprensivo”

¿En qué gueto europeo nos quiere confinar este Gobierno desaprensivo a los asturianos, mal comunicados, sin agroganadería, sin minería y sin industria?

No nos alarmemos los asturianos más de la cuenta, porque ya tenemos bastante con la dura realidad. Sobre los asturianos no pesa ninguna maldición bíblica; en Asturias no cayó ningún meteorito; nuestro país no es víctima de plaga alguna. Solo acontece lo inevitable cuando los Gobiernos desaprensivos actúan y deciden contra los intereses generales de la región o se inhiben a la hora de dar respuestas inmediatas a nuestros problemas. En Asturias da igual que hablemos del sector primario representado por la agroganadería; del sector industrial, el energético, el minero o el pesquero; del sector servicios reflejado en nuestras infraestructuras por tierra, mar y aire, en nuestro turismo, en nuestras telecomunicaciones. Da igual a qué capital miremos -Oviedo o Madrid- y da igual a qué Gobierno examinemos, al de Rajoy o al de Fernández. Asturias se hunde cada día más en un imparable proceso de decadencia, si no se ponen los medios para frenar a los desaprensivos y cambiar el rumbo político que os imponen.

Ahora nos enfrentamos al drama del cierre de ALCOA en Avilés, con la consiguiente pérdida de casi 600 empleos directos, más los indirectos igualmente afectados. ¿A quién coge por sorpresa esta decisión? ¿Tal vez a los engañados en marzo de 2012 con aquella foto de portada de periódicos en el Congreso de los Diputados en la que posaban el nuevo ministro Soria y la candidata popular Fernández, para utilizar electoralmente la imagen de los presidentes de las tres grandes empresas metalúrgicas españolas y anunciar la solución milagrosa de sus males? Cuesta trabajo creer que ocurriera aquello. Pero, sin citarnos a nosotros mismo, basta con leer el Informe de la UE del pasado mes de junio para saber que en España el resto de industrias intensivas en consumo de energía  como la siderúrgia y el zinc seguirán el mismo camino que el aluminio porque tienen el mismo problema.

La situación no puede ser más sencilla de describir. El aluminio, el acero y el zinc se venden en un mercado globalizado que marca los precios a nivel internacional. Pero los costes de la energía eléctrica necesaria para su producción están marcados por el mercado eléctrico nacional que organiza, regula y maneja el Gobierno de España. Basta consultar Eurostat para confirmar que el coste del kw/h industrial en España es de 0,1185 € y está a la cabeza de Europa. En nuestra vecina Francia, el coste es de 0,0743 €; en Alemania, 0,0844 €; en Holanda, 0.0771 €; en Italia, 0,1080 €.

 

Otros competidores europeos en la producción de aluminio tienen tarifas mucho más bajas en un 45% (Noruega, 0.0649  €) y hasta en un 70% (Islandia, 0,0349  €) donde, incluso, hacen contratos a este precio fijo y con duraciones de hasta 12 años. En Asturias estamos en diciembre de 2014 sin saber cuánto costará en enero de 2015, pendientes de otra subasta, razón por la que el Gobierno de Rajoy está favoreciendo las deslocalizaciones hacia Europa de la producción del aluminio, acero y zinc. Si saltamos a otros continentes, en Estados Unidos el coste de la energía industrial es la mitad que el europeo y en China un 20% menor. Como todo el mundo podrá imaginar, en Oriente Medio es mayor el desfase y de ahí la macro planta proyectada  por Alcoa en Arabia. Como consecuencia de todo ello, el coste que supone la energía eléctrica en la producción del aluminio en el resto del planeta ronda el 32% del coste total de fabricación, en Europa ronda el 50%, mientras en España se sitúa en el 60%.

El ex Comisario de Industria, Antonio Tajani, (¡cuánto lo vamos a echar de menos!) expuso de manera clara la necesidad de establecer ayudas a nivel europeo para todos los productores y modular la aplicación de normativas medioambientales que repercuten en los costes de producción debido a una normativa inexistente en otras zonas del planeta. Este no es un problema de competencia leal en un mercado único interno; es un problema con el exterior. No es sólo un problema de empleo o económico lo que está en juego, que ya es bastante. Es un problema esencial de soberanía para no seguir alimentando una dependencia exógena total y una constante pérdida de I+D+i en un área tan transcendente para el resto de industria que lo usa, como la construcción o el automóvil. Es una hipocresía europea rayana en la imbecilidad ecológica lo de exprimir y castigar la competitividad y el crecimiento de nuestras industrias nacionales básicas, favoreciendo que otros continentes se hagan con ellas con las mismas consecuencias medioambientales para el planeta Tierra que queremos evitar.

En España la situación está agravada porque, además de las diferencias con el exterior del continente, las comparaciones dentro de la Unión Europea son demoledoras y nos impiden generar competitividad en nuestras empresas, lastradas por una pesada losa que se convertirá pronto en una triste lápida. Que nadie piense que el problema es solo para el sector industrial. No es la excepción, es la regla general. Como ciudadanos el panorama es más desolador porque también en la tarifa doméstica estamos a la cabeza de Europa y, si en algunos países resulta superior pero la comparamos en relación con sus poderes adquisitivos, las diferencias son brutales: Alemania tiene una tarifa doméstica  un 32% superior a la española pero con un salario medio un 73 % mayor; Dinamarca, con la electricidad un 35% más cara tiene un salario medio un 103% mayor, más del doble del español; en Francia la energía eléctrica es un 30 % más barata que en España, con un salario medio un 42% mayor; en Noruega la tarifa doméstica es un 27% menor, con un salario medio dos veces y media el salario medio español.

¿Le habrán enseñado al ministro Soria en algún recreo de su absorbente tarea prospectora del petróleo en Canarias estos datos de las tarifas eléctricas españolas, antes de acusar a una empresa fabricante de aluminio, acero o zinc de inventarse un problema? ¿Algún asesor económico del presidente Rajoy le habrá  informado acerca de lo que pagan por la electricidad doméstica los pequeños consumidores españoles en sus hogares? ¿Son conscientes Soria y Rajoy del desmantelamiento industrial de Asturias que provoca su política energética nacional? ¿En qué  gueto europeo nos quiere confinar este Gobierno desaprensivo a los asturianos, mal comunicados, sin agroganadería, sin minería y sin industria?

 

Artículo publicado en La Voz de Avilés-El Comercio