Empiezo con un recuerdo. El año pasado celebramos en este mismo acto el éxito del logotipo de Asturias Paraíso Natural, diseñado en 1985 por Arcadi Martorell y asumido ya como una seña de identidad colectiva: somos, a todos los efectos, el paraíso natural de España, ésa es nuestra tarjeta de presentación. En cierta medida, hoy prolongamos la efeméride porque este verano se cumplirá el trigésimo aniversario de la apertura del hotel La Rectoral en Taramundi. Así, podemos decir que en 1986, hace ya 30 años, Asturias abrió las ventanas del paraíso natural al turismo rural.

En cada oportunidad que tengo, subrayo el acierto de aquellas decisiones del gobierno de Pedro de Silva, alentadas por el buen consejero que fue Pedro Piñera, a cuyas propuestas tanto debe el desarrollo turístico del Principado. Ésta es una ocasión adecuada para hacer memoria de su hacer y de su iniciativa. Tuvo mérito la idea y, quizá aún más, el atrevimiento de haber sido capaces de llevarla a cabo contra el escepticismo generalizado. Porque, conviene volver a subrayarlo, muy pocos creían entonces en las posibilidades del turismo rural. Entre otras cosas, porque apenas se sabía qué era ni qué significaba.

La inauguración de La Rectoral sirvió de rompehielos para tanto desdén. La colaboración entre el Gobierno de Asturias, el Ministerio de Agricultura y el Ayuntamiento de Taramundi contribuyó al éxito de lo que muchos tomaban a coña y otros, incluidos los bien intencionados, consideraban una arriesgada aventura. Pronto se vio la potencia de la apuesta y tras la estela que marcaba La Rectoral fueron abriéndose otros establecimientos. Se trataba de sacar partido a la belleza del paisaje, la riqueza natural y la calidad de la gastronomía, cuestiones todas en las que Asturias partía con muchos cuerpos de ventaja sobre otras comunidades españolas.

Sobre la fortuna de aquella decisión no hay duda. Hoy, el turismo rural agrupa el 21% de la oferta de alojamientos del Principado. Hablamos de 18.177 plazas en 1.852 establecimientos. Las marcas Casonas Asturianas, en 1994, y Aldeas de Asturias, en 2004, han reforzado notablemente la apuesta por la calidad. Para valorar bien la importancia de estos datos, calculemos que Asturias es la tercera comunidad que más plazas de turismo rural ofrece y la cuarta que más viajeros recibe, detrás de Andalucía, Cataluña y Castilla y León.

Estoy hablando, claramente, de la historia de un acierto. Pero no voy a complacerme en el pasado, porque la pregunta que corresponde ahora es otra. Podría plantearse así: vale, lo que se hizo en 1986 estuvo muy bien, pero ¿qué hace ahora el Gobierno de Asturias? ¿Qué hace el Gobierno, ahora que ya sabemos que el turismo es uno de nuestros grandes sectores de actividad económica?

Para responder tengo que echar mano a los números. Si repasamos la serie histórica, nos encontramos con un año récord. Fue 2007, cuando la crisis apenas asomaba y la economía parecía acomodada en el mejor de los mundos posibles. Aquel ejercicio, y después de una prolongada etapa de crecimiento, Asturias alcanzó la cantidad de 1.995.897 turistas, al borde de los dos millones. Es un número redondo, fácil de recordar. Pues bien, ya hemos superado esa marca, con todo el valor simbólico que tiene. Según los datos que hemos conocido esta mañana, Asturias recibió en 2015 2.071.069 turistas. En el franquismo eran muy dados a festejar estas cantidades. Yo me limito a destacar, simplemente, que hemos roto por primera vez ese techo y, lo más importante, que las expectativas siguen mejorando.

Pueden decirme que el número de viajeros es un indicador más. Que para calibrar bien la evolución del turismo hemos de considerar otros parámetros. De acuerdo. Si hablamos de las pernoctaciones, hasta noviembre se elevaban a 4,7 millones. Si del número de alojamientos, sumamos 3.419, con una oferta de 84.390 plazas. Si nos fijamos en la aportación del turismo a la economía regional, nos encontramos con una estimación del 9,88% del valor añadido bruto (VAB) para 2015. Quienes me hayan escuchado otros años en este foro recordarán que ésa era una de las primeras metas que me había fijado. Pues bien, objetivo alcanzado.

Perdón por incluir tanto número y tanto porcentaje, pero como en la política hay suelto mucho profeta de la calamidad es bueno aprovechar la realidad para chafarles sus augurios. Porque la conclusión de estos datos es que, al menos en términos cuantitativos de demanda, 2015 ha sido el mejor año de la historia para el turismo en Asturias. Y como esos resultados responden a una tendencia creciente desde 2012 –el peor de todos los ejercicios desde el inicio de la recesión-, no es arriesgado ni altisonante presumir de que las cosas se están haciendo razonablemente bien, y que ese mérito, quede claro, corresponde sobremanera a los empresarios, sin discusión alguna.

Pero la pregunta que me hacía aún no está respondida. Falta por aclarar qué está haciendo, qué está proponiendo para el futuro el Gobierno de Asturias. Para contestarles tengo que hablar del Programa de Turismo Sostenible para el período 2016-2020. Hace unos días ha finalizado el plazo de presentación de ofertas para su asistencia técnica. La previsión es que se adjudique a finales de mes y que en primavera se ponga en marcha. El plan se basará en cuatro principios, todos marcados por la exigencia de calidad, requisito insoslayable. Les resumo esos cuatro principios:

Sostenibilidad, porque necesitamos garantizar a medio y largo plazo la viabilidad de nuestro modelo turístico.     Internacionalización. Aquí, como ven, hablo de un objetivo en el que nos estamos empeñando, pero en el que nos queda mucho por hacer. Tenemos que conseguir más visitantes extranjeros, y para ello hemos de especializar la oferta y acertar con la promoción.     Equilibrio territorial, porque hemos de conjugar los intereses de las zonas urbanas con los de las áreas rurales, así como los de la costa con el interior.     Y, por último, desestacionalizar la oferta; es decir, que no se limite a los períodos de vacaciones. Sobre este punto quiero insistir, porque el concepto turístico está evolucionando y diversificándose continuamente. De la misma forma que hace 30 años costaba imaginar el potencial del turismo rural, hoy quizá no lleguemos a ver con nitidez la fortaleza de otras modalidades. Pienso, por ejemplo, en el turismo ligado al trabajo y los negocios, por ejemplo, que en 2015 agrupó el 17,7% del total y que es muy importante para toda la zona central del Principado. Pienso también en las rutas asturianas del Camino de Santiago, que pueden multiplicar su atractivo a lo largo de los próximos años. Les recuerdo, a este respecto, que la promoción de los itinerarios jacobeos es uno de los objetivos del Gobierno en esta legislatura. Así, en las próximas semanas las consejerías de Cultura, Desarrollo Rural, Hacienda, Infraestructuras y Turismo se reunirán, coordinadas por Presidencia, para iniciar la elaboración de un plan especial para el Camino de Santiago. El interés de nuestro patrimonio industrial, amplísimo, puede convertirse en otro nicho de actividad turística. Y también, por citar un último ejemplo, Asturias tiene unas condiciones muy ventajosas para desarrollar el turismo ligado a la salud. Ya lo he dicho otras veces: la dotación sanitaria pública y privada puede convertir a nuestra comunidad en la capital biosanitaria del norte, y ahí también cabe desarrollar una importante actividad turística.

Voy concluyendo. Hace 30 años, Asturias fue pionera en España con su apuesta por el turismo rural. La apertura de La Rectoral de Taramundi se convirtió en el símbolo de aquel rumbo, que acabó convirtiéndose en un camino de iniciativa empresarial y desarrollo económico. Hoy, tres décadas después, los datos nos demuestran que, superados los peores años de la crisis, el turismo ha vuelto a recuperar el pulso que tenía en nuestra comunidad, hasta superar marcas históricas. No me cabe duda de que, si la evolución económica general no se malogra, este sector mantendrá su empuje a lo largo de los próximos ejercicios. Tampoco tengo dudas de que el mérito de ese desarrollo corresponde a la iniciativa privada, a la capacidad empresarial. Pero también les pido a ustedes que no duden del compromiso del Gobierno de Asturias, que hoy, como hace 30 años, sigue empeñado en la exploración de nuevas fronteras. Queda mucho por hacer en el desarrollo turístico del Principado y mi gobierno, se lo aseguro, está dispuesto a hacerlo.

Muchas gracias.