Carlos Ortíz de Zárate vuelve a sacudir el mundo editorial con 'Esto es un infierno'

Esto es un infierno es, a su vez, narrativa y reflexión sobre los miedos del propio autor, sobre el temor a la decadencia física, sobre la posibilidad siempre latente de perder la independencia que conduce a la libertad. 

Esto es un infierno (Editorial Falsaria) discurre en una residencia geriátrica algo alocada, donde no se omiten las miserias y temores que suelen evocar estos lugares, tanto en el escenario (paredes amarillentas, gotelé viejísimo, olor a comida, cierto tufo a muerte…), pero también en los tipos de personajes que se suelen encontrar allí en toda su maravillosa y triste decadencia. Aunque es propio advertir al lector que, si bien el autor no prescinde de esos detalles, el libro no es, ni mucho menos, patético. Por el contrario: todo respira humor negro y un cuento de hadas, porque, en un sitio tan cutre y con gente tan cutre, se produce, de vez en cuando, algún milagro .

Y el milagro, como sensible metáfora de la vida, es siempre la libertad. O por lo menos una forma de libertad, la de ceder, alguna vez, un piano a la cafetería de la residencia para hacer sonar algunos boleros y las cosas, solo por un rato, vuelvan a ser como solían ser. Aunque, nos advierte el autor: todo lo que sucede es factible, pero solo es un sueño.

El lector podrá descubrir que detrás del humor negro y de los personajes surrealistas hasta la carcajada, se esconde una sensibilidad hermosa, la doble alma del escritor y personaje a quien ese futuro posible, luego de su jubilación, le aterra.

Esto es un infierno es, a su vez, narrativa y reflexión sobre los miedos del propio autor, sobre el temor a la decadencia física, sobre la posibilidad siempre latente de perder la independencia que conduce a la libertad. Pero eso es solo uno de las aristas de la obra, más allá de cierto mensaje Carlos Ortíz de Zárate construye una paradoja entre el nombre del libro y el relato: el lector podrá comprobar que Esto no es un infierno.

En ese paradoja se mueve la estructura narrativa de Esto es un infierno, una novela corta que transcurre de forma trepidante, de saltos entre los personajes quienes, con sus miedos, silencios y locuras, van tejiendo una historia emotiva y sincera, que nunca cae, sin embargo, en la autocompasión ni nada que se le parezca. En palabras del propio autor: «… me la he tomado como una terapia y ésta, en ningún caso puede ser la autocompasión, la flagelación o la aceptación. Lo que hay no tiene por qué ser lo que es. Por otra parte la creación tiene sus propias reglas y desde luego es un acto de comunicación, un “espectáculo”».