Anualmente, la Asociación de Mareantes de Lastres rinde tributo al pescador de mayor edad, y en esta ocasión, el distinguido es Tamborín. Este reconocimiento suele coincidir con la festividad más destacada de Llastres, que se celebra en una plaza del casco histórico próxima a la Capilla de la Virgen del Buen Suceso. Durante esta festividad, se engalana todo el entorno con decoración marítima, y la Asociación ofrece una merienda de cortesía a los asistentes, aunque se agradece cualquier colaboración voluntaria que se deposite en las huchas dispuestas en el lugar.
En Llastres pocas personas son conocidas por su nombre. Mayormente es el sobrenombre el que identifica a los vecinos, muchas veces originado por algún acontecimiento acaecido a esa persona. Este es el caso de D. Faustino Menéndez Caravia, conocido popularmente como “Tamborín”.
Todos los años, la Asociación de Mareantes de Lastres, rinde homenaje al pescador de mayor edad. Este año el homenajeado será Tamborín.
Habitualmente se hace coincidir el homenaje con la fiesta más popular que se celebra en Llastres, en una plaza del casco antiguo junto a la Capilla de la Virgen del Buen Suceso, en la que todo se engalana con banderolas propias de la mar y se comparte la merienda que obsequia la Asociación a los asistentes, gratuitamente, aunque siempre se puede colaborar metiendo alguna moneda, o mejor billetes, en las huchas que están en el recinto.
La música de bandinas que acompañan a la Virgen en Procesión hasta su capilla y luego tocan en la plaza, interpretando temas populares, también son una nota diferenciadora de esta fiesta.
Anualmente, Tamborín, asistía a esta fiesta en su quad, porque le faltaba movilidad y se movía sobre esas cuatro ruedas motorizadas que le regalaron sus hijos en 2011, pero estos dos últimos años ha ido perdiendo movilidad y le es imposible poder hacerlo, por lo cual, será homenajeado en la Misa de la Virgen del Buen Suceso que se celebrará el día de la Santina, 8 de Septiembre a las 5 de la tarde en la Iglesia Santa María de Sábada de Lastres.
Estos días, muchos medios importantes de comunicación hablarán de él y de su vida, así como la organización de la Fiesta de la Virgen del Buen Suceso hará una presentación perfecta sobre Tamborín. Pero la enorme amistad que nos une al personaje y su familia desde toda la vida, hace que podamos adentrarnos un poco más en sus vivencias y sentimientos.
Queremos empezar por el principio y eso tiene lugar cuando nació, el 15 de diciembre de 1934. Su infancia fue muy dura, como la de todos los niños durante la guerra y la postguerra. Recuerda que siendo aún muy pequeño, iba andando hasta San Juan, que está lejos de Lastres, a por la leche y aprovechaba para comer porque en aquella época en las aldeas había más cosas y allí le daban un buen tazón de leche con rosca y a cambio ayudaba un poco.
Para volver, si se hacía tarde, por miedo, esperaba a Ángeles, una señora de Huerres que vivía en Lastres pero pasaba el día trabajando sus tierras en Huerres. Esta señora aparte de cultivar la tierra, atendía a su hija, a la que llevaba y traía en un carrito de bebé. Algunas veces Tamborín la ayudaba empujando el carrito.
Poco a poco fue pasando la escuela y a los catorce años comenzó a trabajar en una casería de San Juan, donde aprendió todas las labores del campo: cavar, segar, cuidar y catar les vaques...
Hasta los 17 años no se incorporó a la mar. Lo hizo en la lancha de su güelu D. Aureliano Menéndez, allá por el año 1950, una pequeña embarcación llamada "Santa Teresa de Jesús". Su trabajo en esa lancha era la de "Cho" y era el encargado de ayudar en todo, limpiar, fregar suelo y tarteras, pelar papatas, ir a recados... Por ello ganaba tres cuartones, pero como valía, pronto le dieron el quiñón completo
Luego se embarcó en una lancha nueva de la familia, "Nuestra Señora del Mar" que iba a mucha pesca, entre ella bonitos y bocartes, llegando a entrar en Lekeito y muchas veces llegando los primeros para salir cuando los vascos a la costera. En esa lancha en la que su padre era engrasador mecánico, motorista de primera, él era el de segunda, ocupando el puesto de su padre D. Fernando Menéndez Busta cuando se jubiló. Y ya que mencionamos a su padre, es obligado mencionar a una gran señora, su madre Pacita Caravia
Llegaron a ir en esa lancha de 17 mts de eslora ¡hasta 20 tripulantes a bocartes!...y en ella se jubiló como motorista.
"Tuvimos la base en Lekeitio y ahora, Manín, no hay nada, acabaron con la flota como pasó aquí, pero la culpa la tuvimos nosotros con los desguaces, la falta de tripulaciones y los mandamases con lo que cedieron en la Comunidad Europea"
"Nosotros tuvimos que desguazar la lancha porque no había gente para la tripulación. Cuando faltó Chicago, que era el patrón, le sucedió su hijo Fernando Menéndez pero era Patrón Mayor y con frecuencia debía viajar por motivo de su cargo "
A lo largo de su vida como pescador tuvo anécdotas y vivencias únicas y sufrió temporales y naufragios, y llegó a temer incluso por su vida. Cuando la tristemente famosa galerna del 1944 en la que murieron tantos pescadores lastrinos del Glorioso San Antonio (el de Luacianín), él tenía 10 años pero cuenta que su padre iba a hacerse a la mar esa noche porque era el motorista y ese día había pescado bonitos grandes fuera "La Estrella" según le dijo su güelu al padre y, no les cogió la noche en la mar porque su padre le dijo que no podía salir porque acababa de nacer "Pepito" y venían los padrinos desde Sariego y alguien tenía que estar ahí para atenderles porque de aquella no había línea de autobús y venían en la camioneta del Tito, que venía de la Villa con mujeres que volvían de vender pescado ... y como él se negó a ir, los demás decidieron no ir y eso fue lo que les salvó de la galerna y la vida en la “Santa Teresa de Jesús” que era idéntica al “Glorioso San Antonio”
No tiene ningún recuerdo malo de esos años, pero sí los tiene muy buenos como que le encantaba ir a merluza, a bonitos y a bocartes.
Llegada la jubilación en 1993, al principio se hacía duro pero poco a poco, recordando el frío y los madrugones para ir a la mar....Despertarse envuelto, calentín, en las mantas de la cama, el darse la media vuelta y seguir durmiendo fue todo un descubrimiento.
Pero la mar le llamaba y un señor que tenía una gran canoa atracada en el muelle le ofreció que le acompañase, puntualmente, cuando salía a la mar, para aconsejarle sobre la navegación, los caladeros, etc que él conocía tan bien, y para echarle una mano en la conservación de la embarcación. Tamborín no lo dudó y durante 20 años acompañó en sus navegaciones vacacionales y pesquerías a la persona que sería con el tiempo un gran amigo, D. Javier Vega de Seoane Azpilicueta, un empresario, presidente del Círculo de Empresarios de 2015 a 2018, nacido en San Sebastián pero que se siente asturiano, y que tiene su segunda residencia en La Isla (Colunga).
Veinte años unido al Vegamar I, al II y al III que saciaron su sed de navegar. Poco a poco la salud fue mermándose y primero una reacción adversa a un medicamento, el Tramadol, le debilitó las piernas. Más tarde fue una gran hernia discal la que le lesionaba progresivamente la espalda. No pudiendo ser atendido en Asturias, va a La Paz en Madrid y es intervenido en el Hospital Quirón de Madrid en una operación complicadísima pero a la que sobrevivió con fuerza, y gracias a su quad y dos muletas para el embarque y desembarque, nunca le restó movilidad. Ahora los años y el tráfico le limitan incluso el uso del quad, de momento, pero gracias a su familia puede moverse con frecuencia. Hay que decir que le presta mucho sentarse a la puerta de su casa, en el inicio de la bajada al muelle, frente al Eutimio, para ver la vida pasar y la gente.
Padre de dos hijos, Roberto y Sandra, casados con Mayte y Humberto y abuelo de dos nietos, Santiago y Aitana se ve arropado en estos momentos difíciles tras el fallecimiento de Angelita, su esposa. "Manín, miro para cada rincón de la casa y todo me recuerda a ella. Por las mañanas cuando despierto le doy un beso a su retrato".
El pasado 12 de mayo falleció su esposa Angelita, una mujer vital, simpática, amiga de sus amigos...la mujer de su vida, y esto le ha marcado mucho, pues estaban muy unidos. Tamborín conoció a Angelita, su esposa, curiosamente, cuando era muy pequeña, porque era la niña que traía la señora en el carrito y que venía de Huerres.
Pasó el tiempo, se embarcó y dejó de ir a San Juan, pero aquella niña fue creciendo y con quince años era la más guapa del pueblo y eso no le pasaba desapercibido a él. Tenían mucha amistad y por las fiestas, quizás de San Roque, Tamborín se le declaró y aunque era unos años mayor que ella, le aceptó y acabaron casándose. Él era el que quería volver siempre temprano de las fiestas para que Ángeles no les riñera porque Angelita, joven, simpática y alegre le gustaba permanecer más en las romerías.
Pero Tamborín ha tenido otras aficiones en su vida. Una el Real Madrid, aunque también es del Oviedo. Su pasión por el equipo merengue hizo que cuando cumplió 80 años, sus hijos y su buen amigo Vega Seoane le llevaran al Bernabéu donde estuvo con Butragueño y fue recibido por el propio Florentino Pérez.
Desde hace muchos años ayudaba en Misa. Conoció a muchos de los párrocos que pasaron por la Iglesia Santa María de Sábada y de todos guarda un buen recuerdo, aunque hubo uno, Don Eduardo que no hablaba palabra con nadie y acabó dejando el sacerdocio. De D. Ramón cuenta una anécdota. Resulta que un vecino de Lastres tenía una vaca que la llevaba a pastar por las cunetas y un día que lo hizo delante de la Casa Rectoral le llamó la atención el ama de llaves de D. Ramón y discutieron. A los pocos días D.Ramón le pidió explicaciones y el vecino le dijo que le disculpara con su esposa por la riña. D. Ramón le aclaró que era su ama de llaves y no su esposa y añadió: "Eso de mi esposa no lo molió el tu molín..."
Anécdotas, vivencias de toda una vida, rinconinos del alma que están conservados en tiempo y en sal y la charla llega a su fin. Un apretón de manos, amigo. Nos vemos el viernes en tu homenaje en la Iglesia y el nombramiento de Mareante Mayor.
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